Ni una simple sonrisa. Ni un poco de luz en aquellos ojos bicolor, quizá era por la escasa luz de la mañana colándose por su ventana. Abrazaba sus piernas ocultando parte de su rostro entre las rodillas mientras su vista continuaba perdida en la nada de su habitación, cualquiera pensaría que estaría viendo el borde de su cama o la pared, pero ni siquiera el reflejo de algún pensamiento que alegrara esos ojos. Si había que decir que ahí había algo, seguramente hay tristeza.
Aun lo recordaba con claridad, aun sentía esas manos recorrer su cuerpo, esos besos húmedos sobre su piel, aquellas ardientes mordidas que le dolían arrancándole pequeños quejidos que se ahogaban con facilidad en la mano del mayor. Aun recordaba cómo le sujetó y volteó contra la cama, jalando sus cabellos pero hundiéndole el rostro entre las almohadas, sintió la respiración de ese azabache en su nuca, y después como se dedicó a marcar su espalda del mismo modo, despojándole en el trayecto de cada una de sus prendas.
La vergüenza de hallarse completamente desnudo bajo el cuerpo de ese hombre, tener que soportar sus caricias por el bien de cierto rubio. En algunos lapsos cortos pensaba en que quería que su hermana mayor subiese a su habitación a detener eso, pero... Quizás ella terminaría en peligro. Sí, la noche de ayer, la sintió tan fría y al mismo tiempo tan caliente como una fiebre, o eran las manos de Dabi que le quemaban con cada roce.
El azabache se encontraba sobre el menor de cabello bicolor, sujetando sobre la cabeza de éste ambas manos, entrelazando los dedos de ambos como si de un par de enamorados a punto de tener sexo se tratase, pero no era así. Todoroki no amaba a Dabi. Ni siquiera sabía que era lo que éste quería de él.
Sentía que su pecho dolía en cierto punto cuando el azabache de forma constante succionaba dándole mordidas, y Todoroki, pensando más que nada en la seguridad de su hermana cubría por si solo su boca o simplemente se mordía los labios con fuerza estando a escasos segundos de casi perforarlos. Aquellas manos ahora fueron a su rostro, dejando sus manos libres, y notó como el mayor tenía una mirada hasta seductora, en esos profundos ojos turquesa... ¿Dónde los había visto antes que no lograba recordarlo en ese momento?
Hubiese preferido recibir alguna palabra por parte del azabache pero este no dijo nada, sólo esbozó una suave sonrisa antes de ir a besar las mejillas del menor e ir hasta uno de sus oídos, dándole un beso tras una lamida lo que ocasionó que la piel del joven de cabello bicolor se erizara.
— Detente... —Decidió murmurar muy despacio, claro, como si sólo con pedirlo Dabi mágicamente fuese a detenerse. Ni siquiera fue así, sólo logró que este se alzara de nuevo para mirarle al rostro y acortar esa distancia para unir sus labios, moviendo los suyos sobre los del menor quién los apretaba para impedir el paso de aquella húmeda lengua que se deslizo sobre sus labios.
— ¿No te gusto?— ¿Gustarle? ¿Cómo se atrevía a preguntarle eso con tales acciones? Todoroki ni siquiera le respondió, le miró con una indiferencia fría. — Vaya... Te resistes, no muerdas. —Hizo una suave pausa acercándose al rostro del menor para volver a besarle, obligándole a abrir los labios para introducir su lengua en la cavidad bucal de este. Todoroki se tensó, y aprovechando que tenía las manos libres de inmediato trató de apartar al azabache, aquel beso era mucho para él, ni siquiera podía seguirle el ritmo, ahogaba sus quejidos en él, y la falta de aire le estaba matando, sintió claramente como su lengua fue dominada por la del contrario y se vio obligado a cerrar los ojos con fuerza sin poder mantenerle más la vista a esos ojos turquesa.
Cuando por fin se detuvo, el menor estaba jadeando cubriéndose el rostro para evitar las frecuentes fotografías que Dabi solía tomarle a cada momento, no sabía si eran para amenazarle aún más o por simple diversión y fetiche del azabache.
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Go Fuck Yourself
FanfictionIrónicamente, tras una salida tarde de clases, Todoroki Shōto tiene la casa sola para él, sin embargo su privacidad y planes se ven arruinados cuando alguien más yacía ahí tomando tranquilamente un té.