30. Graduación.

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Probablemente, jamás me acostumbraré a que mi madre me arregle para ocasiones "especiales", no era que exagerase con el maquillaje, o con el peinado, ni nada de eso, es que verla tan afligida y conmocionada por la ocasión me ponía un poco incómoda. 

—Oh, mira qué hermosa has quedado. —dijo dándole vuelta a la silla, y dejándome frente al espejo, el maquillaje, era con combinaciones de blanco y negro, no era nada exagerado, y en cuanto al peinado; se trataba de un moño sencillo. Nada ni tan común, ni tan extravagante.

—Te quedó excelente, mamá —felicité, volviéndome nuevamente hacia ella, que tenía los ojos un poco empañados por las lágrimas. —. Mamá...

Un pequeño sollozo salió de ella, haciendo que guardase silencio. Sabía que estaba a punto de tener uno de sus "momentos", y nada que pudiese decir la sacaría de eso.

—Mi niña ya está grande. —Más y más lágrimas. —Los dos últimos días que pasaré junto a mi hija.

Me levanté de la silla, y puse una mano en su hombro intentando tranquilizarla. 

—Mamá, no digas eso, me seguirás viendo en vacaciones, además, podrás irme a visitar cuando quieras, ¿recuerdas?

—Lo sé, lo sé, pero es que no estoy acostumbrada a este tipo de cosas. ¡Demonios!, tendré que retocarme el maquillaje, lo he arruinado.

Reí un poco, ante el repentino cambio de humor de mi madre, debía de admitir que a veces esos cambios de humor repentinos, tan característicos de ella, me asustaban un poco y me hacían pensar que tal vez mi madre sufría de bipolaridad.

—¿Quién diría que partirías antes que Daniel? —bromeó, dirigiéndose a nadie en concreto.

Yo reí un poco.

—Vamos, mamá, todos sabíamos que partiría de casa antes que Daniel. —comenté, haciendo que riese.

—Allí, tengo que darte la razón.

—Hablando de Daniel, deberías ir a ver cómo va con el esmoquin y todo eso, ya sabes que Daniel no es muy formal que digamos. —le recordé.

Abrió mucho los ojos.

—¡Cierto!, me había olvidado de Daniel, Dios, tengo que ir a verlo. —Y sin decir más, salió de la habitación.

Reí un poco más, y cerré la puerta de la habitación. Lo de Daniel había sido en parte una excusa para poder estar sola. Aunque lo que había dicho de él era cierto; Daniel más formalidad, era como juntar agua y aceite.

Mi cuarto...

Cómo lo echaría de menos. En este lugar había crecido, había hecho planes maléficos junto con Matt y Stephanie, había hecho millones de pijamadas, visto películas, vaguear, dormir hasta el cansancio, donde había escondido a aquel perro callejero que Daniel y yo encontramos por la calle y adoptamos clandestinamente.

No lloraría, eso arruinaría el trabajo y esfuerzo de mi mamá.

Cajas amontonadas ocupaban gran parte del suelo, varias de mis cosas yacían dentro de éstas.

Dentro de dos días partía a Europa para estudiar en la universidad, junto a Zack. Ir a Europa era mi sueño desde que era una niña, siempre me pareció fascinante, y bueno, ¿qué mejor oportunidad que ésta?

Zack había ganado una beca por el equipo de fútbol americano, yo había ganado una beca por mis calificaciones.

La parte mala era que tendría que estar separada de mi familia, y amigos. Era obvio que vendría en vacaciones, y mantendría el contacto, pero no iba a ser lo mismo.

Insoportable [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora