18: Inalcanzable verdad.❄

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     Abrió la puerta. El pequeño dragón aún dormía en los brazos de Jasped.

—¿Lapis? —preguntó el ser mágico, estaba en un lugar donde no tenía ni una idea de qué hacer o a quién llamar en caso de emergencia.

     Había un aroma enigmático, bastante singular que lo obligaba alejarse. Pero se armó de valor, necesitaba buscar a Lapis, he internamente sabía que no debería estar ahí, si no al hombro de un rey. Tres repisas ordenadas como un escenario evitaban que pudiera ver más atrás, cada repisa contenía botellas de distintas formas, fragancias y colores. En todas tiene adherida una etiqueta con signos desconocidos para Jasped. La luz apenas y toca los muebles.

—Tu amigo ha llegado —dijo una voz, cansada y en cierto grado molesta.

    Las tres repisas desaparecieron de la vista de Jasped, ante el temor de su ignorancia abrazó a Steven, quien duerme apacigüe. Debía admitir que nunca le ha agradado estar en presencia de un mago, son muy misteriosos, escasos y terroríficos en cuando hablamos de magia. Su vista inició en Lapis que alegró su corazón y terminó en la de Flourite que lo llevó a la intriga como pavor.

     El mago lo cubre una túnica completamente larga, decorado con las costuras de signos ligeramente conocidos ante los ojos del padrino mágico, con textura aterciopelada y color azul cielo. Lo único casi visible era su cabeza, la mita de su rostro lo oculta su melena zafiro triste, igual de esponjosa que un león, el otro lado del rostro es una piel sumamente pálida, parecía haber estado en una ventisca helada. Jasped calculó que podría medir dos metros y medio, qué bueno que el techo es alto. Tres ojos caídos horizontalmente lo miran, con un azul profundo. Jasped se preguntó si del lado donde el cabello cubre a Flourite también habría otros tres ojos.

—¿Enserio pensabas vender al dragón? —preguntó el mago mientras Jasped se acercaba a ellos y las repisas volvían a reaparecer.

—¿Qué?, ¡no!, ¡Lapis! —la susodicha le miró indiferente.

—Tardaste en llegar —la bella hada se sentó en un escritorio lleno de libros y plumas, dejando una vista sublima para Jasped.

—Bien, nos alegramos mucho que estén aquí —comentó cordial a voz pausada, tomó una taza decorada minuciosamente, que bajo él; un plato lo sostiene y se la entregó a Jasped, tomó otra con distinta fragancia y la empezó a beber —. Bebe, debes estar agotado. Y por favor toma asiento, debe ser molesto estar cargando a la criatura —se sentó y dejó a Steven en su regazo.

      Jasped dudó tomar la taza ofrecida por el mago, el calor despeja un olor fructuoso, parece espeso, igual al atole. La tomó, ante la mirada pesada de Flourite bebió el contenido, sentía que hacía un acto torpe, como si él se estuviera amarrando en el cuello una soga para ahorcarse.

—Flourite, aún no me terminas de contar por qué estás aquí —Lapis apretó un libro, observó el contenido, no entendió ni una letra, si es que se le podía decir letras a los signos del libro.

—¡Es cierto querida! Como íbamos diciendo, antes de que la Reina Zafiro desapareciera nos mudamos. Pero... —Lapis observó a Flourite, enojada.

Su corazón bombardea con fuerza, la garganta le arde en preguntas, la segunda persona más cercana hacia su ahijada estaban ahí, parado bebiendo tranquilamente.

—¡La dejaste sola!

—No, eso no es cierto. Nosotros la conocimos mucho antes que tú, querida Lapis.

—¡¿Entonces por qué?!

—¡Lapis! Debes controlarte —espetó Jasped, sintiendo a Steven moverse —no eres la única que tiene dudas, ¡me estoy muriendo de miedo y discordia yo mismo! —exclamó. Su semblante no dictaba los dicho por el padrino, salió inertemente —digo... Ah. Cálmate. Sólo cálmate —repitió, asustado por él.

Flourite sonrió.

—No creo que estemos aquí para eso. ¿Cierto? Están aquí para regresar a ése dragón en su forma natural. En todo caso —Flourite miró a Lapis —. Estamos aquí para ayudar a los débiles. No a los fuertes, los fuertes son al final de cuentas los más débiles en mente. Es todo lo que deben saber. Estate satisfecha con eso, Lapis.

La joven hada aspiró cansada, no puede competir con aquel ser poderoso.

—¿Por qué hablas como si fueses más de una persona? —preguntó Jasped, realmente no quería cuestionarle al mago, no entiende cómo es que lo dijo tan tranquilamente. Empezó a intranquilizarse. Flourite le sonrió.

—Porque somos seis personas en un mismo ser —le contestó pausadamente —. Cuatro magos, un brujo y un hechicero a decir verdad.

—¿Y nunca se han separado? —volvió a preguntar Jasped, irritado por no poder ocultar sus dudas. Quería preguntar más a decir verdad, ¿por qué se habían unido en un sólo ser viviente?, ¿qué los conllevó a tal morbo? Con un extraño dolor en el estómago resistió ante su cuestionario.

—Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos separados. Mucho, mucho tiempo. Y la verdad no queremos hacerlo.

—Entonces nunca estarás solo —comentó Lapis.

—A ninguno de nosotros nos gusta la soledad. Es seca y triste, nos impulsa al suicidio. Si lo piensas razonablemente es como el desamor. Es triste y también lleva a matarse.

—¿A qué te refieres? —preguntó Lapis.

—Haces muchas preguntas, Lapis, más de las que deberías decir. Esperaba que las preguntas las hiciera tu amigo Jasped.

—Lo lamento, he oído de usted de parte de Lapis. Pero me aterra saber de usted. Prefiero ligeramente la ignorancia que el saber una gran verdad —se dió una cachetada para dejar de hablar —. Quiero decir..., nada.

—¡Jasped!, ¿qué rayos te pasa? Asustarás a Steven —Lapis se levantó de su asiento y se encaminó a Jasped, preocupada por la dormilona bestia.

—¿Ahora te preocupa Steven?, ¿y yo qué? Ni siquiera sabes cómo es que él se convirtió en un dragón bebé, o lo que tuvimos que pasar para llegar aquí, ¡sólo te preocupa tu maldito título!

—¡Yo sé cómo se convirtió Steven, Flourite me lo dijo!, ¿qué mierda te pasa? ¡Sólo quiero arreglar las cosas!

—¡Pues no estás haciendo un buen trabajo!, ¡quieres arreglar el presente cuando no puedes dejar el pasado como está! —Steven se empezó a mover, sin embargo, ninguno de los dos seres mágicos le tomó en cuenca.

     Flourite escuchó su conversación. Continuaron discutiendo.

—¡Quiero saber!, ¿¡por qué terminamos así!?, ¿acaso está mal querer saber?

Steven ya no está en el regazo de Jasped.

—¡Sólo deja el pasado como está!, o terminarás lastimándote.

—¡No! Yo...

—¡Basta!, nos estresan. Gritar nunca arregla nada. Lapis, creo que iniciamos todos mal. Nos dijeron que querían ayudar al príncipe Steven. Les confesaremos algo —, Flourite bebió de su taza — por lo que habíamos visto, esperábamos a un dragón con pasado humilde y tierra en palmas. No esperábamos a un joven de corona en cuna y poder monárquico en sus manos.

—No entiendo —susurró Jasped.

—¿Qué quieres decir con que esperabas a un joven humilde?

El mago frotó su nuca, por primera ves Jasped vió una emoción en las facciones de Flourite; frustración.

—Esperaba al ser que le otorgó felicidad a mi reina, aquel inocente mal influenciado, al amante de la reina Zafiro, querida Lapis.

Fin del capítulo 18.

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