XIII. Viaje

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Ross

Sabía que me había pasado de la raya con Laura pero sinceramente ya estaba cansado de su estúpido juego, nunca puedo ganar con ella. Jamás podría.

Ella no quiere una relación ni mucho menos enamorarse. Yo quiero que se enamore de mi. Ella odia dar el control, lo detesta y le aterra... Yo odio darle el control a ella.

Por cosas como esas, lo nuestro jamás funcionaría. Ya habían pasado dos semanas desde que hablé con Laura y eso solo me dejaba un mes para la boda, lo cual me ponía nervioso.

¿Le digo a Emma que me acosté con su mejor amiga en cuatro ocasiones, contando el baile de graduación?

Como si la hubiera llamado con la mente, mi teléfono comienza a sonar anunciándome una llamada de mi prometida.

— Hola, cariño. ¿Cómo estás? — me saluda alegre como siempre.

Sonrío levemente. — Bien, esperando a la próxima modelo. Llegué bastante temprano así que aproveché para desayunar aquí. Mi jefa quiere hablar conmigo, no sé de que.

— ¿Todo en orden?

— Claro. ¿Tú que haces?

— Estoy probándome el vestido. ¡Ya está casi listo! Ross, queda solo un mes... Jamás me he sentido tan feliz.

— Me siento igual... Tengo que colgar. Te amo, cielo. — murmuro para después terminar la llamada.

Me sentía completamente culpable.

— No, es que... es tan jodidamente caliente. ¿La has visto? — pregunta un hombre a su acompañante, entrando al estudio. — Pero lo jodió todo. Me llamó Ross, ¿quién diablos es Ross?

Su amigo suelta una carcajada y le da palmaditas en la espalda divertido.

— ¿Quién diría que la perra terminaría enamorándose?

— Es un jodido afortunado. Sea quien sea... Quisiera ser él. — responde. — Buenos días, Lynch. — me saluda.

— Buenos días... — murmuro. — ¿Y la modelo?

— Oh, ni me hables de ella... Espero que no me recuerde. Fue la noche más vergonzosa de toda mi vida, ¿puedes creer que me llamó por el nombre de otro hombre? Finalmente la tenía dispuesta para mi... Pero un jodido afortunado logró lo que todos querían. Al parecer él la dejó. ¿Cómo puede ser tan imbécil? Si fuera él... No la dejaría ir.

Río levemente mientras niego con la cabeza mirando mi cámara.

— Las mujeres son complicadas. — digo, recordando a Laura.

— Ni me lo digas... Pero son preciosas y seductoras.

Estoy a punto de responder, pero escucho una voz femenina familiar y de inmediato me doy la vuelta.

— Sophie, cielo... Mamá tiene que trabajar. — le dice a su hija que está al teléfono. — Dile a Savannah que te deje ver series. Te amo. ¡Adiós!

Laura corta el teléfono sonriendo pero su sonrisa se borra al verme allí.

— Ross... — murmura sorprendida.

— Oh, con que él es Ross... — susurra Eric, el hombre que tuvo el problema con su chica.

Espera...

Laura era la chica de la que hablaba.

 ¿Laura se había enamorado de mi? ¿No había podido estar con otro hombre por pensar en mi? ¿Era eso posible?

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