Capitulo XXIII

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Claire.

Era una noche silenciosa, en ese momento todas las noches eran así, me dedicaba a mirar la fotografía de Grace que se encontraba en su remolque.

Tenía su revolver en las manos, la había sacado ya del lago y la había dejado secarse, paquetes de balas, de seis cada uno, introduje las seis hasta llenar el cargador, me levanté e intenté hacer un pose intimidante pero no me hacía sentir nada.

Un vidrio se rompió, el sonido fue bastante fuerte, entonces lo único que se me ocurrió hacer fue salir lentamente, -¡Aaaaaaaaaaaa!- era Becky, algo le había pasado, con el revolver en mano corrí hacia su remolque y lo único que encontré fue una serie de trozos de ventana en el césped, entré en él, lo primero que ví fue que la puerta estaba intacta, las luces rotas, y en su cama había un desastre, mire por la ventana rota y entre las persianas que habían quedado rotas a un hombre que estaba cargando en brazos a Becky, la llevaba mientras pataleaba a lo que parecía ser el maletero de un auto viejo, no antiguo ni clásico, simplemente viejo.

Salí del remolque corriendo tan rápido como mis piernas me lo permitían, corrí con el revolver en mano y lista para dispararle a aquel hombre -¡Eh!- grité fuertemente, el hombre siguió con su camino hasta el auto, giró su cabeza y le volví a expresar -¡Maldita sea, te estoy hablando!

-Mierda- respondió, se apresuró, metió a Becky en el auto como si de un costal de patatas se tratase, ¡Es una vida humana carajo!, arrancó el vehículo lo más rápido que pudo, fue algo que me lleno de adrenalina, corrí aún más rápido, no me importó sufrir calambres, y no me importó haberme clavado un vidrio roto en mi pie derecho, sin energías hice lo más lógico que se me ocurrió, disparar.

La bala impactó en el auto de golpe de suerte, y más suerte aún por no haber caído en Becky, respiraba bastante agitada -Claire, ¿Que está pasando?, ¿Donde esta Becky?- Stanley había corrido hasta mi posición.

-Se... Fue... en... Ese... Auto- la respiración no me dejaba fluir las palabras como hubiese querido.

-¿Porque se fué?

-Porque un maldito gorila, la cargó desde su cama hasta la cajuela de ese automóvil- Weasley, Jean, Daryl y Stephanie habían llegado también.

-Pues tu disparo por lo menos dejó algo bueno- exclamó Jean al mostrarnos la placa del vehículo de aquel hombre, "8473- MHV" registrada en el estado de Oregón, en la esquina tenía un enorme agujero de bala.

Miré un momento la placa entre mis manos, la sostuve con odio y desprecio, ¿Quién seguía?, Grace estaba en prisión, y ahora Becky fue secuestrada, la próxima podría ser yo...

Si eso llegará a pasar, lo último que me importaría sería saber si Grace pudo salir, si se enteró de lo que me estaba sucediendo, sí iría a mi rescate o si por lo menos lloraría mi pérdida.

Becky.

Carajo, esta muy oscuro aquí, y demasiado pequeño, no puedo moverme, lo bueno es que aquel hombre fue lo suficientemente estúpido como para olvidar atarme.

Moví mis manos y encontré una pequeña cajita metálica, la puse frente a mi cara y me encontré con que era un encendedor, gracias Dios.

Lo encendí, la llama comenzaba a alumbrar el área -Por un demonio Becky, eres escapista, debes salir de aquí- comencé a buscar una parte del maletero para abrirlo, entonces ví que una luz de los faros de atrás no estaba, de un golpe que me dolió bastante logre hacer espacio, coloqué mí ojo y aprecie que aún se estaba en movimiento.

Saque mi mano del auto y con mucho trabajo la dirigí a la manija del maletero, clic, estaba abierto, pero eso fue muy sencillo, abrí la puerta y vi que se estaba conduciendo a una gran velocidad y que se estaba a punto de llegar a la ciudad de Portland, -Bien Becky- me dije a mi misma con un poco de miedo -Te va a doler pero salvarás tu vida.

Me lance del vehículo, había rodado un poco, sentía un poco de dolor por los golpes sufridos y tenía raspones en todo mi cuerpo, aunque no había función estaba usando mi vestuario de escapista cubierto por una bata, simplemente lo estaba arreglando, mi pierna izquierda me dolía demasiado como para siquiera caminar.

Carajo, carajo, me tuve que arrastrar, para mí suerte había un bar bastante cerca, comencé a impulsarme con los brazos, poco a poco me lograba alejar del camino, poco a poco me acercaba al bar.

Entonces ví como el automóvil puso la reversa, era claro que se dirigía hacia mi, demonios, estaba bastante cerca cuando el auto se aparcó.

Me arrastre con aún más velocidad, hasta que me di cuenta que no pude más, decidí ponerme de pie y mantenerme con un palo que encontré.

Intentaba correr pero el dolor me lo impedía, estaba a pocos metros de la entrada del bar, podía oler a la salvación mezclada con cerveza y nachos.

El palo se dobló, caí de nueva cuenta al suelo -¡Ayuda!- grité -¡Ayuda por dios!- una mano sostuvo mi pierna intenté safarme pero no pude, me dolía mucho.

Sentí un fuerte golpe y todo se tornó oscuro

El Gran EspectáculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora