Capítulo 7 (Mem)

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-Mierda, hace demasiado frío.- Digo mientras me abrazo a mí misma y miro a Kalet.

-Deberíamos haber mirado el tiempo ayer.- Responde mientras imita mis gestos.

Ambos somos tan inteligentes que no se nos ocurrió coger una chaqueta, y eso que ya estamos a principios de octubre, cuando empieza a refrescar y las lluvias se hacen más intensas.

-¡Joder!- Grito mientras empieza a llover.- Espero que no sea ácido.

-Eres una exagerada... ¡AHHH!- Me sigue el cuento mientras grita cada vez que le cae encima alguna gota.
Ambos empezamos a hacer gestos exagerados mientras nos reímos como verdaderos locos.

-¡QUEMA! ¡QUEMAAAAA!- Grito mientras me tiro dramáticamente al suelo.- Sálvate, busca una buena esposa y cuida a mis hijos como si fueran tuyos.- Le digo a Kal antes de cerrar los ojos y descansar para siempre en el húmedo suelo.

-¡Noooooo! Aguanta, la ayuda ya está en camino. Sé fuerte, tus hijos necesitan a su madre.- Dice mientras se arrodilla a mi lado y finge llorar.- Levántate ya, vamos a perder el autobús.

-Siempre fastidias mis grandes improvisaciones.- Digo molesta mientras me levanto del suelo con su ayuda.- Mierda, estoy mojada.

Y sí, recorremos el camino que nos queda hasta la parada del autobús empapados y rogándole a varios dioses que nos sequen la ropa antes de llegar al Instituto.

De vez en cuando Kal se acerca a hablar con Malia antes de que empiecen las clases, pero ahora se asegura de avisarme y no dejarme sola, gesto que agradezco.
Entramos a clase juntos, ya que coincidimos en Historia y nos sentamos en nuestro sitio de siempre, al fondo de la clase, alejados de la sociedad. El fondo es el mejor sitio para echarte una siesta sin que te vean.

-Si me necesitas no estaré disponible, voy a descansar un rato los ojos.- Aviso a Kal mientras busco una buena posición para apoyar mi cabeza y descansar mejor.

Tener que ir sola hasta el edificio donde se encuentra el aula de Dibujo no es divertido, y mucho menos cuando queda en la punta más lejana de todo el recinto escolar. No me voy a enfadar por tener que ir hasta ahí ya que me apasiona esa clase, pero al llegar no puedo evitar querer saltar por la ventana, y creedme cuando digo que lo haría, pero es que estamos en un tercer piso y aún tengo ganas de vivir. La agradable profesora sustituta de Dibujo se ha volatilizado, ha dejado de existir misteriosamente y ha dejado paso a un profesor bastante desagradable para todos mis sentidos. El profesor se dedica a descansar sobre su silla mientras nos muestra un documental de qué sé yo, lo único que puedo hacer en la oscuridad del aula es esperar a que toque el dichoso timbre para irme al recreo. Cuando un sonido que se me asemeja al cántico de un ángel inunda mis aburridos oídos, salto de la silla y me apresuro a salir del aula sin mirar atrás. Los pasillos se llenan de personas desesperadas por llegar las primeras a la cafetería y conseguir algo para comer, por fortuna yo siempre traigo comida de casa y no tengo que pelearme con nadie, por lo que continúo con mi camino mientras tarareo alguna cancioncilla infantil.

-Mem, ¡qué alegría verte!- Dice una cantarina voz a mis espaldas. Siempre intento evitarla, aunque paso de rodear todo el edificio para ignorarla, soy demasiado vaga.

-Memphis, soy Memphis.- Corrijo mientras me giro lentamente, como en una de esas películas de terror.- Alegría y una mierda, Sarah.

-Oh vamos, no te pongas así. ¿Estás sola? No me extraña.- Será zorra la tía esta, no le llegaba con joderme la existencia durante unos cuantos años, que ahora tiene que joderme más.

-Cuantos más segundos paso contigo, más ganas me entran de quedarme sola por el resto de mi vida.- Respondo con una sonrisa.- Ahora si me dejas en paz, me retiro zorra.

ExitiumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora