Capítulo III

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Angus había estado en situaciones incómodas, pero nunca una como esta, la mirada de enojo del joven Will Gamp era para preferir enterrarse vivo antes de querer enfrentarla, para colmo su hijo Jack no ayudaba, su mirada amable se había eliminado por completo de su rostro, sus ojos verdes se habían oscurecidos y su ceño fruncido, se podía sentir la tensión en cada célula del cuerpo y para adornar la sonrisa nerviosa del niño.

¿Dónde se metió Ramsés?—pensó impaciente—Estos niños se van matar con la mirada.

Sonrió nervioso cuando el padre del otro chico le miró de igual forma.

—Valla que Jack ha crecido, jamás pensé que estaría en la misma clase de mi hijo—comentó el otro llamando la atención de Angus.

—Debería haberlo hecho el año que viene, pero debido a las circunstancias he tenido que adelantarle un año—explico tomando a su hijo de los hombros—Es excelente con la espada y en defensa personal, no quería que esperara más tiempo, necesitaba desafíos nuevos para mejorar sus habilidades.

—No me sorprende, era de esperar de un miembro de la familia Gaunt—dijo con orgullo el otro

—Muchas gracias Maestro—dijo Angus con una sonrisa

Jack se sorprendió cuando escucho esa frase de su padre, miró al padre de su enemigo con admiración, todo lo que su padre sabía era gracias a ese hombre. Vio a Will mirar a Angus y sonrojarse.

—Lamento el golpe que le propinó mi hijo al suyo, maestro—se disculpó apenado

—No te preocupes, mi hijo no es un santo, suele hablar mucho más de lo que debería—dijo mirando a su hijo de reojo—Con lo poco que he observado a Jack, se perfectamente que no daría un golpe a una persona sin provocación así que mi hijo debió darle una razón para hacerle reaccionar así.

Jack sintió pena por su compañero al ver que se avergonzaba de su comportamiento, miró su mano y volvió su mirada a la puerta de la habitación, viendo aparecer a su maestro Ramsés. Suspiro y extendió su mano para sorpresa de todos los presentes, provocando que Will le mirara con atención.

—Lamento haberte golpeado, no pensé que te dejaría el ojo así. No quiero ser tu amigo, pero si quiero valorarte como un enemigo digno de combate—confesó viendo como los adultos le observaron aún más sorprendidos— ¿Conflicto solucionado?—consultó dudoso.

—Será un honor tener un Gaunt como enemigo digno de combate—comentó el niño estrechando su mano con el otro.

Angus observo a su maestro aún bajo la atmósfera de sorpresa, su hijo lo dejaba así cada vez que tomaba la palabra. Ramsés sonrió al escuchar aquello de boca de sus alumnos, se sintió orgulloso de ser su maestro.

—Ahora que solucionaron el problema regresen a su clase, en silencio —pidió viendo cómo los niños salían del salón.

—Creo que los niños ya solucionaron sus problemas deberíamos aprender de ellos—dijo Ramsés con una sonrisa

—Estoy orgulloso de ver que todos mis alumnos están felices de sus logros, Alma como madre estaría orgullosa de Jack, Angus y como tu esposa se que estará feliz de que eduques a tus hijos con honor—dijo con una sonrisa.

—Muchas gracias maestro—pronunció un poco avergonzado—Ahora si me disculpan debo presentarme en el trabajo, me recomendaron para una misión—dijo, haciendo una pequeña reverencia, para luego retirarse.

Abandono el salón y camino por los pasillos, viendo como en el jardín estaba tanto el grupo de James como el de Jack practicando afuera con la espada. No había día en el que no se sintiera orgulloso de sus hijos. Camino por las calles de la capital con paso apresurado, entró al edificio y se dirigió a su casillero.

Lo abrió y sacó el pequeño pergamino, leyó el documento mordiendo su labio al leer el tiempo de misión, no podía dejar a sus tres hijos completamente solos un fin de semana completo, con las peleas de Oliver, James y Jack de seguro la casa se incendiaba. Cerro, el casillero.

— ¡Padre!— exclamo Oliver al ver a su padre en el edificio, corrió hacia él. Angus le miró con una sonrisa.

—Oliver, ¿Qué haces aquí?—Consulto sorprendido— ¿Por qué no estás en clase?

—Me han llamado para una misión de fin de semana —dijo con orgullo viendo como su padre compartía su felicidad.

— ¿Este fin de semana?—consulto angustiado, suspiro al ver que su hijo asentía ¿Al cuidado de quien iba a dejar a James y Jack?

— ¿Sucede algo?—preguntó extrañado

—Creo que tendremos que buscar una niñera porque también debo ir a misión durante este fin de semana—hizo saber preocupado—No me atrevo a dejar a James y Jack solos.

—Y si le pides ayuda a nuestro tío, él dijo que podíamos llamarlo cuando presentáramos dificultades—dijo Oliver caminando hacia la salida del edificio junto a su padre, viendo como este le miraba con inconformidad— ¿Quiere que te ayude a buscar a alguien?—preguntó preocupado.

—Tú, preocúpate de prepararte para que tu misión sea un existo y yo me preocupo de esto, yo soy el padre y una de mis funciones es estar listo para estas situaciones—dijo mostrando una leve sonrisa.

Oliver asintió con preocupación. Su padre era un hombre de combate, no un dueño de casa, usualmente siempre se quedaban solo unas horas a cargo de casa pero dos días, era algo completamente distinto. James no podía cargar con la responsabilidad de cuidar a Jack porque él solo tenía diez años y Jack seis.

Angus salió de la capital dejando a su hijo ya en la academia para su siguiente clase, camino a paso lento hacia el cementerio. Al llegar compro unas flores en el puesto y se dirigió a la tumba de su esposa, dejó el ramo en medio de la tumba, acarició el grabado donde estaba el nombre de su amada. Cerró sus ojos unos segundos, juntando sus manos.

—Ayúdame, Alma—pidió angustiado—No sé qué decisión tomar, siento miedo de dejar salir a Oliver y de no tener quien cuide a James y Jack—confeso sentándose en el cementerio.

El viento sopló y las flores se movieron con su danza, teniendo como único sonido la voz de Angus hablándole a su amada.

Angus Gaunt. Todo y Nada (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora