Prólogo

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 —¡¿Qué?!—Gritó Nico a pleno pulmón al escuchar lo que su amigo le recomendaba.—¡¿Estás mal de la cabeza o qué te pasa?!


—Sería la solución a todos tus problemas, Nicolás.—Respondió con cierta tristeza.—Eres un chico guapo, las pujas subirán a un precio desorbitado, yo no me lo pensaría si estuviese en tu situación.

—Pero... eso es ilegal ¿no?

—Ya eres mayor de edad, tienes los dieciocho ¿sí o no? Y necesitas acabar tus estudios, tu trabajo no llega para pagar el alquiler y no tienes familia, ¿qué vas a hacer si no?

Nicolás agachó la mirada un tanto tristón.

Daniel tenía toda la razón del mundo.

Era huérfano, sus padres murieron cuando tenía los dieciséis, su única tía, hermana de su padre, decidió dejarle vivir en casa durante dos años, pero le exigía el sueldo entero, por no hablar de las broncas que tenían día y noche, era una mujer imposible que se quejaba hasta por oírle respirar.

Cansado de aquello y tan solo con el graduado en la eso, por no poder continuar sus estudios, decidió irse a vivir a un piso de alquiler en un barrio de la muerte, pero el dueño de la pizzería en la que curraba parecía estar pasando unos apuros, y llevaba dos meses sin pagarle.

Su amigo Daniel le había dejado algo de dinero, pedirle más era impensable y ni loco se quedaría a vivir en su piso a pesar de habérselo ofrecido, pues vivía con su novia embarazada y la habitación libre la estaban preparando para el bebé.

—Pero...vender mi virginidad, suena tan... ¿desesperado?

—Una tía lo hizo hace poco, y la puja ganadora fue de dos millones de dólares ¿te imaginas con ese dinero por echar un polvo? Podrías comprarte un piso, estudiar lo que te diese la gana, montarte un negocio...¡yo que sé!

—Pero a ver...Daniel, recapacita, una tía, yo no soy una tía.

—Los chicos jóvenes, están muy codiciados, ¿sabes la de hombres multimillonarios que acuden a locales nocturnos buscando ese tipo de relaciones sexuales? Lo que pasa es que la gente se lo caya, y ese sitio, es muy discreto, allí se han negociado hasta los espermatozoides de tipos famosos, vamos, que yo no me lo pensaba.

Nico soltó una risotada desesperada, ¿de verdad estaba considerando esa opción?
Se imaginaba largándose de Marbella, olvidándose de toda esa puta gente que le había jodido la vida durante tanto tiempo, comenzando una vida nueva, de cero.

Y todo, gracias a un polvo.

—No creo que nadie vaya a pagar por mi.— Negó con la cabeza de inmediato.

—¿Qué no? ¡Nico! Tienes cara de adolescente de catorce, con esas pecas y esos ojos tan azules, y tu cuerpo es muy llamativo, estás delgadito y marcado, eres todo un yogurín.

—Tío, que me sacas los colores.

A Nico le gustaba su amigo, no era un enamoramiento profundo, pero si se sentía atraído por Daniel desde que le conocía, lo cual era ya hacía cinco años.

Nunca se había atrevido a decirle nada, porque tenía más que clara la orientación sexual de su mejor amigo, y revelarle sus sentimientos, solo estropearía las cosas.

—Aquí te dejo la web en la que tienes que inscribirte, es fácil, rellenas tus datos personajes, servicios que deseas prestar o lo que quieres vender, lo que sea, la web te llamará cuando una subasta esté disponible y acudan compradores que puedan estar interesados en lo que ofreces.

Daniel se levantó del viejo sillón que tenía los muelles fatales, el cual Nico usaba también para dormir, pues había vendido la cama al vecino de enfrente en un intento desesperado de conseguir pagar la factura de la luz y el agua.

Las horas se le fueron a solas, observando el papelito en el que la web estaba apuntada, no tenía ordenador, ni internet, pero podía acudir al ciber.

La sola idea de que cualquier hombre arrebatase aquel momento tan digno que había conservado para el que fuese algún día el amor de su vida, le producía pavor. Pero después venía ese sentimiento de liberación, de darle una patada a la puerta de aquel piso asqueroso y no volver a mirar nunca más atrás.

Lo haría, lo tenía más claro que nunca, iba a hacerlo, necesitaba escapar de la pobreza, tener una nevera llena, pagar las facturas, seguir con sus estudios, vivir con dignidad de una vez por todas.

La pesadilla de BruceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora