27: ¡Caballero de corazón! ❄

105 10 4
                                    


     Steven sonrió, fue expectante de la mejor obra del mundo. Le hubiese encantado divagar su cavidad vocal, unir más que simplemente posar sus labios. Encantador su sonrojo, su enmudimiento, que se cierne al primer exhalar de su pecho. Cuando no la sintió más se dirigió a la ventana. «No volverá..., ¡ah que tonto eres, Steven!» Reflexionó. Con un inmenso pesar en el corazón, salió de la habitación.

No estaba listo para estar rodeado de tanta gente, no al menos ahora que algunos de sus sentidos se hallaban sensibles. La impotencia como el coraje a si mismo nublaron su juicio.

***

Una doncella de bellos y hermosos cabellos pastel amarillo intentaba persuadir a su joven señora, esta daba pasos presurosos a su lado, quien sea que la estuviese viendo, creería que es una mujer parlanchina y no cesa de molestar a un humilde caballero.

—¡Debe razonar!, no está pensando claramente. Ya está en casa, el joven príncipe ha vuelto y usted ya no necesita seguir de esta forma. Su alteza, si sus padres se enteran, ¿quién sabe lo que podría ocurrir?

El sujeto con armadura mofa, descuidada y mancillada continuó caminando, adelante se halla la fila para la inscripción del concurso con aspirantes a ser inscritos. Elevó un poco su yelmo.

—Sadie, es muy dulce tu preocupación hacia mí, pero este es una de mis pasiones, viendo cómo pelean aquellos hombres con su lanza mientras yo estoy sentada no me complace. ¡Deseo pelear también!, derribar a los hombres de su caballo y sentir cómo cruje la lanza al estamparse con su pecho. Escuchar el grito eufórico del público, eso me hace feliz. Sabes que no es la primera vez que hago esto —terminó de hablar con emoción. Bajó el yelmo.

—Pero mi señora Maheswaran, esto no es el reino de Norte. Ya ha pasado por mucho, se le ha subido la adrenalina en la cabeza. Debe ir con sus padres, donde estará su prometido y suegros. Es muy diferente pelear dentro de los muros del castillo, junto con profesionales que se preocupan por su bienestar, que pelear con hombres ansiosos de herir. Aquí no hay nadie quien pueda defenderla.

La joven siguió al caballero ya estando en la fila, detrás de ellos, tres concursantes más ansiaban llegar.

—Hablar más fuerte, tal vez alguien no te ha escuchado —susurró—. Quizá sólo tenga ésta oportunidad, Sadie. Después no podré hacerlo más. Mi prometido lo entenderá, es más... ¡Nadie lo sabrá!

—Princesa Connie, no lo haga, se lo imploro, ¿y si alguien la derriba de su caballo? ¡Qué horror!

—¿Nombre? ¿Certificado?—le preguntaron a Connie ya estando frente las inscripciones.

—Sir Seham —dictó a voz áspera. Sacó una hoja café debajo de su mano donde se "comprobaba" que era un caballero con título.

—Pase —dijo el que escribía.

—¿Seham?, ¿qué tipo de nombre es ése? ¿Dónde ha conseguido ése documento?

—Tengo mis contactos, preciada Sadie. Son las cinco primeras letras de mi apellido al revés. ¿Creeistes que sería tan boba como para dar mi nombre real?

—N-no... Es terrorífica cuán preparada siempre está.

Sadie es una mujer honrada, dulce y humilde, de corazón bondadoso y desinteresado. Por lo mismo llegó a ser la primera doncella de Connie, ganándose una confianza irrompible. Sus andadas terminaron en una zona polvorienta, donde otros hombres preparaban sus caballos. Cerca, un precioso corcel, tonalidades marrones y blanco esperaba la llegada de su ama.

—Archimicarus, has podido entrar.

Archimicarus es el caballo más astuto que se podría existir, si pudiese hablar sería más honrado que una persona. Servidor fiel desde la existencia de Connie, uno de los pocos "hombres" que no crítica su forma de actuar.

—Pobre caballo, ponerle el nombre de un personaje ficticio..., ¿no es desalentador? —preguntó la doncella.

—No. Está basado en un familiar sumamente fiel, le ha quedado como anillo al dedo.

—Mi señora, el príncipe Steven; ¿ya le ha otorgado su argolla?

Connie calló, dio una exhalación profunda donde no se oyó por el casco.

—Los acontecimientos anteriores fueron demasiado devastadores que he de suponer que no se dio la oportunidad —subió al caballo —además, hay algo de lo cual me preocupa mucho más.

—¿Y qué es mi señora?

La princesa observó los tableros de la cancha, dos enormes tablones; uno con su nombre y otro con el que competiría. Se lograba divisar los asientos reales, sus padres ya sentados junto con los DeMayo. ¿Qué era lo que le preocupaba, además del anillo? Su querida hada madrina.

Al haber vuelto al castillo, horas después de no haber encontrado al príncipe Steven hace unos días atrás, deseaba la recomendación sabia de alguien, fue inmensa su sorpresa el no hallarla por ningún lado. Pasaron los días y se resignó en esperar, pensando que algo le habrá pasado, causando un sentimiento de intranquilidad en su consciencia. Si esto continuaba, tendría que ir con su madre, llamar a la academia y pedir explicación a los hechos. Eso la desanimaba, la academia era un lugar bastante lejano, oculto entre montañas y valles. No se veía ciudad a la redonda con sencillez. El simple llegar era agotador.

—Ganar —sonrió altanera. Sadie dejó escapar un suspiro en resignación.

—Veo que no logré mi cometido, sólo me queda desearle buena suerte. Tenga cuidado, por favor.

Se escucharon las trompetas.

—Verás que no tendrás por qué preocuparte, sino ellos al enfrentarme.

Un joven se colocó en medio, alrededor se había miles de asientos de piedra con un techo de madera. En el terreno donde se abriría paso a la contienda, una valla de madera, donde en cada esquina tomaría lugar el participante. El joven comenzó a presentar, exclamando las virtudes de los participantes como si los conociese de toda la vida.

La madera de la lanza se quebraba en mil pedazos cada vez que Connie apunta al pecho de su contra atacante. No era la princesa con un canto sublime que podía atraer una bandada de pájaros, sin embargo, sí lo suficientemente virtuosa como para derribar a un hombre de cien kilos de su caballo. Rápidamente se convirtió en una de las favoritas del público, todos ansiando conocer el rostro debajo de aquel yelmo. Mas Connie no era la única quien resaltaba en las contiendas. Otro concursante por nombre "Universe" ganaba siempre que peleaba, sin duda alguna, Connie pensó que sería un contrincante digno por luchar.

Al ser un evento pequeño, pasó el tiempo rápido, las finales marcaban —como se esperaba— Seham y Universe; jugadores finales. El público creaba un bullicio por el final del cual ansiaban llegar, ¿quién sería el vencedor? Connie está lista para lo que llegase junto su valeroso corcel.

La mano derecha de Connie le hormiguea, temía que su lanza cayera al suelo por su nerviosismo, llegó tan lejos que no quería arruinarlo por su emoción. Tomó las riendas del caballo con la izquierda esperando la señal para iniciar la batalla final. La trompeta volvió a sonar, el caballo de su enemigo galopaba furioso, aquel pelaje noche era temerario, ni hablar de su jinete quien despejaba un aura discordante. Pero Connie no se dejó intimidar, su lanza golpeó un poco arriba de su pecho en un segundo de distracción por el contrincante, la zona donde deben estar las clavículas, derribando al jinete de su caballo, el público gritó y aplaudió al tener por fin un vencedor. Poco duró el júbilo de Connie y los expectantes.

Todos quedaron impactados al descubrir que el caballero perdedor se trataba del príncipe Steven. El colmo de aquel infortunio fue cuando bajo el yelmo del caballero vencedor era nada más y nada menos que la dulce y refinada princesa Connie al enterarse a quién había herido.

Fin del capítulo 27.

---------------------------

     El capitulo 28 será subido junto con el 31. Gracias por leer. 

Follow Me | Steven UniverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora