21.Carta de despedida

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21. Carta de despedida

Este capítulo está escrito bajo el punto de vista de Bruce.

Terminé de meter la última de sus camisas en una caja, suspiré al envalarla con la cinta, Radisson se subió a la cama para oler sus cosas.

—¿Tú también le echas de menos?—Le arrullé entre mis brazos haciéndole un par de mimos.

Volvíamos a ser solo dos en el equipo.

El timbre sonó a lo que apreté los dientes, dejé al minino sobre la cama y bajé la última caja hasta el salón.

Tener que volver a verle se me hacía un mundo, ya había pasado una semana desde que se marchó.

Una semana a solas en la que tuve tiempo de pensar, razonar y aceptar mi destino.

No le iba a decir la verdad, no quería responsabilizarle con esa carga, no merecía pasar por lo mismo que pasó con sus padres y nunca me perdonaría el haberle hecho este daño.

Abrí la puerta sin saber que cara poner, un gran sentimiento de alivio me invadió al ver que solo estaba Daniel.

—Vengo a por las cosas de Nicolás.—Gruñó.

Entendía su enfado.

—Sí, aquí está todo, ¿quieres un café o un vaso de refresco antes de irte?

Daniel levantó las cejas adoptando una postura chulesca, no era más que un chaval de veinte años, su actitud era normal a su edad.

—No me trates como si no hubiese pasado nada, no te trago, no puedo ni verte, te crees que por tu puto dinero puedes mangonear a las personas y adueñarte de los sentimientos de chicos jóvenes, ingenuos e inocentes como Nicolás.

—Daniel...—Supliqué, no me encontraba en condiciones de soportar otra abatida.—Por favor.

—Tu educación apesta, vas de tío guay y no eres más que una mierda, ¡una maldita mierda!—Me gritó a la cara a lo que me mantuve inmóvil.

—¿Cómo está él?—Pregunté, fue lo único que pude decir, porque era lo único que me importaba.

No había dormido pensando en si estaría bien, en si lo habría superado, en si fui demasiado duro, en sí echaría de menos mis abrazos en las noches...

—¿Y a ti que te importa?

—Aunque no lo creas, le quiero.

—Y una mierda, tú solo quieres a tu tarjeta de crédito, pedazo de cretino.

—Daniel por favor, dime como está Nicolas, no te cuesta nada.

—Está mal, ¿vale? No hay manera de levantarle el ánimo, se ha comprado un apartamento y ha empezado a estudiar, al menos tuviste la decencia de pagarle en condiciones.—Torció el rostro.— Pero no te preocupes, pronto de olvidará, me encargaré de que conozca a otro tipo mejor que le trate como el príncipe que es.

Me froté la sien, el hecho de imaginar a Nicolás en los brazos de otro me envenenaba vilmente.

—¿Por qué tío?—Preguntó.—A él no se lo dijiste, pero ten un par de huevos y dímelo a mí, ¿por qué no te quedaste con él? Vale que no sirva como empleado para tu mierda de empresa, pero...¿y lo personal? ¿la intimidad? Se os veía bien juntos, yo creía que...mierda yo creía que erais hasta novios y lo teníais callado

Mantuve la postura y el silencio unos segundos, si Daniel me daba su palabra, quizás sería buena idea contarle la verdad para que en un futuro, cuando Nicolás rehiciera su vida y ya no me recordara en absoluto, podría confesarle lo que realmente sucedió y al menos, saber, que sí le amé.

La pesadilla de BruceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora