14: Leyes no escritas. 🌹

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"El odio nunca a sido bueno para nadie después de todo".

•No importa- (Lapiven)

—Elvats

...


      Steven había despertado de su sueño, recuerda vagamente lo soñado, sin embargo, su mente hizo hasta lo imposible por no olvidar aquella escena metafísica ahora guardada en alguna parte de su ser; se halla en un bosque, aunque no era un bosque bañado en mariposas y aire primaveral, era un lugar adornado en polvillo blanco, el polvillo danzante siempre aterriza suavemente al suelo, acumulando pequeños montículos de masa bajo sus patas. Los árboles deslizan pequeñas piedras de cristal y el cielo siempre cambia de color, parece estar en movimiento constantemente, a Steven le recordó a una serpiente, deslizándose en el aire con colores cambiantes e hipnóticos.

No muy lejos de un par de árboles, picudos, como si señalaran una entrada, se encuentra Lapis, sonríe a pesar de estar congelándose, trae varias prendas de algodón colores piel bajo una caperuza oscura. Entonces, de manera involuntaria se acercó al lugar hacia ella, él sonríe sin saber por qué, de los extraños arbolejos se deslumbra una figura, de vestidos grandes y volumen divertidos, Lapis acaricia su hocico sin pudor, Steven se pierde en sus ojos, se hunde a no sé dónde. Le agrada que lo toque a pesar de su coraza rasposa, sus labios revuelven su estómago. ¡Dios!

—Si lo encuentran, lo cazaran... —formula angustiada Lapis. De la oscuridad sale una mano, envuelta en un guante.

—No lo harán, no lo permitiré.

Steven siente preocupación, no por él, si no por ellas, ¿ellas? Antes de que la dama con guante pudiese tocarlo, despertó a causa del canto matutino de algún ave. El sol abofeteó sus pupilas, consciente, recordando lo del día anterior; que habían llegado a los bosques de algún lugar en busca de refugio y se dejaba mimar por las suaves manos de la fantástica criatura voladora, deslumbró a Lapis dormir en su costar, de nuevo el graznido perturbador del ave resuena.

El animal diminuto se acerca al soñar del hada, Steven exhala aire caliente de sus fosas hacia el pájaro, intentando alejarlo, pero este continúa su andar hacia la joven. Frustrado hace temblar levemente el suelo con su pata, el ave canta. Molesto, harto de vanos intentos ruge enfurruñado, sin saber que aquel rugir explotaría en fuego.

Lapis despierta por el caer de un árbol cerca de ella.

—¿Pero qué...? —se incorpora, tapa sus oídos por el incesante rugir de Steven —. ¡Cállate, joder!

Poco hizo caso, Steven continuó su acto, en pocos minutos el lugar se hundió en fuego. Lapis observó a un ave despreocupado en la frente de Steven, él intenta golpearlo con sus patas o quemarlo, nada sirve.

—¡Hombre ya!, sólo es un pajarito.

Lapis se encaminó a los cielos, el humo se expande, esto era malo, poco sabe de lo que estarán pensando los reyes del Norte y Sur, o de los planes que tienen si llegan a encontrar a Steven, tampoco tiene en cuenta a qué otros reinos habrán difundido la noticia de un dragón suelto y activo merodeando los bosques de tierras cercanas.

Una nube obedeció su llamado, esta dejó soltar agua, apaciguando el humo y fuego. Cuando todo se vio arreglado, descendió buscando a Steven, pero en su buscar se halló a un boca floja. Memorias golpearon su mente, así como una promesa rota apareció. Pudo haber sido ira, o rencor, posiblemente ambos conceptos quien conllevó a golpear a Jasped.

—L-Lapis... —vociferó.

—¡¿Qué haces aquí, desgraciado?!, ¡maldito embustero! ¡Delatador!—Lapis empezó a golpear el pecho del padrino. Jasped cierra los ojos con presión, dejado que Lapis hiciese lo que quisiera, daño no hacía sus delicados puños. Fue de pronto que él mismo se dio un puñetazo en el rostro, Lapis aprieta su mandíbula alejándose con sorpresa.

Merece eso y más.

—Veo que no has mejorado en tus modales —dijo Jasped, ignorando el ardor de sus pómulos, mostró una sonrisa apenada con el ceño fruncido —. Lapis yo...

—¡Cállate! Porque si continuas hablando no sé lo que haré.

Lapis distinguió a Steven en posición de guardia ante el ave, Lázuli la ahuyentó moviendo sus manos a un lado a otro, entonces Steven solo se dejó admirar ante Lapis.

—Es un pájaro, no hará nada —aseguró el hada para acariciar el rostro de la bestia, Steven tranquilizó su corazón.

—¿Qué haces aquí, Lapis? —preguntó preocupado Jasped, temía por que la joven estuviese resguardando tal criatura —. Me habían dicho que estabas de nuevo haciendo la prueba, y veo que estás con un dragón.

—¡Ah! Veo que ya has ido a indagar lo que no te importa, gracias...

—Lapis. Sabes que me preocupo por ti, lo de la última vez fue para protegerte, soy tu amigo.

—¡Escucha, Jasped! —Lapis volteó indignada hacia el albino, inclusive Steven empezó a gruñir —. Tú y yo ya no somos amigos. No te involucres en lo que no te importa, ve y arruinale la vida a alguien más, porque yo estoy reconstruyendo la mía.

—Te meterás en problemas si sigues con el dragón —Jasped crispó los puños, ¿cómo podría llevarse al dragón? —Si las diamantes se enteran de esto, no sólo no obtendrás tu título, te desterraran.

—¿¡A sí!?, ¿por qué? —preguntó retándolo, cuán fue su error.

—Primero que nada; no estás cerca de tu ahijado, regla 24 de las hadas, proteges a un dragón, lo cual es un delito en las leyes humanas, y conociéndote, seguramente tu ahijada no tiene idea de dónde estás. No quiero saber que otras cosas a roto a parte de éstas —Lapis le dio la espalda.

—Es para protegerlo...

—¿¡A Rubí!? —preguntó Jasped.

—¡No! Bueno... Yo creía que era Rubí... Pero —Jasped cerró los ojos con presión y preguntó:

—Lapis... ¿Qué hiciste?

***

Lapis nunca pudo entender por qué las diamantes subdividieron el mundo. Dejando mayormente el mundo en manos de los humanos, y que los seres con magia que vivan en terrenos humanos deban acatar sus leyes. Tal ver para permanecer una paz entre especies. Se alegraba ciertamente por sus decisiones, por que si la historia fuese otra, seguramente nunca hubiese conocido a Steven, era también una extraña ambivalencia, pues adorada lo anterior, pero de igual forma lo detesta.

En mente ya tenía un plan, ésta vez no se le iba escapar ése desgraciado como la ves anterior hace diez años.

El hada le había contado su travesía al joven Jasped, pues en su corazón sabía que sí había hecho lo del pasado para protegerla, un lado de su alma le exigía odiarlo, no podía, no puede tirar años de una vida a la basura, no lo perdonaría, descartó los accidentes como que Steven se enteró que era un hada madrina y su enamoramiento.

—Entonces no sabes en dónde está Rubí. —Lapis negó.

—No, pero... Ahora Steven es una bestia lanzafuego. No puedo llevarlo de ésta manera a sus padres, lo matarían. Lo llevaré con Flourite...

Jasped levantó el mentón, el atardecer se haya en lo alto, él sabe que debe volver a su deber, sentados frente a frente, buscando una manera de arreglar un error del destino.

—¿Sabes dónde está? —Lapis volvió a negar.

—Te ayudaré...

Lapis apreció una punzada en su estómago. No puede descifrar dónde está la mentira y dónde es verdad en sus ojos.

Fin del capítulo 14.

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