→𝐇𝐚𝐰𝐤𝐢𝐧𝐬, 𝟏𝟗𝟖𝟒.
—¿¡Te has besado con mi hermano!?
—¿Quieres callarte? —Blair le tapó la boca a Tyler con una mano—. No me apetece que se entere todo el puto pueblo.
—¿Ethan lo sabe? —preguntó la morena una vez que su mejor amiga apartó la mano.
—¿Tú qué crees?
—Que no.
—Pues ya tienes la respuesta —se sentó en el suelo, y Tyler a su lado.
—Pero... ¿A ti te gusta Steve?
—No lo sé. Es decir... Es un chico genial, y ha cambiado mucho desde que se separó de los otros dos idiotas. Es atento, simpático y no le importó que yo me alejase porque no me sentía preparada para seguir —suspiró y apoyó su cabeza en la pared—. Y ya para rematar me dijo que estaba cambiando por mi.
—¿Y tú qué vas a hacer?
—Necesito pensar y aclararme. No quiero... Darle falsas esperanzas porque no se lo merece en absoluto.
—Eh, rubia —la muchacha alzó su vista, encontrándose con Hargrove—. Tenemos ahora un entrenamiento, ¿te apetece ir?
—¿Para qué quieres que vaya?
—Para verme, obviamente —Blair reprimió una sonrisa.
—Lo siento, estoy ocupada.
—¿Y qué te parece si... Quedamos una noche? Para tomar algo y... Lo que surja —las amigas se miraron.
—Supongo que... No hay nada de malo en una copa, ¿no? O un par de ellas.
—¿Hoy te viene bien?
—Podría hacerte un hueco.
—Te recogeré a las siete.
—Me parece perfecto.
—Te veo esta noche, preciosa —Billy le guiñó el ojo y se marchó, dejándolas a ambas con la boca abierta.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Tyler.
—No estoy muy segura —reconoció Blair—. Pero creo que me estoy empezando a arrepentir.
—No, nada de hacer eso porque te ha pillado en plan sociable y por la noche te da pereza salir. Te vas a arreglar y vas a pasarlo bien. Así ya de paso te despejas un poco, y cuando vuelvas me llamas y me cuentas cómo ha ido todo y si hay alguna posibilidad de que tú y yo seamos cuñadas algún día.
—¿No estás enfadada porque haya quedado con Billy? —quiso saber la chica frunciendo su ceño.
—Tampoco vas a frenar tu vida porque no sepas lo que sientes.
Mientras tanto, aquel entrenamiento ya había empezado.
—¡Bien, bien! El Rey Harrington, señores. Hoy has jugado duro —dijo Billy mientras botaba la pelota.
—Joder, ¿Es que no te callas nunca? —Hargrove rió.
—¿Te da miedo que el entrenador te deje en el banquillo mientras yo esté aquí? —de nuevo, le derribó para encestar. El rubio se acercó y le dio la mano para que se levantase—. Movías los pies. Tienes que plantarlos, y provoca el ataque —le soltó la mano y le dejó en el suelo. Al terminar, fueron directamente a las duchas—. No te preocupes, Harrington, hoy no es tu día.
—Ni tu semana —comentó Tommy con burla—. La princesita ya no le hace tanto caso y está desesperado.
—¿La que te reventó la nariz? —dijo Steve—. Me sorprende que sigas hablando de ella.
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Agápē ||Steve Harrington||
Ngẫu nhiên[Agápē]: De origen griego. La forma más pura del amor. Generoso, incondicional y reflexivo que perdura sin importar las circunstancias.