Muñeca de hielo (SASUSAKU)

Capitulo 4: Determinación

Sentía como mi chakra y el de Kasumi se combinaban y fluían dentro de mí.

—¿Qué se supone que debo hacer ahora?— Kasumi me miraba con algo de arrogancia, algo que era típico en ella.

—Supongo que ya sabes que poderes tenemos.

—Corrección, que tú tienes.

—Error, tú y yo estamos conectadas. Yo conozco todo de ti y tú de mí, aunque no te des cuenta.

—Osea... ¿puedo usar tus técnicas también?

—No todas, para eso tendrías que liberarme de forma completa.

La miré dudosa.

—¿A que te refieres con forma completa?

—Poseer tu cuerpo, controlar absolutamente todo de ti. Y tu apariencia cambiaría.

—¿Por la tuya?

—Así es.

No quisiera saber cuando iba a pasar eso, de tan solo pensarlo me daba escalofríos.

—Oye Sakura, necesito pedirte algo, mas bien necesito de tu permiso.

—¿Permiso de que?

—En caso de que estés en un grave riesgo, déjame ayudarte. Ya se que no te agrada a idea de que te controle, pero es por tu propio bien. Me agradecerás después.

—Ahg, si no me queda otra. De acuerdo, acepto el trato.

—¡A empezar entonces!

«Este día si que será largo»

*****

—Coloca ese muñeco de practica justo ahí.— Lo tomé y seguí sus indicaciones.

—¿Estás segura que podré con esto? No soy buena con este elemento.

—Por una vez en la vida, Sakura, confía en mí. Nuestros chakras están conectados, nuestros linajes también.

—No confío en quien intentó apoderarse de mi cuerpo.

—¡YA ENTENDÍ! ¡NO ES NECESARIO QUE REPITAS LO MISMO TODO EL JODIDO DÍA!— Se calmó y se puso al lado mio, preparando sus manos—. Sigue mis movimientos ahora.

  Serpiente → Carnero → Tigre → Serpiente → Caballo → Conejo → Serpiente → Caballo → Conejo.

—Y una vez que haces eso, debes juntar las manos hacia afuera— concluyó.

—Así que prisión de agua.

—Vamos, ahora inténtalo con el muñeco.

Puse toda mi concentración y comencé a hacer cada uno de los sellos.

—Suiton: Suirō no Jutsu.

Una enorme bola se formó, atrapando al muñeco.

—No... no es posible.— Kasumi comenzó a aplaudir como una niña de cinco años.

—¡Muy bien! Ahora uno más difícil.

—¿Difícil? 

—Si, Nii-san era experto usándolo.

—¿Nii-san? Te refieres a Naoko nii-san, ¿no es así?