Capitulo 4

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Danna continua con su tarea, mientras yo dormito un poco en el comedor. La mayoría de la semana ha sido muy pesada, y debo admitir que, aunque me guste mi trabajo, y me haga olvidarme un poco de todo, hace que no rinda completamente en la Universidad.

Mi móvil suena, y la fotografía de mi Anastasia aparece en la pantalla, dejo a un lado mi extrema pereza, y respondo.

—¿Qué es, lo que Sebastian me ha escondido estas dos semanas? —Su pregunta me llega de golpe. En estos momentos quiero colgar, e irme a dormir, pero sé que, si lo hago, tendré a mi amiga en minutos afuera de casa y con todo un cuestionario en mano. Suelto un suspiro, y recuerdo la conversación que había tenido con Sebastian hace un par de semanas. Miro por última vez a Danna, y al ver que está enfocada en su tarea, respondo.

—Sinceramente no lo sé Ana. ¿Por qué, no le preguntas a él?

—Oh, bueno, es una idea que no había pensado Abby. —Su sarcasmo, me hace soltar una sonrisa. ¡Dramas!

—Solo hablamos, nada especial. Así que no creo que debas parar toda tu rutina para saber cosas demás.

—Perfecto. Mi amiga y mi hermano me hacen sentir la persona más entrometida, y al mismo tiempo la más ignorada del mundo. ¿Puede ser posible?

—Ana, no digas eso. Tú quieres crear cosas donde no las hay, fue solo una conversación, y ya.

—Pero tú y el.

—Solo somos amigos, como antes. —Digo.

—¿Antes? Sabes que eso no eran...

—Y todo termino mal. —La interrumpo rápidamente. —Así que, solo amigos. ¿Entendido?

—Entendido. —Dice.

...

Haux suena en la pequeña sala de espera. Saco de mi pequeña bolsa, mi móvil, y me dedico a navegar un poco por alguna red social, que ha decir verdad, no soy del todo fanática. Un delicioso aroma a perfume costoso, inunda mis fosas nasales, levanto la mirada, y me encuentro con aquellos ojos de hace algunas semanas. Porta un traje color gris, combinada con una camisa color blanca, la cual lleva desabrochada del primer botón, haciéndolo lucir algo casual.

Trago saliva para mis adentros, y me levanto del cómodo sillón color piel. Sin decir absolutamente nada, se acerca a darme un pequeño y casto beso en la mejilla, acción que de inmediato me hace sentir un intenso calor en todo mi cuerpo, como es clásico en mí, lo disimulo bastante bien. O eso creo. Paso a su consultorio, y el olor a vainilla se hace presente. El color blanco en las paredes me llega a molestar un poco, pero no digo absolutamente nada, pues estoy acostumbrada.

—Tanto tiempo sin verte Abby. —No sé si su sarcasmo, o su intensa voz, hace que mi cuerpo se estremezca.

—Creo que no ha sido mucho tiempo. —Le respondo.

—Mi hermana me ha acosado un poco, sabes.

—Anna, es estresante cuando se lo propone.

—Lo sé. Demasiado. —Su mirada choca con la mía, al momento que coloca el brazalete del baumanometro, en mi brazo izquierdo. —Me da gusto que volvieras.

—Sinceramente nadie mejor que tú para llevar mi problema. Debo admitir, que, aunque seas mandón, y muy sobreprotector, eres el mejor Reumatólogo que conozco.

—Lo dices porque mi colega está de vacaciones, y no te queda otra opción. —Se mofa.

—Hay muchas opciones Sebastian. —Sonrío — Pero ninguna como tú. —Digo, y soy plenamente consciente que no debo decir ese tipo de cosas, no cuando estoy frente a la persona que hace años significo una parte muy importante en mi vida. Y no es que ahora no lo sea, pero simplemente antes todo era difícil, todo era tan complicado y desconocido. Sebastian me brinda una de sus reservadas sonrisas, de esas que solo guarda para personas especiales, de esas que simplemente enamoran.

Ghost: Destructiva Adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora