XV. Imbécil.

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Maratón 1/3 (Próxima actualización 23:00hs)

Ross

Faltaban dos semanas para casarme y las cosas entre Laura y yo estaban yendo de manera increíble. Sophie me adoraba y yo ya la quería completamente, al igual que a su madre.

— ¿Piensas volver del paraíso o te quedarás allí? — pregunta Calum mientras hacemos videollamada.

— Shh... Habla bajo... Sophie está durmiendo. — susurro mirando a mi princesa dormir.

— Oh, ahora tienen una hija.

Río suavemente. — ¿No es preciosa? Nunca creí querer tanto a una niña en tan solo dos semanas.

— Ross, en dos semanas tendrás que dejar a ambas.

Suelto un bufido y llevo a Sophie a su habitación con cuidado. Tras dejarla en su cuna y depositar un suave beso en su frente, vuelvo a mi habitación.

— Lo sé. Pero... No quiero hacerlo. Esta semana ha sido increíble, jamás me he sentido tan bien y no es solo el sexo, es todo... Son ellas.

— Ross, Emma no se merece esto. Es su mejor amiga.

— Lo sé... No puedo detenerlo. Laura y yo jamás estaremos juntos, jamás seremos una familia ni tendremos una relación sólida.

— Sé sincero conmigo. Lo necesitas.

Suspiro y asiento lentamente, mientras me debato en si decírselo o no. La última vez que lo dije... Laura se fue de mi lado, literalmente.

— Amo a Laura. La amo completamente, con sus defectos y virtudes... Nunca he dejado de amarla y creo que jamás dejaré de hacerlo. — confieso sonriendo.

Sinceramente... Se sentía bien decirlo al fin.

— Bueno, ya no tiene más remedio esto... Sé feliz, Ross. Eres mi mejor amigo, te cubriré en esta. Consígueme una cita con Raini, la amiga de la perra, y estamos a mano.

— Se lo pediré. — le aseguro.

Cuando levanto la vista, Laura está en la puerta de la habitación tan solo con su ropa interior y un rojo intenso en sus labios.

— Corta la llamada. — me pide seria.

— Calum, debo irme... — murmuro con dificultad mientras miro a Laura.

— Usen protección. — dice mi mejor amigo antes de cortar.

Laura se acerca a mi lentamente y saca la laptop de mis piernas para ocupar ella su lugar. Joder...

— Dímelo a mi... — me susurra en el oído. — No huiré.

Ella había escuchado mi confesión... Y seguía aquí, queriendo que se lo diga a ella.

La beso con suavidad para después mirarla a los ojos directamente.

— Te amo, Laura Marie Marano... Te amo desesperadamente. — murmuro acariciando su mejilla.

Laura cierra los ojos y suelta un suspiro para después sonreirme ampliamente.

— Te creo... — me dice antes de besarme con desesperación.

Gimo mientras la presiono más a mi cuerpo, y cuando sus manos se dirigen a mi camisa, la recuesto en la cama quedando entre sus piernas.

— Toma el control. — pide. — No has sido el primero en muchas cosas, pero sí el primero en hacerme el amor. Y el primero que me ha hecho cambiar de opinión, entre otras cosas...

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