Mi endemoniado amor - Cap 13.

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La mañana comenzaba y Dante estaba amanecido contemplando el rostro de Nero mientras tomaba su mano sana. Desvió los ojos hacia el reloj de pared que marcaba las 07:30 am y los volvió nuevamente hacia Nero. 
-Buenos días-susurró acercando el rostro a su mejilla-Mi pequeño-agregó por último depositando un dulce y duradero beso. 
Oyó que llamaban a la puerta, apartó los labios de la mejilla de Nero. 
-Dante. 
Era la voz de Credo, se levantó del lado de Nero y fue a atender. Al abrirla Credo estaba allí parado con el rostro abrumado por el miedo. 
-Hola Credo-saludó Dante llevando una mano ante sus ojos al sentir los penetrantes rayos del sol sobre su rostro. 
-Hola Dante-saludó Credo-¿Cómo se encuentra?-sus ojos marrones mostraban la pura preocupación y tristeza. 
-Esta bien-respondió Dante asintiendo levemente. 
Lo invitó a pasar y de inmediato Credo se acercó a Nero, tomó su mano contemplando en que estado se hallaba. 
-Nero-nombró a susurro, Dante se posó a un lado del sofá y observó. 
¿Qué ha sucedido con su brazo demoníaco?-preguntó Credo con la mira en el. 
-No lo sé-respondió-Lo he hallado de ese modo. 
-Agnus-nombró entre dientes Credo con el ceño fruncido. 
-¿Agnus?-preguntó Dante alzando una ceja. 
-Él tendrá que ver con todo esto-dijo levantando la cabeza en dirección a Dante. 
-¿Estás seguro?
-Si, estoy muy seguro-respondió asintiendo-Él estaba interesado en Nero, saber que ocultaba en su brazo. Quería experimentar con él y por esa razón lo he traído aquí contigo pero el muy.....bastardo lo encontró-dijo transformando las manos en puños y presionó con fuerza. 
Dante entendía la furia de Credo, ambos deseaban asesinar a Agnus por lastimar a Nero pero no era el momento, debían esperar hasta que se recuperara. 
-Entiendo tu furia Credo-dijo Dante posando una mano sobre su hombro-Pero no es el momento de buscar venganza. Hay que esperar a que Nero se recupere de todo esto. 
Credo soltó sus hombros tensos. 
-Tienes razón, debo enfriar mi cabeza-comentó entre suspiro. 
-¿Quieres beber una cerveza?-ofreció Dante apartando la mano de su hombro. 
-Claro-respondió. 
Fue directo a la cocina y en segundos volvió con dos pequeñas lastas de cerveza. 
-¿No deberías ser tú el que  pague la cervezas?-preguntó Dante lanzando una lata a las manos de Credo. 
El comandante soltó una sonrisa hacia aquel comentario mientras abría la pequeña lata y se sentaba sobre una silla de madera frente al escritorio. 
-Cuando Nero despierte te invito una.
-De acuerdo-rió Dante sentándose sobre su asiento, abrió la pequeña lata de cerveza y bebió un gran trago de ella. 
Volvió los ojos hacia Credo quien tomaba un pequeño sorbo mientras contemplaba a Nero. 
-Credo-llamó, el castaño lo observó como respuesta, sentía una pequeña presión en el pecho, era la culpa. 
-Quiero....quiero pedirte perdón-dijo apenado. 
-¿Por qué?
-Me has dejado a cargo de Nero como su tutor y de esta manera te defraudo-respondió desviando los ojos hacia la pequeña lata que cargaba en sus manos. 
-Hey-llamó Credo-No debes pedirme perdón, has salvado la vida de Nero, eso es lo que vale más que otra cosa-agregó por último soltando una sonrisa. 
Dante volvió sus azulados ojos hacia Credo y regaló una sonrisa. 
-Gracias-agradeció con un peso menos sobre sus hombros-realmente eres un gran amigo ¿Qué digo? Hermano.
-Y tú igual para mi-mantuvo aquella sonrisa el comandante.
Al terminar de beber sus cervezas, Credo se despidió de Dante porque debía ir al castillo. 
-¿Más tarde podemos encontrarnos?-preguntó Credo. 
-Si, en la cafetería de Fortuna-respondió Dante. 
Credo asintió y se fue de la agencia. Dante al cerrar la puerta se quedó allí parado pensando en aquella persona. 

Agnus... 

Nombró en su cabeza tratando de recordar si alguna vez lo había visto o oído. 

¿Será cierto lo que me ha dicho Credo? Y si así lo es la va pagar muy caro, no ahora pero cuando Nero se recupere esto acabará muy mal para ese tal Agnus. 

Pensó Dante recordando en el estado que encontró a Nero. No podía entender como tanta maldad podría abrumar en un ser, si eso le había hecho a Nero temía el que hiciera con los demás con tal de obtener lo que él desea. 
-El humano esta lleno de curiosidad, con tal de obtener las respuestas a cosas que no llegan a entender, son capaces de hacer mucho daño-comentó Dante y observó hacia Nero-sin importar las vidas de los demás. 
La puerta de la entrada se abrió y una cabeza de cabellos azabaches se asomo. 
-Dante-llamó Lady soltando una sonrisa. 
-Lady-nombró respondiendo con em mismo gesto.
-¿Cómo se encuentra Nero?
-Bien, aún no despierta-respondió-¿Y Trsih?
-Aquí estoy-respondió asomando su cabeza de cabellos dorados. 
-¿Han venido a visitar a su nene?-preguntó Dante con un tono burlón. 
-Pues claro-respondió Lady. 
-¿A quién más crees?-dijo Trish. 
Dante se cruzó de brazos con el ceño fruncido, ambas rieron hacia aquella reacción de Dante. 
-Mentira, también venimos a ver a nuestro querido amigo-dijo Lady con un tono de voz tierno. 
-No se nos ponga así-comentó Trish pellizcándole los cachetes. 
-Ya, ya-decía Dante apartando las manos de Trish, ella reía-¿Puedo pedirles un favor?
-Depende-respondió Lady. 
-Vamos chicas, esto es importante-comentó Dante. 
-¿Qué es?-preguntó Trish. 
-Iré a la cafetería de la ciudad a encontrarme con Credo, creo que sabemos quien es el responsable de todo esto-respondió Dante. 
Ambas se observaron entre si y luego hacia Dante. 
-Ni pienses en ir a buscar al responsable de todo esto-dijo Lady. 
-¿Y si te lastima? Ni se te ocurra Dante-negó Trish. 
-Lo sé, lo sé-habló Dante soltando un suspiro-primero deseo que Nero despierte y me cuente lo sucedido, de seguro él lo habrá visto. 
-De acuerdo-suspiro Lady llevando dos dedos al entrecejo. 
-Espero que no hagas ninguna estupidez-advirtió Trish fulminándolo con la mirada. 
-No lo haré, no lo haré-dijo Dante alzando las manos mientras reía. 
Lady y Trish se quedaron a cargo de Nero mientras Dante se iba al punto de encuentro con Credo, deseaba saber de ese tal Sanctus y hacerlo pagar por todo. 
Y Credo de su parte caminaba por los pasillos del castillo, en pocos minutos tendría que encontrarse con Dante.

Debo abandonar el castillo e ir a hablar con Dante sin que nadie me note extraño.

Pensó avanzando y por sorpresa se cruzó a unos soldados de la Orden.
-Señor-llamó uno de ellos firme ante él.
-¿Si soldado?-preguntó deteniéndose. 
-¿A dónde se dirige?
-Iré a hacer guardia por la ciudad. Si el señor Sanctus me busca dile que estoy vigilando el terreno-respondió con su voz autoritaria.
-Si señor-afirmó. 
Se despidió de ellos volviendo a su camino y unna persona de cabellos castaños oscuros que cargaba unos papeles paso a su lado, Credo penetró los ojos en el y contempló que soltaba una ladeada sonrisa, hubo un roce entre ambos, uno frío.
-Muy pronto acabaré contigo-gruñó Credo entre dientes, sabía que el responsable de todo esos experimentos era ese hombre.

No ahora, pero pronto seré yo el que acabe con tu miserable vida.


Abandonó el castillo y fue a su siguiente destino, no se apresuró siguió su camino a paso lento con la mirada fría recorriendo el lugar, no deseaba levantar sospechas. Se detuvo ante la cafetería de la ciudad Fortuna y entró en ella inspeccionando el lugar y en la barra hayó a un hombre de cabellos blancos sentado de espaldas. 
-Buenas tardes-saludó al mesero mientras se sentaba a un lado de Dante-cuando no tú-agregó por último desviando los ojos hacia la copa de helado de fresa. 
-Un permitido-comentó Dante sonriendo como niño.
-Un café negro por favor-pidió Credo. 
Volvió los ojos hacia Dante. 
-Soy todo oídos-dijo este observándolo con la cuchara en la boca.
-A sido él.
Dante asintió levemente soltando una sonrisa ladeada. 
-No sabe dónde se ha metido ese maldito idiota-dijo entre dientes. 
-Lo he oído hablar con Sanctus, él también esta incluido en esto. 
-Ese vejestorio cobarde y ese maldito científico.
-Aún no puedo entender como fue que...
Se detuvo y observó sus manos. 
-Este maldito fue capaz de lastimar a Nero-dijo apretando los dientes con fuerza-fuimos utilizado para sus malditos juegos. 
-Es lo que he tratado de decirles hace tiempo-comentó Dante. 
Credo desvió los ojos hacia Dante. 
-Lo siento tanto por no oírte-se disculpó llevando una mano a su rostro-esto es realmente frustrante-agregó por último soltando un suspiro, se levantó del asiento rápidamente.
-Debo irme-dijo apunto de irse pero Dante lo tomó del brazo. 
-¿A dónde vas?
-A hacer "guardia"-respondió apartando su brazo del agarre-necesito tomar aire-agregó por último abandonando la cafetería y dejando a Dante allí observándolo con preocupación.

༒•𝕄𝕚 𝕖𝕟𝕕𝕖𝕞𝕠𝕟𝕚𝕒𝕕𝕠 𝕒𝕞𝕠𝕣.•༒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora