Capítulo II

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Angus suspiro harto cuando entro a su casa, al fin podía dejar de escuchar la voz de su hermano, por amor a Dios, aún no entendía cómo una persona podía hablar tanto, que agradeciera que eran familia porque lo hubiera atravesado con la espada a la primera oportunidad. Se retiró la túnica y la dejó colgada, subió la manga de sus brazos y se puso manos a la obra tenía cuatro horas y cuarenta minutos para deshacerse del desorden acumulado por dos semanas.

Empezó lavando la loza, la seco, limpio el mesón, guardo la loza en los muebles, barrio la cocina, el living, el patio, los cuartos, hizo las camas, ordenó los juguetes de sus hijos, lavo y guardo la ropa, sus pergaminos y por último se sentó en el sillón con la respiración agitada, dispuesto a descansar unos minutos, pero dio un salto cuando se dio cuenta de que faltaba media hora para que llegaran a su casa y él aún no hacía el almuerzo.

Se detuvo en seco cuando escucho la puerta abrirse, ¿Ese reloj estaba atrasado? Espero unos segundos, tomó la espada de juguete de Jack y terminó de abrir la puerta.

— ¿A dónde vas con esa espada de palo jovencito?— exclamó una anciana—Mira que todo lo que sabes, te lo enseñe yo.

—Ma...má ¿Qué haces aquí?—preguntó ayudándole con las bolsas que traía del mercado

—Llegue de misión anoche, les traje una olla con almuerzo y mercadería para que alimentes bien a mis tres nietos —reclamó con una sonrisa

—Pero ¿Qué les pasa a ti y a mi hermano? Mis hijos están bien ¿Cuántas veces debo repetirlo?—comentó un poco impaciente.

—Eres igual a tu padre, orgulloso e impaciente, relájate cariño no somos tus enemigos somos tus aliados y es nuestra forma de mostrar nuestra preocupación— dijo acariciando su mejilla—Soy tu madre y sé que siempre pensaras en el bienestar de tus hijos más que en tu propia vida, pero al igual que ellos ahora estás sufriendo.

Angus sonrió al encontrarle razón a su madre, la casa le recordaba a su mujer en cada rincón, jamás pensó que la misión de recuperar el libro de los muertos terminaría con la vida de su esposa, si no hubiera dejado que su oponente le hiriera, abría corrido más rápido y evitado la muerte de su esposa.

Dos días se había demorado en despertar de aquella inconsciencia, dos días en que ignoró la noticia del fallecimiento de su esposa y el dolor de sus hijos. Oliver se guardó las lágrimas en su funeral, James no salió de casa en dos días y Jack se quedó en el jardín a esperar a que llegara nuevamente por la entrada de la casa.

—Angus, ayúdame no te quedes allí—dijo su madre

Angus negó con su cabeza antes de volver a ayudar a su madre a servir el almuerzo para sus hijos. Se sorprendió cuando vio a través de la ventana aparecer a Oliver y James, atrás de ellos Ramsés y Jack, quien traía una pequeña gaza en la mejilla.

Abrió la puerta viendo como los mayores entraban asustados ante la mirada seria de su padre. Ramsés sostuvo a Jack de los hombros, quien bajo sus ojitos verdes ante la mirada de su padre.

— ¿Qué sucedió Jack?—preguntó impaciente

Jack cerró sus ojos al escuchar la voz de su padre, extrañaba la voz dulce de su madre.

—No ha querido hablar, Angus—comentó Ramsés—Se levanto de su asiento y golpeó a Will Gamp sin razón, ambos se golpearon sin explicación alguna.

— ¿Vas a hablar ahora?—preguntó viendo como el menor bajaba ahora la mirada—Si no te defiendes, te irás a tu cuarto sin almorzar ¿Entendiste?— comentó viendo como su hijo le miraba asustado—Habla.

—Quiero ir a mi cuarto—contestó el menor, sorprendiendo a su padre— ¿Puedo ir padre?

—Ve—concedió sorprendido.

Lo vio pasar por su lado y abrir la puerta, dejándola así y entrar en su cuarto ¿Qué había pasado para que su hijo de seis años no quisiera hablar? Miro a Ramsés pidiendo una explicación.

—Me sorprende tanto como a ti, Will Gamp quedó con un ojo morado de un solo golpe, tiene bastante fuerza para dejarle un ojo así, tendrás que presentarte mañana para que pueda entrar a clases, el padre del niño puso una queja. Trate de defenderle pero cuando le pregunté qué ocurrió pidió permiso para guardar silencio—comentó preocupado.

—Muchas gracias, por venir a dejarle, tratare de sacarle información para mañana, vuelve a casa con cuidado—pidió a su amigo.

Entró a la casa viendo como sus hijos mayores almorzaban bajo la mirada alegre de su abuela. Camino hacia el cuarto de su hijo Jack, se paró viendo como la puerta se deslizaba dejándole entrar al cuarto. Su hijo estaba dándole la espalda como siempre lo hacía cuando su madre lo regañaba por molestar a las gallinas.

Se sentó en la cama y llevo su mano al cabello castaño de su hijo, no le gustaba regañar a Jack, todo de él, le recordaba a su mujer.

—Joven Jack Gaunt— pronunció viendo como su hijo se volteaba a mirarle apenado— Permiso denegado a guardar silencio, hable.

Jack bajó la mirada y observo a su padre nuevamente, sabía que para su padre las reglas eran importantes y que cuando las usaba en ellos, eran porque debían obedecer.

—Solo lo golpee porque me molesto su presencia—mintió mirando a su padre a los ojos—No guardaba silencio y no podía entender la clase, me impaciente y lo golpee.

Angus le miró sospechoso por unos minutos, eso se parecía a algo que haría James u Oliver, pero no su hijo Jack, él era sensible, amable y paciente. Fijó sus ojos en su hijo buscando algún indicio de mentira, pero él no era bueno leyendo esas cosas, prefirió suspirar.

—Vamos a almorzar, pero por hoy te quedaras en el cuarto y solo saldrás para comer cuando yo avise, ese comportamiento no es propio de ti y se debe corregir—dijo tomándolo en brazos.

Jack sonrió al escuchar que podía almorzar y abrazo a su padre, para ir a la cocina, de todos modos el ojo morado se lo tenía más que merecido. Nadie ofendía a sus padres y salía ileso de su comentario, no mientras él estuviera vivo para defenderlos.

Angus Gaunt. Todo y Nada (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora