Sarah venía entrando a la mansión Parkinson luego de una ardua jornada de trabajo en el ministerio, Robert estaba sorprendido que hubiera conseguido un trabajo tan rápido y sin ayuda de la familia.
— Corazón, ¿dónde estabas? — le pregunto, Robert al momento que se sentó en el comedor.
— En el trabajo — respondió, agito la varita para que pareciera los alimentos en la mesa, montó los platos para cinco personas.
— ¿Invitaste a alguien? — soltó otra pregunta, ella asintió — sabes que debes avisarles a mis padres primero.
— Lo entiendo, y... ¿dónde se encuentran? — pregunto al no notarlos cerca.
— No han de tardar — justo dijo eso y sus padres aparecieron en medio de la sala de estar, luego caminaron al comedor.
— ¡Vaya!, se lucieron — comentó, el señor Parkinson.
— Fue su hijo quien preparo todo, suegro — aseguro, Sarah sonriente, ellos se sentaron y comenzaron a servirse.
— ¿Su invitado no vendrá? — pregunto, la señora Parkinson,
— Gracias por notar mi ausencia, familia... — se escuchó una voz, para después que Voldemort se acercara a la sala del comedor — un gusto ser su invitado de honor — se sentó junto a Sarah, frente a los padres de Robert.
— ¿Qué está haciendo él aquí, Sarah? — le pregunto, su esposo.
— Ha querido conocer a tus padres... no les puedo negar tal privilegio — respondió ella.
— Realmente asesinaste a Jenna, él no te manipulo — dijo casi para sí mismo, pero todos alcanzaron a escucharlo.
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Voldemort probo un poco de la ensalada, de la proteína que ofrecían, luego se levantó, volteó a mirar a Sarah y ésta asesinó a los padres de Robert frente a sus ojos.
— ¡Avada Kedavra! — señaló a los señores Parkinson.
— ¿Por qué me haces esto? — exclamo, Robert — si quieres el dinero, tómalo... no me interesa... sólo déjame apartarme de ti.
— No me interesa el dinero — aseguro, Sarah — ha sido de ayuda no puedo negarlo, pero no es esencial y aunque quieras irte, amor... no lo harás — dijo completamente segura mientras acariciaba su mejilla.
— ¿Por qué lo dices? — pregunto tratando de no doblegarse ante ellos.
— Tengo a tu heredero en mi vientre y no lo dejarás... no conmigo... no después de lo que he hecho... — aseguró, Sarah acariciando su barriga que aún no era muy notoria pues dos meses no agrega mucho volumen.
— No trates de engañarme — exclamo, Robert tomando fuertemente de su brazo.
— Nacerá en octubre... pronto sabremos si es niña o niño — comenzó a contar, éste la soltó — pero de igual manera, sea del sexo que sea, tú lo amarás, lo cuidarás y lo protegerás... — aseguró — te unirás a nosotros, le servirás al señor tenebroso, te guste o no... no tienes otra opción — le ordeno.