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 Su expresión no era para nada la mejor y aquel acto provocó el que se soltara de manera algo brusca para encarar a aquel que impedía su ida.

­­—¿Qué te pasa JiSoo? —mucha había sido la sorpresa de ahora tenerla en frente suyo.

—¿Qué quieres? —respondió secamente a su pregunta.

—No puedes responderme con otra pregunta —dijo de igual forma.

Le dolió el cómo la mayor le había respondido, esta al notarlo trató de tranquilizarse y ya con su normal tono de voz volvió a hablar.

—¿Qué es lo que necesitas Lisa? —volvió a suspirar dirigiendo su vista a los ojos de su menor encontrándose con aquella mirada que tanta ternura le causaba y añadió aún con clara molestia —: ¿No deberías estar con Taehyung?

—Tengo que hablar contigo —se acercó tomándola por los hombros y susurró en su oído —. No es necesario que estés celosa.

Lo que provocó que la mayor se estremeciera en su lugar, la voz de Lisa junto con el tono que usó llevo consigo a que la de menor estatura tuviera un notario tono rojo en sus mejillas.

  — ¿D-De qué hablas? Será mejor que no lo hagas esperar, ya vete —esto último lo dijo con clara tristeza en su voz, había empujado a la contraria que no se movió ni un centímetro de su lugar y antes de que la mayor se fuera la trajo hacia si —. Sueltame Lisa.

Aún seguía molesta, se notaba por su forma de hablar sin embargo los reconfortantes y cálidos brazos de Lisa rodeándole provocó que esta ocultara su rostro en su pecho, acto que de alguna manera mejoró su ánimo.

  — No — negó al instante— . Sólo déjame explicarte todo, por favor.

Y si, sin importar cómo estuviera el clima en tal  momento ambas seguían ahí, incapaces de separarse, no importaba el frío que hicera o el cómo las demás personas les vieran sólo por permanecer debajo de una clara llovizna. El frío era lo de menos, ambas encontraban la cálidez que le hacía falta en la otra.

...

Su celular sonaba desde hace minutos, la pelinegra hacia caso omiso a este importándole poco quién fuera el de las incontables llamadas. Aunque ya se hacía una clara idea de quién podría ser y cuando el sonido ensordecedor del azote de la puerta junto con una furiosa mujer entrando a su habitación se lo confirmó.

— Mocosa inútil, ¿se puede saber el porqué ignorabas mis llamadas y mensajes? — cerró sus ojos y frotó sus sienes tratando de estabilizarse para después fulminar con su mirada a su hermana menor.

Su hermana podría estar que explotaba en este momento, su mirada pudo haberle intimidado pero su imagen para la pelinegra en este momento era algo gracioso de ver debido a que la chica bien vestida frente a ella se encontraba mojada de pies a cabeza y unas cuántas gotas resbalaban por su cuerpo mojando así también la alfombra de su habitación.

  — ¿Qué te resulta tan gracioso? —tomó una de las almohadas y se la arrojó a la chica que seguía riéndose de su persona — . Cómo puedes ver, no he tenido un buen día y tú evitandome lo hace aún peor.

— ¿Qué quieres? — preguntó con seriedad esta vez.

— Quería verte— respondió sentándose en la alfombra justo en frente de la pelinegra.

Roseanne quedó estática durante unos segundos ante las palabras de su hermana, preguntándose quién diablos era la persona que en frente suyo se encontraba y que demonios había pasado con su hermana mayor. Incluso pensaba el no haber escuchado bien las palabras de la mayor y con claro desprecio volvió a hablarle.

  — Que irónico, hace unos años dejaste muy en claro que lo que menos querías hacer era estar junto a mí — se dejó caer en su suave cama y dirigiendo su vista al blanco techo de su habitación por lo tanto no pudo ver la expresión de dolor de la contraria.

Quién suspiró sabiendo que se lo merecía, no había sido la mejor de las hermanas y ahora lo aceptaba. Por lo tanto se había propuesto a tratar de llevar una buena relación con la pelinegra, una relación que nunca pudo darse. No obstante, no todo era su culpa y lo tenía muy en claro puesto que quienes habían influenciado en su destruida relación con su hermana fue nada más y nada menos que su madre.

Esta despreciaba de sobremanera a la pelinegra, incluso antes de casarse con quién era su padre, tal era su avaricia por todo lo que la chica heredaría de parte de este y por lo tanto lo que más quería era apartarla de aquella fortuna que quería fuera dirigida nada más para ella y su hija.

  — Ni siquiera eres mi hermana, y de verdad no entiendo el porqué de repente eres atenta conmigo —retomó la palabra la pelinegra.

Si el anterior comentario le dolió, este fue mucho peor y el tono con que le hablaba le lastimaba más incluso podría romperse a llorar de la frustración y arrepentimiento ahí mismo — cosa que no estaba tan lejos de pasar— y con un desagradable nudo en la garganta y temblando se acercó a su hermana.

La pelinegra se reincorporó al sentir cómo gotas de agua le cayeron en el rostro y molesta se había sentado y antes de que pudiera siquiera decir palabra alguna unos brazos le rodearon mientras que no sólo por el estado de su hermana le mojaba, sino también por las lágrimas que ahora mojaban su hombro.

  

 

   

Corazón Roto │Chaennie│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora