Su deliciosa fragancia inunda mis fosas nasales. Me siento vulnerable ante su presencia, ante el maldito nivel de alcohol, y ante todo el sentimiento negativo que me cargo por lo sucedido, estoy hecha un total y completo caos. Una extraña sensación en mi estomago me hace cerrar los ojos, y se que esto no va a terminar nada bien. Trago saliva, y aunque esos irresistibles labios me incitan, mi orgullo esta primero.
—No soy tan miserable para besarte. —Me mofo, y finalmente me suelto de su agarre. —Vete con esa chica. Y déjame en paz. —Antes que pueda volver a agarrarme, entro a casa. ¡Jodete Andrew!
Los golpes en la puerta aparecen, y sinceramente las ganas de abrir son grandes, pero no, no lo hago. Sin más voy al baño, necesito desechar lo causante de este horrible malestar. No se cuanto tiempo pasa, pero los golpes han cesado. Entro al baño para darme una ducha.
Abro los ojos repentinamente, el mareo me pega de golpe, y los rayos de sol que entran por mi ventana, no hace mas que enfadarme. Refunfuño un par de palabras altisonantes, y finalmente bajo por algo de comer, necesito recuperar todo un buen par de carbohidratos.
—Así que bebimos anoche. —La voz de mi madre, me saca de toda una mezcla de sueño, mareo, nausea, y ensimismamiento.
—Si, y bebí a morir. —Confirmo. —Con decirte que estaba a punto de quedarme a dormir en la calle. —Miento.
—Sabes que no puedes beber así, Abby.
—Mamá, se que no debo hacer muchas cosas, pero créeme ayer tuve que hacerlo. —Niego con la cabeza. —Era beber, o destruir la casa. —Mi madre suelta una sonrisa, sin embargo, sé que no le ha agradado mucho mi loca noche. Pero bueno, a que madre le agrada.
Mi móvil no ha dejado de sonar, y se que es él, así que no me inmuto, y continuo con mi rutina, si ya he faltado a la Universidad, tengo que aprovechar a descansar. Un mensaje llega, y un número desconocido aparece, instintivamente lo leo.
En la noche iré por Danna, partimos temprano. —Stefan.
Rodeo los ojos, y me sorprende la forma pacifica de su mensaje, por lo regular siempre peleamos, y nos decimos un par de altisonantes. Sin más respondo.
Perfecto. Se puntual Stefan. Hoy trabajo. —Abby.
Aviento el móvil y continuo con la interminable misión de terminar la serie que me ha dejado intrigada, antes de la hora de salida de Danna. Después de dos capítulos, y un par de lágrimas, enojos y más, voy a cambiarme. Una vez lista, cojo las llaves de casa, y salgo. Antes de ir, busco en mi móvil mi lista de reproducción, necesito una buena canción que me motive a caminar hasta la escuela de Danna.
—¡Abby! —Un grito me sobresalta, quito los audífonos y soy consciente que mi móvil se ha caído. ¡Demonios!
—¿Qué te sucede? —Pregunto una vez que verifico que todo esté bajo control con mi aparato tecnológico. —¿Acaso eres un idiota?
—Eso es lo que piensas de mí. —El ojiazul responde. —No sé cuánto tiempo llevo esperando a que salieras de ahí.
—¿De verdad? —Pregunto, con todo el cinismo posible. —Y quieres algún premio por ello, Andrew.
—Deja de actuar de esa manera Abby, ya he tenido suficiente de esa actitud infantil. —Suelta, y puedo notar que es sincero, sin embargo, me siento dolida. Aunque sinceramente no debería.
—¿Te pedí que vinieras? —Le pregunto, con todo el sarcasmo posible.
—No, no lo hiciste. —Responde. Tensa su barbilla, y puedo ver como su manzana de Adán resalta. Los ligeros rayos hacen notar su piel blanca, sin llegar a pálida, esos ojos oceánicos se ven encantadores ante el resplandor solar. Trago saliva, y me regaño mentalmente por haberle contestado de esa manera, soy consciente de mi carácter, y bajo un poco la guardia, al fin de cuentas, no tenemos nada serio.
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Ghost: Destructiva Adicción.
RomanceA veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante. Oscar Wilde (SIN CORREGIR) (SIN CORREGIR) (SIN CORREGIR) (SIN CORREGIR)