XI. Sorpresas

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Ross

Me despierto por el sonido de mi celular y atiendo para no despertar a la mujer acostada a mi lado.

— ¿Si? — susurro.

— ¿Dónde diablos estás? Son las siete de la mañana, me levanto para ir al trabajo... Y simplemente no estás. — me grita mi prometida.

— Lo siento. La madre de Laura se accidentó y me he quedado con ella en el hospital, ahora estoy en una sesión. ¿Necesitas algo?

— ¿Desde cuándo tienes sesiones los domingos? — pregunta pero suelta un bufido y lo deja pasar. — Está bien. Que tengas un buen día, cariño. Te amo.

— Yo también te amo. — respondo sonriendo levemente y corto la llamada.

Suelto un suspiro y miro el cielo. Era un hermoso amanecer.

— Buenos días... — murmura Laura antes de besar mi mejilla y yo la beso con cariño.

— Buenos días, cariño. — digo sonriendo mientras acaricio su mejilla. Joder... es tan hermosa.

— ¿Quieres ir a desayunar? ¿O tienes que irte con Emma? — pregunta.

— Tengo toda la mañana libre. Hoy debe trabajar así que... soy todo tuyo.

— En ese caso... Vistamonos y vayamos a desayunar, luego si quieres podemos ir a mi casa y ver algo.

— Me encantaría. — acepto complacido.

— Entonces... ¿Seguiremos haciendo esto?

Sonrío de lado y la recuesto nuevamente quedando encima de ella para después comenzar a repartir besos por su cuello.

— ¿Esto responde tu pregunta?

Laura suelta una carcajada y niega con la cabeza divertida.

— Necesito que seas más específico...

— Oh... Si eso quieres... — murmuro para después besarla.

Y así comenzaba una increíble mañana con la mujer que poco a poco estaba recuperando mi corazón. Era Laura. Siempre sería Laura... pero lo nuestro no iba hacia ningún lado.



— ¿De qué trabajas? — me pregunta mientras desayunamos.

— Soy fotógrafo.

— Pensaba que seguirías con la banda... Tienen talento.

— No estábamos listos y esas cosas no son lo mio... La fama y eso, tú ahora estás con gafas de sol para que nadie te reconozca en un lugar cerrado. Esas cosas no quiero para mi.

— Me acosté con la sensación del momento... Soy la carne de todos los paparazzi.

Ruedo los ojos riendo levemente y me dedico a comer. No quiero hablar sobre ella estando con otros hombres... No quería saber nada sobre ello.

— Ross, no he estado con nadie más desde que te encontré nuevamente. No porque esté enamorada o alguna mierda como esa, es solo que... No lo sé... No puedo.

La miro sorprendido. — ¿Has estado solo conmigo?

— Si... — murmura avergonzada provocando una sonrisa en mi.

— Gracias por eso.

— No te creas la gran cosa. — dice cruzada de brazos intentando mantenerse seria pero una sonrisa se le escapa.

—Oh, en estos momentos me siento completamente especial. — bromeo.

— Lo eres... Para mi, lo eres.

Y nuevamente me sorprendía. Un silencio se instala entre nosotros, ninguno sabe qué decir tras aquello, hasta que Laura carraspea nerviosa y se levanta.

— ¿Vamos? — me pregunta.

— Yo... Si... — murmuro para después pedir la cuenta.

Cuando estamos saliendo, la abrazo por la cintura y la guio a mi auto.

— Podría empezar a salir con Rocky, así saldríamos los cuatro juntos y tendríamos excusas para vernos. — propone.

— No saldrás con mi hermano.

— ¿Por qué no? No somos nada, Ross.

— Porque es mi hermano.

— ¿Y?

— Y tú eres mi chica.

— ¿Y?

No lo negó.

— Y... — comienzo a decir acercándola a mi. — Odio la idea de tú con alguien más.

— No lo besaré ni nada por el estilo, Emma se sentirá segura si piensa que estoy con tu hermano. Es un buen plan.

— De acuerdo. Hablaré con Rocky. — acepto de mala gana.

— Solo serán dos meses... Luego seguiremos nuestros caminos por separado. — me hace saber para después subirse al auto.

Jodida castaña.




Al llegar a su casa, bajamos del auto riendo y conversando entre nosotros olvidando por completo nuestra charla anterior.

— ¿Sigues obsesionada con Grey's Anatomy? — pregunto sonriendo mientras caminamos hacia la puerta de su casa.

— Oh... Eso no se pregunta.

Ruedo los ojos riendo mientras ella intenta abrir la puerta de su casa pero mi risa muere cuando la puerta se abre por si sola... O más bien, por un hombre.

— ¡Al fin llegas, Laura! Sophie no ha dejado de nombrarte. — dice el hombre.

La cara de Laura es un poema. No se esperaba encontrarse con él. ¿Quién diablos es?

— Yo... Mierda... ¿No estabas en un viaje? — pregunta sorprendida.

— Te dije que volvería esta semana con Sophie. ¿Lo has olvidado?

— Si... ¿Cómo... Cómo...?

— ¡Mami! — grita una niña corriendo hacia Laura y le abraza las piernas.

— ¡Hola, bebé! ¿Papá te ha tratado bien durante estas semanas? ¿Te has divertido? — pregunta Laura sonriendo feliz.

— Por supuesto que la he tratado bien. Ahora... ¿Le presentarás a tu esposo el hombre que está contigo? ¿O tendré que hacerlo por mi cuenta? — pregunta el padre de la niña.

¿Esposo?

¿Hija?

¿Ha tenido una familia todo este tiempo y no me lo había dicho?

¿Qué mierda sucede aquí?

The Wedding Donde viven las historias. Descúbrelo ahora