Capítulo extra: el aire londinense no cambia mucho a las personas.

75.6K 4.7K 424
                                    

—Hey, llegaste más temprano de lo usual —comenté, saliendo de la cocina para ver cómo miraba a ambos lados apresurado.

—Por casualidad, ¿no sabes dónde dejé mi balón de fútbol americano? —preguntó mirándome con ansiedad.

Hice una mueca.

—No, no sé dónde lo dejaste la última vez que jugaste, de hecho hace mucho que no lo haces —contesté.

—Es que he quedado con unos amigos de la facultad para ir a jugar —me explicó, y procedió a caminar apresuradamente por el pasillo de la planta baja.

La casa no era muy grande, pero constaba de dos pisos. Comenzó a correr, supongo que ya empezaba a desesperarse por encontrar su balón. De repente, recordé algo que me hizo abrir los ojos desmesuradamente.

—Oye, no vayas tan... —Mis palabras quedaron en el aire al escuchar el estrepito que me hizo cerrar los ojos—... deprisa —murmuré, finalizando mi frase.

—————————————————————————————————

—No puedo creer que esto haya pasado realmente —dije negando con la cabeza. Torció los labios en mi dirección—, sólo a ti te pasan estas cosas, en serio.

A pesar del color violeta que en estos momentos comenzaba a adornar su pómulo, sonrió en mi dirección, Dios esa sonrisa socarrona que tanto le caracterizaba no desaparecía con los años. Ni siquiera cuando tenía una herida, y estaba sentado en el borde de la cama, mientras yo intentaba curarlo.

—Al menos tengo a una sexy enfermera —comentó, ampliando su sonrisa y moviendo las cejas sugestivamente. Lo miré con ojos entrecerrados, ¿cómo podía divertirse en una situación donde estaba lastimado?—. Además, debiste avisarme que habías pulido el piso, Issy.

Me separé Zack unos pocos centímetros con la boca abierta en indignación y me crucé de brazos, dejando mi trabajo de aplicarle la pomada a la mitad.

—¿Ahora vas a culparme por esto? —pregunté con incredulidad.

Llevó una mano a su barbilla, en pose pensativa.

—Bueno, si me hubieses dicho antes...

Comencé a bufar y a soltar insultos por lo bajo. ¡Ahora yo era la culpable de que el niño se haya caído por andar de impaciente corriendo por ahí! ¡Increíble!

Comenzó a reír a carcajadas, y entonces supe que me estaba tomando el pelo. Idiota.

—Vamos, Issy, no te enojes sólo bromeaba, sabemos que la culpa aquí la tuvimos los dos; no tu sola —dijo al borde de soltar otra carcajada. Apreté los dientes—. Además —continuó—, tal vez lo hice apropósito para tener a mi sexy enfermera cuidando de mí.

Reí, y volví a mi tarea inicial de aplicarle la pomada. Era tan difícil enojarse con él por un tiempo prolongado.

—Increíble, eso es lo que eres —murmuré, negando con la cabeza por lo bajo.

—Sí, lo sé, soy el ser más increíble y sensual del planeta —dijo por su parte, inflando el pecho con orgullo.

Rodé los ojos.

—No me refe... —Dejé mi frase sin completar, mejor dejaba que creyera que había usado la palabra en el sentido que él mismo le dio—. Olvídalo.

Terminé el resto de mi trabajo en silencio y una vez hube terminado, me separé de él tomándolo de los hombros para ver mi trabajo.

Su mejilla seguía de un color violeta, pero con la pomada que acababa de aplicar de seguro se le mejoraba antes de que lo notásemos.

Insoportable [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora