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Abrí la puerta dubitativa para luego observar la atenta mirada del rubio.

- Hola pequeña... -me sonrió cálidamente a lo que mis mejillas se calentaron.

- H-Hola señor... -este miró un poco detrás mía.

- ¿No está Rivai? -negué con la cabeza.

- N-No.. S-Salió como a las nueve de la mañana y no ha vuelto... -Erwin me miró neutral.

- ¿Te molesta si paso? Hace frío. -me tensé.

- A-Ah, e-es que y-ya desobedecí una orden y-y si lo dejo entrar e-entonces... -este sonrió levemente poniendo una de sus grandes manos en mi cabeza como casi una caricia.

- Está bien, yo me encargo de eso si te reclama algo. -lo miré sonrojada hasta las orejas y le di paso temblorosa. Este entró y cerré la puerta suavemente. - ¿Entonces llevas sola todo el día? -lo miré de reojo.

- S-Sí... -él se sentó en el sofá exhalando algo cansado. Me quedé en el mismo sitio mirando el suelo, y yo con estas pintas. - ¿U-Usted.. Q-Quiere a-algo para tomar? -pasó su mano por su cabello despeinando sus mechones rubios antes de responderme.

- Con este frío, vendría bien un chocolate caliente... ¿Te parece bien? -me tensé ante sus ojos azules.

- S-Sí... -me giré hasta la cocina para preparar dos tazas, no se me había ocurrido estaba pensando mucho en... Bueno, terminé la bebida caliente y coloqué unas galletas al lado de las dos tazas. Caminé con la bandeja y la coloqué en la mesa de vidrio. - A-Aquí tiene. -tomé la mía y me alejé un poco.

- Oye, siéntate. -señaló con la mirada el mueble frente a él y obedecí sentándome. - ¿Rivai te dijo algo de a donde iba? -lo miré.

 - N-No señor, solo que saldría y que vendría hasta la noche... Y que no le abriera a nadie... -recalqué ante su presencia él sonrió cálidamente.

- Deja de tratarme de usted. -se recargó de su asiento mirando fijamente mis ojos. - No estoy tan viejo. -negué con la cabeza.

- M-Me educaron bien. -bebí un pequeño sorbo de mi taza ante su leve risa.

- No te preocupes... -dejó la taza en la mesa antes de levantarse a caminar mirando su alrededor mientras se veía con intenciones de hablar. - De todos modos... -se paró en el marco del balcón para luego darse la vuelta y mirarme mientras se quitaba su gabardina. - Me viene bien este momento. -lo miré algo tensa.

- ¿D-Disculpe? -este sonrió acercándose con pasos cortos y lentos. 

- Quería hablar contigo... Preguntarte... Cosas... -rodeó mi asiento y me tensé sosteniendo mi taza con recelo. 

- ¿Q-Qué tipo de cosas? -junté mis piernas nerviosa.

- ¿Por qué estás aquí? -hice una leve mueca de confusión ante su pregunta.

- ¿P-Por que me secuestraron? -él negó con la cabeza. 

- Discúlpame, no formulé bien la pregunta. -se recargó de los reposa brazos del mueble desde atrás llegando a quedar justo en mi oído. - ¿Por qué sigues aquí? -me tensé empezando a respirar más rápido.

- ¿E-Eh?... -apenas podía pensar bien ante su serena y lenta respiración en mi oído. - Y-Yo... -me alejé levemente mientras intentaba responderle. 

- No será que... -acortó lo poco que me había alejado rozando con su nariz en mi oreja. - ¿Te gusta que te traten de esa manera? -me sonrojé hasta el punto en que tuve que bajar mi rostro dejando que mi cabello lo cubriese.

Levi Ackerman x Reader // Dolorosamente //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora