Capítulo 17 - Días pasados.

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En la ciudad caía una de esas últimas lluvias de la estación. Y a pesar de ser una de esas noches lluviosas, cierto joven vagaba entre las calles evitando las miradas, abrazándose a sí mismo sin frenar sus pasos, salpicando el agua estancada en las banquetas y con las gruesas gotas cayendo sobre su cabeza y cuerpo.

Su cabello bicolor estaba completamente empapado al igual que su rostro, pero en su rostro no sólo escurrían las gotas de la lluvia si no también algunos restos de lágrimas... Se repetía constantemente que no debía llorar por esas cosas, que debía ser fuerte, pero la impotencia, el coraje y el dolor le podían más en ese momento. Aun sentía el dolor en su mejilla de ese fuerte puñetazo que le dio su padre junto a una paliza, jamás creyó que la violencia en su casa fuese a cesar, pero tampoco creyó que su Padre se atrevería a maltratarlo de nuevo por no querer hacer lo que le pedía.

Tampoco es como si pudiera huir, no tenía a donde más ir. No quería molestar a Fuyumi ni preocuparla más, pero el hecho de volver a su casa le atormentaba, sin embargo no podía quedarse toda la noche en la calle con esa lluvia, con vergüenza ni siquiera se atrevía a pedirle alojamiento a Midoriya quien había sido su primera opción, tampoco a ningún otro de sus compañeros. Detuvo sus pasos debajo de una lona en un local cerca de una esquina, tal vez sería mejor si dejaba que la lluvia pasara, esperaba que su padre no se atrevería a seguirlo o sería peor, le recordaría que tan preso era en su propia casa y ese destino que aunque tratara de superar no podría del todo, pues la fuente seguía ahí... Esos grilletes seguían ahí.

Sacó su celular de su bolsillo esperando que no estuviera tan empapado. El impulso de marcarle a Midoriya o distraerse hablando con alguien para sentirse mejor le pudo en ese momento, sin embargo le faltaba valor por lo que simplemente se quedó observando la pantalla pasando su brazo por el rostro para limpiarse las lágrimas y de más. Un carro que iba un poco rápido le salpicó los pies, ¿Tan mediocre era? No se molestó en decirle algo, era su error quizá por estar muy en la orilla buscando cubrirse de la lluvia por lo que simplemente ingresó al callejón, ni la lluvia le haría volver a esa casa, que si hubiera sabido bien, al salir corriendo habría jalado el paraguas para llevárselo.

Aun escuchaba los gritos de su padre "¡Shōto! Ya no estás en edad de hacer estos berrinches, olvida esa etapa rebelde de una buena vez." Claro que él no quería llorar pero le resultaba inevitable en ocasiones cuando todo se amontonaba en su pecho.

Se subió a un contenedor de basura bajo unas escaleras esperando que las gotas cayeran con menos insistencia mientras trataría de generar calor de forma natural sin recurrir a su lado izquierdo, simplemente se abrazó las piernas recargando las mejillas en sus rodillas dejando que su flequillo cubriera sus ojos.

— Soy patético... —Murmuró despacio, centrado en sus emociones ni idea tenía de la silueta que se había detenido en la entrada de ese callejón. Un joven de cabello azabache, igualmente empapado por la lluvia, indiferente a ello, no se quedó mucho tiempo observando al menor, al menos no desde un lugar visible, tampoco es como si quisiera ser descubierto.

Tal vez no podía acercarse al principio, pues no sabía que le sucedía a ese joven muchacho, por otra parte no se hubiese interesado en ayudarlo o siquiera quedarse en la esquina al fondo del callejón llegando por otra calle para evitar que algún sujeto quisiera pasarse de listo con él, la razón por la que lo hizo fue por aquellos bicolores cabellos empapados que logró ver...

Fue tras varios minutos transcurridos que el azabache había tomado cierto valor para acercarse y preguntarle qué era lo que sucedía, pero para su sorpresa el joven de cabello bicolor bajó de ese contenedor de basura con cuidado pues casi se le acalambran los tobillos al estar algo entumido... Había decidido volver a casa, pero lo haría sin que su Padre se enterara, no quería darle el gusto ni el derecho de que lo insultara apenas llegara, así que fácilmente sabría cómo infiltrarse en su propia casa para llegar a su habitación.

Go Fuck YourselfWhere stories live. Discover now