Capítulo I

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Eduard Bruns

Era una noche como cualquier otra en la oficina del departamento de policías del pueblo, mi socio Liam estaba de vacaciones hacia 1 semana y yo atendía los casos que se presentaban, lo que no era un gran problema para mí, dado a que jamás -y créanme cuando dijo jamás- he dejado un caso sin resolver. Así es, soy el terror de los delincuentes en este lugar.

Me gradué con honores en la academia de policías cuando apenas tenía 22 años, era un niño inexperto, claro, pero siempre fui demasiado obsesionado con resolver crímenes y eso fue lo que me llevo a seguir estudiando para especializarme en el tema. Todo era como lo quería, cuando terminé mi carrera por completo comencé con una racha imparable, a los pocos años el diario "El viento" me entrevisto para sacar una nota a la que titularon "El detective de los últimos años". Mi fama creció a pasos agigantados gracias a ese artículo, me hice conocido por todos lados, la gente me saludaba y me alentaba en las calles, es por eso que me llamaron del departamento oficial de policía de la zona para que me una a su equipo de trabajo y aquí estoy desde entonces, ya hace 25 años.

Todo iba perfecto en mis expedientes, hasta la noche del 8 de mayo de 1998. Me encontraba en mi oficina sin mucho para hacer, mi café estaba amargo y caliente, como me gustaba tomarlo. Escuche el teléfono sonar en la oficina central del departamento, la Oficial Fernández contesto la llamada, luego de un rato se dirigió a mi oficina...

- Señor Bruns, hubo un crimen en las calles Bianco y Agüero, parece que se trata de una familia asesinada

Tomé  mis pertenencias y junto a un gran grupo de policías nos dirigimos al lugar del crimen. Cuando llegamos todo era un verdadero desastre, había sangre por todos los rincones de la casa, incluidas las paredes.

El padre de la familia se encontraba sentado en una esquina con la garganta abierta de par en par, recostada a su lado su esposa y madre de sus hijos, presentaba puñaladas, 3 en la zona del pecho y una en la yugular que le causo la muerte inmediata.
La familia Miller estaba compuesta por 5 integrantes, de los cuales 3 eran menores de edad. Al niño mas grande (Yaco, 13 años de edad) lo habían atado de manos y pies, estaba debajo de una mesa, como si hubiese querido esconderse, una sola puñalada en su cuello causo su muerte, la autopsia revelo que falleció desangrado. El niño del medio (Tomas, 9 años) detrás de su hermano, tirado a unos metros boca abajo, presentaba 5 puñaladas en su espalada y algunos cortes en sus brazos.
La pequeña Abril Miller (6 años) se encontraba con vida y no presentaba ninguna lesión, o por lo menos no física. Estaba aterrada, con sus ojos abiertos, llenos de lágrimas, casi sin querer pestañar en un rincón del salón. Con sus manos rodeaba sus rodillas y su respiración era demasiado agitada.
Los profesionales en el área de psicología retiraron a la niña de la habitación y la llevaron al departamento de policías, por otro lado, yo buscaba pruebas de aquel asesinato para poder atrapar al culpable y ponerlo entre rejas.

El hombre del sacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora