Mi endemoniado amor - Cap 8.

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Un año...

Pensó Dante que se encontraba sentado sobre su asiento con las piernas cómodas sobre el escritorio y sus manos entrelazadas detrás de su nuca con la mirada fija en el techo.
-Un año en el cuál has decidido apartarte de mi lado-susurró para si mismo, cerró los ojos y volvió a recordar la primera vez que lo vió después de un año. Había crecido un poco más, ya no era tan pequeño como lo había conocido. Su cabello blanco también había crecido no mucho pero lo suficiente para hacerlo ver más hermoso de lo que ya era, eso pensaba Dante en esos momento y no pudo evitar soltar una ladeada sonrisa.

Dante...

Lo había oído en ese momento cuando contemplaba la rosa y en como su rostro se había sonrojado al nombrarlo. Deseaba salir de su escondite y tirarse sobre él, abrazarlo y besarlo pero no era el momento, no ese día en el cuál estaba un poco enojado. ¿Cómo no estarlo? Le había robado su víctima y sabía que a Nero no le gustaba que hicieran eso, lo enfada demasiado.
Abrió los ojos y observó el reloj de pared que marcaban las 20:00 pm, era el momento. Se levantó de su asiento ya con la gabardina, armas preparadas y con una sonrisa en los labios dijo.
-Llegó la hora.
Y abandonó el local.
Nero iba directo a su siguiente destino el cuál era en una casa abandonada. La mujer que lo había llamado le comentó que los vecinos no podían estar en paz por los casos paranormales que sucedían allí y era la persona indicada para resolver este caso. Se detuvo en seco delante de aquella "casa".
-¿Una casa?-preguntó alzando una ceja-Una casota diría yo-agregó por último en tono sarcástico.
Contempló la gran mansión de color marrón opaco que se hallaba detrás de un gran portón de rejas oxidadas y despintadas, no tuvo que hacer esfuerzo alguno por correr aquel portón, con sólo posar una mano este se cayó produciendo un ruido realmente espantoso.
-Estos demonios y su forma de vivir tan horrenda-comentó atravesando el jardín.
Al llegar a la gran puerta de roble podrido tomó el picaporte y empujó hacia el otro lado, tuvo que hacer un poco de fuerza ya que se hallaba caída. Cuando al fin pudo abrirla entró en ella y como era de esperarse, no había luz.
-¿Dónde malditas seas deje mi linterna?-preguntó entre dientes buscando en los bolsillos de su gabardina.
Mientras buscaba la puerta de detrás suyo se cerró con tal fuerza y solo quedó en profunda oscuridad.
-Pero que demonios-soltó volteando-Lo que me faltaba-ladró furioso.
Seguía buscando la linterna que nunca llevó en su bolsillo por descuidado y cabezota, su brazo demoníaco había comenzado a parpadear con un brillo de luz alto, el demonio estaba cerca.
-No me detendrás tan fácilmente demonio-dijo Nero observando hacia todos lados alerta.
Oyó que aplaudieron dos veces y unos faroles se encendieron iluminando toda la sala, Nero observaba confuso lo que sucedía pero no bajó la guardia en ningún momento.
-¡Sal de tu escondite cobarde!-soltó Nero-Atrévete a pelear conmigo-desafió con aire de superioridad.
Unas risas se oyeron.
-¿Tú superior? ¡Pero que gracioso!.
Soltó otras risas, Nero dirigió sus ojos hacia aquella persona de cabellos blancos, mirada azulada, sonrisa arrogante, ropas rojas y negras y unas botas marrones que lo identificaban a lo lejos que estaban sobre las grandes escaleras que descendían hacia la gran sala.
-Da-Dante-nombró entre tartamudeo Nero quien estaba literalmente con la carretilla por el suelo.
-¿Sorprendido de verme nene?-preguntó Dante con aire de superioridad.
Nero no respondió, cerró su boca tragando fuerte, sentía el frío sudor recorrer por su rostro, el cuerpo que le temblaba y el corazón dándole martillazos.
-¿Qué sucede? ¿Has visto un fantasma?-preguntó burlón bajando lentamente por las escaleras con esa elegancia que hace ver a Dante muy atrayente.
Nero trataba de hablar pero sólo balbuceaba cómo tonto, el otro al notarlo sonreía con satisfacción al encontrarlo de esa manera.
-¿Y? ¿No me dirás nada?-preguntó nuevamente Dante deteniéndose ante él.
El menor abrió los labios para soltar las palabras pero se detuvo cerrando nuevamente su boca y sus ojos ¿Qué iba a decirle?
-¿Nero?-insistió Dante.
De un abrir y cerrar de ojos recibió la mano transformada en puño en su mejilla izquierda, el golpe fue lo bastante fuerte para hacer correr de lado a Dante.
-¡Eres un maldito idiota!-soltó Nero.
Dante volvió el rostro hacia Nero y observó que advertía con golpearlo otra vez.
-Hey nene espera-dijo el cazador esquivando el golpe.
El peliblanco menor comenzó a lanzar puñetazos que Dante evadía diciendo a este que se calmara.
-¿Calmarme? ¡Eres un maldito egoísta Dante Sparda!.
Nero lanzó otro golpe pero Dante lo detuvo tomando su brazo.
-¿Me dices a mi egoísta luego de lo que has hecho?-preguntó, más que una pregunta una acusación.
-¡Has jugado con mis malditos sentimientos!-soltó Nero.
-¡No lo he hecho!.
Ahora Dante también alzaba la voz.
-Ah no claro, los has pisoteado y dicho "No pienses de mi de esta forma" total aquí el único que saldría dañado sería yo-gruñó soltándose del agarre.
El mayor frunció el ceño hacia aquel comentario.
-¿Crees que eres el único que salió lastimado aquí?-inquirió.
-¿Ves? Siempre piensas en ti ¡Maldita seas Dante! ¿Cuando será el maldito día que no pienses sólo en ti? ¡Pero no! Dante Sparda siempre fue y será un egoísta-ladró Nero más furioso-has pisado mis sentimientos como si fueran basura sabiendo que te quería-dijo señalando su pecho.
Dante observaba sin expresión alguna, solo oía.
-Pero no te importo lo que sentía, con tal de humillarme aquella vez en el pasillo del local todo acabaría y seríamos buenos amigos, pero no Dante, no es así. Me dolió lo que me habías hecho, me dolió tanto que como un idiota pensé... pensé que también corresponderías a esos sentimientos.
Mientras hablaba sus ojos comenzaban a inundarse en un mar de lágrimas.
-Fui un idiota al pensar que eras una buena persona.
-Si lo soy-susurró Dante.
-No, no lo eres-negó Nero negando con la cabeza.
-¡Si lo soy!-soltó el otro, su voz sonó como eco por toda la sala.
-¡Si realmente lo eres! ¡¿Por qué demonios jugaste con mis putos sentimientos?!-inquirió soltando lágrimas.
Dante no respondió desvió el rostro a un lado.
-Eso pensaba-dijo Nero-No sólo se que eres un egoísta, también eres un idiota-agregó por último metiendo su mano en el bolsillo izquierdo de la gabardina.
Dante desvió sus ojos para observar que sacaba de su bolsillo, contempló que era aquella rosa que le había dado.
-¿Eras tú el que mato al demonio? Bien-dijo lanzando la rosa en el rostro de Dante-puedes tú y esa rosa irse bien a la mierda-ladró.
-Eres un idiota-insultó el cazador.
Lo tomó por los brazos con fuerza, Nero observó confundido como lo sostenía y luego volvió los ojos hacia el rostro de Dante.
-Suéltame ahora mismo-ordenó entre dientes.
-Eres un mocoso mimado que piensa que con solo conocer a las personas por meses puedes saber todo de ellas. Realmente repelo a ese tipo de personas-gruñó Dante.
-Aléjate de mi entonces-ladró Nero.
-¡No puedo!-soltó Dante.
Nero abrió sus ojos de par en par, contempló los cabellos blancos que cubrían los ojos del contrario y como mordía su labio inferior.
-¿Crees que eres el único que salió herido en todo esto? ¿Acaso te has puesto en mi lugar? He vivido mis veinticuatro horas del día a tú lado y que de un día para el otro me vengas a decir que te vas y más con esa...pendeja.
Aquella ultima palabra la dijo de mala manera.
-¿Cómo te atreves a desaparecer por un maldito año?-inquirió aún sin observarlo.
Nero pudo notar que lágrimas descendían por sus mejillas. ¿Dante estaba llorando?
-¿Prefieres estar junto a esa pendeja que...estar a mi lado?
El corazón de Nero latía con tanta ferocidad que le dolía el pecho, frunció el ceño dejando caer las lágrimas también.
-¿Estar contigo?-preguntó-si tú no me quieres a tu lado-dijo con la voz entrecortada.
-No, no es así-susurró negando levemente presionando la mandíbula mientras más lágrimas caían.
-¡Me lo habías dicho aquella vez en el pasillo de la agencia!-soltó Nero.
-¡Se lo que dije!-soltó Dante-lo hice para no lastimarte-agregó por último con la voz entrecortada.
Escondió el rostro sobre el hombro del niño y poco a poco lo soltó del agarre, Nero sentía su cuerpo temblar y como las lágrimas no se detenían.
-Quiero estar junto a ti Nero-susurró Dante.
Era la última gota que hizo revalsar el vaso de sentimientos de Nero el cual lo apartó con fuerza.
-No vuelvas a aparecer en mi vida nunca más. Te odio y deseo tanto jamás haberte conocido-ladró.
Y abandonó aquel lugar sin voltear, no deseaba que su corazón se rompiera cada vez más de lo que ya estaba.
Esa noche al volver a su casa se fue directo a la cocina por un vaso con agua, pero era inútil, estaba temblando de tal manera y otra vez esas palabras en su cabeza.

Quiero estar junto a ti Nero.

Se oyeron como eco, depositó el vaso sobre la mesa e incorporó apenas. Sentía una presión en su pecho, con las pocas fuerzas que tenía se sostuvo con una mano sobre la mesa y con la otra la llevo hacia sus labios soltando leves quejidos mientras presionaba sus ojos con fuerzas empapando su rostro en lágrimas.
Dante se hallaba recostado sobre la cama con un brazo pasado sobre sus ojos.

Deseo tanto jamás haberte conocido.

Se oyeron esas palabras en su cabeza.
-Eres un idiota Dante-se dijo a si mismo mordiéndose el labio, mientras dejaba caer las lágrimas.

Muchas gracias por leer esta historia de DantexNero, me alegra saber que les guste. Es algo que me fascina el escribir historias de estos dos hermosos personajes, espero que les guste el capi de hoy, un poquito sad que digamos. ♥

༒•𝕄𝕚 𝕖𝕟𝕕𝕖𝕞𝕠𝕟𝕚𝕒𝕕𝕠 𝕒𝕞𝕠𝕣.•༒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora