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Sin poderlo evitar las lágrimas descendían por sus ahora rosadas mejillas, sin poderlo evitar el dolor le carcomia el corazón. De hecho, más bien, era el miedo que sentía hacía aquella tan repentina decisión.

Tenía miedo de perder a Jennie, tenía miedo de que ella se fuera con otra persona, tenía miedo de que Jennie aceptara.

Pero era tan cobarde...
No podía confesarse, un gran nudo se había formado ya en su garganta haciéndole imposible el habla, junto con una horrible sensación en el estómago, pero, sobretodo, en el corazón.

De cualquier manera, aunque hiciese lo que hiciese, Jennie amaba a otra persona.

¿Qué podía hacer?

Exacto, nada.

Ya no podía cambiar nada.

¿Qué posibilidades tenía?

Correcto, ninguna.

《Eso aún no lo sabes》le alentaba su consiencia, sin embargo Rosé negó para sí misma, haciendo caso omiso de aquellos pensamientos.

Parecía que todo lo que se había guardado durante aquella terrible escena salía a la luz en ese momento, todos aquellos sentimientos reservados salían a la luz justo en ese preciso momento.

Y en ese instante logró decir con su voz entrecortada:

—Jennie...

Sólo eso pudo decir, ese nombre de esa precisa persona quién le robaba el sueño desde hace tiempo, esa persona por la quién suspiraba.

De esa persona de quién estaba terriblemente enamorada.

—Jennie... No

¿Porqué era así?
¿Porqué simplemente no lo podía decir?

《Te amo》

Dos simples palabras con un gran significado. El cuál puede cautivar pero de la misma forma puede destruir.

Después de todo así de complicado es el amor.

Odiaba verse así, aunque desde niña Jennie era su soporte y le había visto en peores situaciones odiaba verse débil, odiaba sentirse débil.

Pero, ¿Quién no fue débil antes de ser fuerte?

También era egoísta y lo sabía, después de que la castaña le dijera acerca de su confesión, en lo más profundo de su ser deseaba que JiSoo no le correspondiera, algo cruel ¿no?

Pero también sabía que era su mejor amiga, lo sabía desde que hicieron aquella promesa en el pasado, y cómo tal también deseaba la felicidad de Jennie aunque ella no estuviera incluida en esta.

Su mejor amiga, sólo eso y nada más.

Cuando entraron en aquel espacioso departamento y Jennie cerró la puerta tras de sí no pudo evitar el que sus ojos se cristalizaran para próximamente lágrimas descendieran de aquellos hermosos ojos.

Y aunque le llamaba con sollozos de por medio, parecía que su amiga estaba en medio de una crisis existencial pues ni siquiera le había vuelto a ver. Sólo estaba ahí, barada en sus pensamientos observando a la nada misma.

Así que le tomó de la chaqueta aún con la cabeza gacha y sorbio su nariz (que ahora también se encontraba roja) y con un hilo de voz le volvió a llamar.

Esta vez si hubo resultado pues la chica salió de su trance ante aquel contacto y le preocupó ver a su amiga de tal forma.

No era la Roseanne que siempre llevaba una sonrisa consigo, no era esa Roseanne que  veía el lado positivo de las cosas. Ahora era aquella niña miedosa de aquel entonces, aquella niña que se sentía sola, aquella niña insegura, aquella que vivía bajo la sombra de su hermana. Porque así se sentía ahora, cómo esa niña del pasado que creyó olvidar, pero no era así, pues sentía miedo de que su soporte se derrumbara.

No, de hecho, estaba equivocada.

Jennie no era su soporte, era mucho más que eso y mucho más que su mejor amiga.

Jennie es esa persona que vió algo especial en ella, es la persona que le apreció y le quiso por lo que verdaderamente era.

Algo que ni sus padres pudieron hacer.

—Ro-Rosie, ¿qué tienes? ¿Porqué lloras? —le tomó de los hombros para después estrujarle entre sus brazos y que esta ocultara el rostro y lo hundiera en su pecho.

—No aceptes —le respondió en susurro pero fue inaudible para la mayor.

—¿Cómo? —preguntó debido al tono bajo con que su amiga hablaba —. Será mejor que hables cuándo te encuentres más calmada ¿sí? Inhala y exhala. Sólo respira.

Y así lo hizo.

—No aceptes —repitió —, Jennie no aceptes —esta vez tuvo el valor de verle a los ojos.

Al hacerlo provocó que el corazón de la mayor se a
paralizara  al verle así.

Se encontraban cerca, muy cerca la una de la otra, sus respiraciones se mezclaban y sólo un movimiento más y sus labios podrían unirse.

—Sólo no aceptes —atraída como un imán centró su vista en los labios de su amiga, esos que había logrado probar en reiteradas ocasiones.

Besos los cuáles Jennie no tenía idea que hubiesen ocurrido pero debido a la cercanía de esos instantes imitó la acción de su amiga y también dirigió su vista hacia aquel punto en especifico del rostro contrario.

Su mente se nubló por completo, era como si nada existiera en ese momento, sólo ellas dos, nada más.

Nada podía salir mal ¿no?

Cerrando ambas sus ojos se acercaban poco a poco, todo era tan insitante, todo tan era atrayente.

Una maravillosa sensación fue cuándo sus labios se unieron en un ligero compás lleno de amor, sus bocas encajaban perfectamente la una con la otra.

¿Cómo podía definir aquel contacto? Era como si miles de aquellas famosas "mariposas en el estómago" hicieran aparición y revolotearon aún más cuando Jennie posó sus manos con algo de temor en la cintura de Rosé y esta encantada con aquel bello momento rodeó con sus brazos el cuello de Jennie.

Corazón Roto │Chaennie│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora