Capitulo 8

525 54 12
                                    

Mi corazón late a mil por hora, el miedo me invade completamente, y estoy hecha un enorme y absoluto manojo de nervios. Miro a Sebastian, su rostro desconcertado y asustadizo, me causa lastima, en verdad creo nunca haberlo visto así, indefenso, lleno de miedo, horrorizado ante alguna escena. Observo a Andrew, imponente, lleno de rabia, enojo, su mirada me causa escalofríos, y por primera vez en mi vida, creo tenerle miedo a alguien.

—No. Andrew, baja esa arma por favor. —Digo, como puedo. Tengo un nivel de terror inimaginable, no quiero que alguien más se percate de esta escena, no quiero ni imaginarme que pasaría si alguien llegase a hablarle a la policía. ¡Mierda! Tengo que detener esto, cuanto antes.

—¿Quién te hizo eso? —Pregunta, sin mirarme. Su fija esta dirigida a Sebastian. —¿Fue él? —Otra pregunta sale, de esos labios carnosos.

—No. Fue una pelea de chicas, fue algo estúpido. Andrew, por favor baja esa arma. No quieres hacer esto, alguien puede ver esto y habrá consecuencias.

—¿Estas, segura? —Su pregunta, ignora lo que he dicho. El ojiazul no aparta la vista del chico de imponente complexión.

—Si Andrew. Él no ha sido. —Trato se sonar tranquila, calmada, ante esta estresante situación.

—Sube al auto, por favor. —Su tono es autoritario, pero calmado. Observo a Sebastian, y este me brinda una tierna mirada, de esas que estrujan el corazón, y no puedo evitar sentirme culpable. Trago saliva, y voy hacia donde el ojiazul me ha dicho, me coloco el cinturón de seguridad, no sé cuánto tiempo pasa, pero parece una eternidad, el chico entra al auto. —¿Te encuentras bien? —Pregunta, una vez que arranca, y avanza rápidamente.

—Físicamente no, y mentalmente estoy peor. —Respondo con toda sinceridad.

—Lo siento Abby, lo arruine. —Dice. Tensa su mandíbula. —Yo no debí actuar así, no contigo.

—Ni conmigo, ni con nadie Andrew. ¡Pudiste haberte metido en mil problemas! —Le reclamo. Y el ojiazul muestra un atisbo de sonrisa. ¡Qué demonios!

—Los problemas eran lo de menos Abby. Me vale una mierda, lo que no podía permitir era pensar que alguien te había lastimado. El verte así. —Hace una pausa —Me causo rabia, impotencia.

—Pero no debes actuar de esa manera. Tu no me conoces lo suficiente, que tal si después de esto y voy y pongo una denuncia, o si Sebastian lo hace. Qué tal si yo quiero meterte en problemas después de toda esa maldita escena. —Suelto, tratando de sonar molesta, seria.

—Es un riesgo que tendría que correr. —Suelta un enorme suspiro —Y si, sé que tu no me conoces lo suficiente, que puedes pensar un sinfín de cosas sobre mí, pero por mi parte...yo siento que te conozco desde aquel primer día. —Una ligera sonrisa sale del ojiazul. —Te pido una disculpa.

Su voz suena sincera, sus palabras también. Y no me pasa desapercibida las cosas que ha dicho.

—Está bien. Pero prométeme que no volverás a causarme un susto. Yo no quiero volver a pasar por esto Andrew.

—Puedo prometerte un millón de cosas, si es lo que quieres. Pero...eso no puedo hacerlo. —Niega con la cabeza. —No voy a mentirte. Lo siento.

—¿Estás hablando en serio?

—Así es. —Muerde su labio inferior, pensativo. Tal vez creando un par de ideas, o imaginando. Me molesta un poco no poder saber que pasa por su cabeza. —Debería llevarte al hospital, tienes tu rostro un poco hinchado. —Su tono es sutil, tranquilo. Nada parecido a cuando sostenía aquella maldita arma.

Ghost: Destructiva Adicción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora