—No sé de qué hablas. —Respondo, tratando de sonar tranquila.
—Sabes a lo que me refiero, tú y el...
—Deja el drama, Sebastian. Simplemente no voy a hacerlo.
—No puedo creer que sigan gustándote los chicos malos. —Se mofa, por algunos segundos. —Pensé que habías madurado.
—¿Disculpa? —Pregunto. No porque no entendiera lo que acaba de decir, si no porque quiero que me lo confirme.
—Sigue siendo lo mismo de siempre. Es como regresar el tiempo y verte con Stefan. No sé cómo demonios no puedes elegir a alguien que te cuide.
—¿Terminaste? Porque si es así, puedes pensar lo que te dé la gana Sebastian. —Digo, y me siento llena de coraje, rabia. Trago saliva, y masajeo mi cien, necesito tranquilizarme, si no quiero decirle un par de cosas más a Sebastian.
—Entonces lo hare yo solo. A ver cuánto tiempo dura tu amorío con otro chico malo, Abygail. —Sus palabras están llenas de coraje, y lo entiendo, pero el que está actuando inmaduro esta vez, es él. Sin poder decir más, aviento la puerta, porque estoy llena de sentimientos negativos hacia Sebastian esta vez. Me siento frustrada, jodidamente frustrada.
Una vez que se ha marchado, busco mi móvil, necesito hablar con Andrew. El intento de llamarle es en vano, no responde. Estoy con los nervios en el nivel máximo, detesto saber que puede pasar algo, y no tener los recursos para evitarlo. No sé cuánto tiempo pasa, y cuantos cigarrillos me he fumado, que mi móvil suena. La pantalla me indica que es el.
—¿Dónde estabas? —Pregunto, de forma violenta.
—Estaba ocupado. —Responde. —¿Qué necesitas? —Pregunta. Sin embargo, no es aquella persona que conozco, el tono que usa es frio, y completamente diferente.
—Sebastian va a levantar una demanda.
—¿En serio? —Pregunta, con total sarcasmo. Incluso puedo casi asegurar que se está mofando de mi en estos momentos. Sin duda alguna, me enfado. —¡Andy, cariño! —Una tercera voz aparece en nuestra llamada. De inmediato siento un cosquilleo en mi estómago, una sensación completamente nueva, y extraña para mí, empieza a recorrer todo mi cuerpo, me siento impotente. Aquella voz dulzona, me ha hecho sentirme estúpida, idiota y una maldita torpe.
—Olvídalo. —Musito, con rabia. —Creo que estas demasiado ocupado. —Sin más cuelgo, cuelgo porque no que demonios más pueda decir, porque no sé qué pueda salir de esta bocotá que me cargo, cuando estoy completamente furiosa.
Me siento en el sofá, pero definitivamente no quiero estar aquí, así que cojo mi pequeño bolso, y salgo. No tengo a nadie a quien llamarle, mi mejor amiga me odia, Sebastian ni pensarlo, y por unos segundos, la imagen de Stefan invade mi mente, como puedo trato de eliminarlo.
No sé cuánto tiempo he caminado, pero llego a un pequeño Bar. Y sin dudarlo, entro. Arctic Monkeys suena en el lugar. La chica que atiende la barra, me mira, y bueno, no puedo evitar que no lo haga, con esta cara que me cargo, es inevitable que no me miren.
—¿Un mal día? —Pregunta la chica que está del otro lado de la pequeña barra.
—Pésimo diría yo, parece que cada día es peor que otro. —Digo.
—Te entiendo, hoy me ha pasado. —Sonríe. Y pone una cerveza frente a mí. —Mi jefe me tiene hasta la coronilla, y la chica que debía llegar, se ha enfermado. Y lo peor es que mi novio, es un idiota infiel.
—Yo tuve una pelea con mi mejor amiga, su hermano me odia por preferir a los chicos malos, y un idiota de ojos azules —Hago una pausa, porque no sé qué decir, sobre él. —El simplemente es un idiota.
—Creo que estamos en las mismas. —Dice, la chica. Y mientras atiende a otra pareja que acaba de llegar, la observo algunos segundos. Y es demasiado bonita, como para tener un novio que le es infiel. Ojos cafés claro, cabello negro, y lacio que llega por debajo de sus oídos, rostro delgado, con pómulos sobresalientes, nariz respingada, y labios delgados, muy bien delineados, complexión delgada, pero muy bien proporcionada. ¿Es que su novio es idiota? La chica termina de atender, y se vuelve hacia mí. —Mi turno está por terminar, vendrá un compañero a cubrir. Deberíamos beber, tal vez las penas sean mejor.
—Esta vez no me opongo, necesito una buena charla.
—Y yo una buena amiga. Por cierto, soy Becca.
—Abygail. —Ambas estrechamos nuestras manos.
No tarda mucho, cuando un chico rubio, de esos que parecen modelos de alguna marca reconocida de ropa, se adentra a la barra. El habla un par de cosas con Becca, y finalmente se despiden. No me pasa desapercibida la mirada que este le brinda.
—Lista. — La chica llega hacia mí, y me lleva hasta una mesa escondida del pequeño bar. Antes de eso, ella regresa por una cubeta repleta de hielo y cervezas. Esta noche, sin duda será larga.
La noche avanza, y mi charla con Becca, parece no tener un fin. Ella es una chica muy sencilla, vive en un pequeño departamento en el centro de la ciudad, lugar que no queda absolutamente lejos del Bar, ni de mi casa. Termino recién la carrera de diseño. Su mayor sueño es ser dueña de su propia agencia de diseño. Sin duda alguna, una chica que tiene definido lo que quiere.
Desconozco cuanto tiempo ha pasado, pero las cubetas de cervezas van y vienen, y siento que ya pronto no sabré ni como me llamo. Becca parece estar casi en las mismas, así que optamos por irnos del bar, y aunque es un poco alocado decirle a Becca que se quede en casa, por que recién la acabo de conocer, ella se niega, ya que el taxi que pasa por nosotros es de su primo, así que ella confía en llegar sana y salva a casa.
Una hora más tarde nos encontramos afuera de mi casa, el chico llamado Marcus, me ayuda a bajar, y Becca parece haberse quedado dormida.
—¿Vas a estar bien? —Pregunta, el chico de ojos grises.
—Lo intentare. —Respondo. Este parece reír ante mi respuesta, sin embargo, no dice nada, me ayuda a sacar las llaves, y me encamina hacia la entrada.
—Becca ¿estará bien?
—Claro, yo mismo la llevare a casa, no es algo nuevo para mí. —Él se mofa. —Mi prima suele ser algo alocada.
—Entiendo. Entonces gracias por tolerarnos.
—Descuida. —El chico sonríe. —¿Quieres que te ayude a entrar?
—Eso ya no es parte de tu trabajo, aquí me encargo yo. —Una voz ajena a nosotros, aparece. Marcus y yo nos giramos, y entonces me encuentro con unos ojos oceánicos.
—Está bien. —Responde Marcus. Sin más se regresa al taxi.
—No pensé que fueras de esas chicas que se ahogan en alcohol. —Dice una vez que Becca, y Marcus se han ido.
—Y yo no pensé que fueras un total y estúpido promiscuo. —Respondo. El ojiazul me mira con toda seriedad posible, y yo no puedo aguantarme en decirle todo lo que siento. No importa, tengo un nivel alto de alcohol en mi cuerpo, que sinceramente me vale un jodido comino lo que yo diga, ya después podre arrepentirme. —Así que, vete y déjame en paz. —Digo, y me giro sobre mis talones para abrir la puerta.
—No. Me vas a escuchar, antes de decir cosas que no vienen al caso, Abby. —Su mano derecha toma mi antebrazo derecho, y me hace girarme, su mirada es profunda. Fría. Y por un momento mantengo el equilibrio, y trato de quedarme seria ante lo que ha dicho.
—No me interesa Andrew. Vete con tu noviecita. Era demasiado bueno para ser verdad. —Me burlo.
—Abby...
—Solo vete, no quiero escuchar nada. Déjame. —Me suelto. Este nuevamente me toma de los antebrazos, me acerca a él de forma sutil. Y entonces, soy consciente de que, a pesar de sentirme mal, él tiene unos ojos realmente encantadores, y unos labios malditamente irresistibles. Lo pienso un poco, y el dilema interno aparece. ¿Besar o no, a Andrew?
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Hola! Muchísimas gracias por leer, por cada comentario, por cada voto y leída.
Espero que les guste!. Prometo actualizar mas pronto, esta vez tuve algunos contratiempos.
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Ghost: Destructiva Adicción.
RomanceA veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante. Oscar Wilde (SIN CORREGIR) (SIN CORREGIR) (SIN CORREGIR) (SIN CORREGIR)