Capitulo 1: Contrato

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Malaga brillaba mas que cualquier día, la ausencia del sol dejaba a la vista un paisaje triste y frio, gris, turbio e incluso deprimente.

Para mi, eran los días mas bonitos, mas incluso que los calurosos atardeceres de verano en los que ir a la playa se convierte en la orden del día.

Me gustaba lo gris, lo carente de color y lo oscuro. Por eso fue quizás, que también Bruce Hunter consiguió calarse en lo mas hondo de mi corazón.

Pero para llegar a ese punto, antes debo comenzar desde el principio de nuestra historia, la cual tengo la necesidad de escribir para hacer inmortal a ese hombre que cambió mi vida para siempre.

Digamos que es una especie de tributo, o quizas solo es una excusa, tal vez sea la necesidad se contarle a alguien lo que siento, lo que me ha arrastrado a escribir estas letras y desnudar mi corazón.

La pesadilla de Bruce fue el misterio mas difícil al que jamas me enfrenté, con un triste final que no habría imaginado ninguno de los dias que pasé a su lado.

Para que podáis entender, ahora me encuentro en la cafeteria, con un refresco de naranja, viendo personas que caminan, que hablan, que siguen con sus vidas.

Y entre  ellas aparece él, Bruce Hunter, el empresario y escritor de éxito que quiere proponerme un contrato del cual no se absolutamente salvo que será de una duración de un año con una remuneración bastante generosa la cual me solucionará muchos problemas.

Sus andares son seguros y elegantes, parece estar desfilando y eso me hace reír, dos mujeres se giran a mirarle, un señor frunce el ceño y el sigue de largo, regalandole una caricia a un perrillo que se le acerca y le olisquea el pantalón.

Sus ojos se encuentran con los míos, la boca se me seca y me veo obligado a saludar con la mano, de forma infantil.

Los nervios me hacen perder la seriedad en todos los momentos importantes de mi vida.

-Buenos días, Bruce.- Saludo una vez mas cuando retira la silla y toma asiento.

Mira la hora en su reloj de muñeca y vuelve a enfocarme.

- Buenas tardes, Nicolás. - No sé si me esta saludando, o me está corrigiendo, pues son mas de las doce del medio día.

El camarero se acerca, Bruce pide un café solo y sin azúcar.  Yo sería incapaz de tomarme algo tan amargo.

Cuando el trabajador toma nota y decide marcharse, mi futuro jefe saca una funda azulada para colocarla en la mesa. Deja su maletín negro sobre la silla desocupada que está en nuestra mesa.

-Bien, Nicolás. - Abre la funda y saca varios papeles, toma un bolígrafo del bolsillo interior de su chaqueta y pulsa el botoncillo que hace salir la punta, tacha varias "x" en los sitios que debo firmar y me lo entrega todo.- Toma el tiempo que necesites para leerlo, si estás de acuerdo, firma donde he señalado.

Trago saliva, me siento como Ana en 50 sombras de Grey, sinceramente no soy partidario de ese tipo de relaciones y en absoluto me va el sadomasoquismo, asi que leeré todo con detenimiento.

Hay cosas que no entiendo, levanto la vista para preguntar y sus orbes color marrón me atraviesan, siento que puede ver el miedo, el nerviosismo y la ansiedad que provoca en mi.

-No te preocupes por nada, será sencillo y llevadero.- Respondió  a mis pensamientos. - Solo firma, y ya.

Repiquetea con la yema de los dedos sobre la mesa, toma un sorbo de café, me quedo embobado con su preciosa y masculina barba, carraspea la garganta y retomo la lectura.

-Por lo que dice aquí ... ¿voy a trabajar en tu empresa?

-Vas a aprender a llevar mi empresa.

-¿Que? ¿Para qué quiero yo eso?

-Bueno, eso te daria un nivel de estudios que yo me encargaria de certificar, además de la experiencia y el haber trabajado mano a mano conmigo, solo intento asegurarte un futuro.

Suena bonito, caritarivo, demasiado bondadoso para ser cierto.

-¿Y esa preocupacion por el futuro de un desconocido se debe a...? - Espero ansiosamente una respuesta que me deje convencido, quiero firmar, pero no quiero cagarla.

- Necesito a alguien honrado y honesto que trabaje para mi, que sea fiel al cien por cien, que no corrompa la politica de mi empresa ni viole su seguridad, que cuide de lo mio como si fuese suyo.

-Ya.- Me rio.- ¿Y que le hace pensar que yo soy su mejor opcion? Podria contratar a alguien cualificado para ese puesto y ahorrarse todas las molestias, señor Hunter.

Siento que soy mi propio enemigo al resistirme a dicha oportunidad, pero quiero destapar el velo que cubre las intenciones reales de Bruce.

-Lo que me hace pensar que usted es el indicado, Nicolás, es que a pesar de no tener donde caerse muerto, deber meses de alquiler y trabajar para alguien que no le paga, ni lo hará, se está negando a mi oferta por el simple  hecho de pensar que no lo merece.- Bebe otro sorbo de café y carraspea la garganta de nuevo, parece que no le gusta demasiado. - Es cierto que no tiene experiencia, pero como le dije, lo que busco es honestidad y honradez, dos cualidades que a usted, Nicolás, le sobran.

Arqueo una ceja, me tiene medio convencido, pero hay algo que me deja divagando, el contrato no dice nada referente al sexo.

-¿Usted quiere tambien....?

Bruce sonríe de lado esperando a que acabe la frase que ya me arrepentí de empezar.

-¿Qué  quiero?

-Bueno, ya sabe, yo estaba vendiendo mi virginidad cuando me contactó para una entrevista...

-No pretendo obligarle, no soy esa clase de demente, tener dinero no me da derecho a imponer mis deseos sobre la voluntad de otra persona, eso solo pasará  si a los dos nos apetece.

Me enrojecí, claro que a mi me apetecía, no habia visto jamás a un hombre tan atractivo e interesante como él.

-¿Y por qué debo norificarle todo lo que haga? O eso es lo que dice aquí.

-Es una medida de seguridad, no puedo arriesgarme a que te suceda algo, deberás informarme de cualquier salida que vayas a hacer fuera del horario que tengamos programado.

-Bueno, yo no es que salga mucho, pero tengo un amigo con el que suelo ir a tomarme algo de vez en cuando.

Bruce asiente.

-Entiendo, las salidas nocturnas estarán prohibidas, te lo advierto desde ya.

¡Venga hombre! ¡Con lo que me gustaba salir con Daniel a tomarme unas copas!

-¿Por qué?- Cuestiono intentando que no se de cuenta de lo que me molesta la idea.

-Mi ritmo de vida no es fácil, tendrás que aguantarlo y necesitarás descansar.-Dice sin más entregandole un billete de 20 euros al camarero, me digno a sacar la cartera para pagar con los ultimos cinco pavos que me quedan.
Él hace un gesto con la mano y me impide pagar.

-Mientras estes conmigo, todo correrá de mi cuenta.

Suspiro y vuelvo a releer el contrato.

¿Qué  hago?

Cerré los ojos, dejé salir todo el aire de mis pulmones y firmé sin pensarlo más.

Nunca imaginé el cambio tan drástico que mi vida daría desde ese instante.

La pesadilla de BruceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora