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—¿Acaso te dejé sin palabras Kim? —sonrió de manera burlona.

¿Le estaba retando?

No sabía que decir o siquiera que demonios hacer, no entendía el comportamiento de su amiga. Es decir primero le hace llorar, después se enfada ¿y ahora trata de jugar con ella? ¿Acaso quería provocarle?

Creía conocer ya todas las facetas de Roseanne pero se equivocaba completamente.

Y ahora la situación no era para nada favorable pues se encontraba verdaderamente acorralada —literalmente — pues su espalda estaba apoyada en la pared y su menor tenía sus brazos al lado de su cabeza impidiendo así  toda vía de escape.

Su estatura no ayudaba mucho puesto que a pesar de ser mayor Roseanne era notoriamente más alta —y más fuerte — que ella.

Jennie podía ser fría, podía no importarle nada mientras que Rosé podía ser una de las personas más sonrientes, alegres y algo tímida.

¿Cómo fue que los papeles terminaron por invertirse?

Es decir, Rosé le tenía acorralada y sus ya algo hinchados ojos —que no dejaban de ser cautivantes — le miraban fijamente junto con una expresión que ahora no lograba decifrar y ella era quien notoriamente trataba de evadir su mirada aparte de que podía sentir como sus mejillas ardían.

¡Maldición! ¡Se había sonrojado!

¿Qué demonios estaba pasando?

—¿Y bien Kim? —habló nuevamente ante el silencio de la mayor.

Notó en seguida el cambio en el comportamiento de Jennie, de hecho ni siquiera la misma Roseanne sabía cómo rayos había sacado el valor para hacer aquello y hablarle con tal seguridad.

Hasta ella misma se sorprendía.

Al ver cómo las mejillas sonrojadas y el cómo evitaba todo contacto con ella sonrió debido a la ternura en que se había convertido su amiga.

Jamás creyó ver a su amiga así. No iba mentir, le gustaba verla así. Definitivamente tenía que hacer eso más seguido.

—Qu-Quítate —trató de empujarla pero la peli negra no se había movido ni un centímetro de su lugar, de hecho más bien terminó por acercarse más al rostro contrario.

—No hasta que me respondas Jennie.

—¡Sólo muévete! —nuevamente falló en su intento por liberarse.

¿Desde cuándo Rosé era tan malditamente fuerte? Era eso o que sus nervios en definitiva le jugaban en su contra.

¡Doble maldición! ¡Aparte de tartamudear ni siquiera podía  verle a los ojos!

Oh pero eso no es lo peor, claro que no.

No quería aceptarlo, se rehusaba completamente a hacer tal cosa pero ese maldito beso le había encantado, no sabía que su amiga podía besar tan malditamente bien.

Siempre había querido probar los labios de JiSoo, siempre se veían tan dulces y apetecibles pero ahora dudaba sobre aquello...

¿Qué pasaría si la besaba?

Pues la idea no era tan mala, era jodidamente tentadora y lo era aún más teniendo esas joyas justo en frente suyo.

¡Demonios! ¿Qué diablos estaba pensando?

—Jennie...

La menor le llamaba aunque está hacía caso omiso, ahora miraba fijamente al suelo. Sin embargo sus manos se encontraban justo en los hombros de su amiga pues anteriormente había intentado empujarla pero cómo era de esperarse falló en aquel intento.

Esas palabras resonaron en su cabeza nuevamente.

《No fue eso lo que yo sentí》

Ella no podía saberlo.

Se supone que le gustaba JiSoo ¿Porqué ahora dudaba de aquello?

¿Qué demonios había sentido?

¿Qué demonios ella debía sentir?

¿Qué se supone ella debía hacer?

Pues no le importó nada, se olvidó de todo por un fugaz momento dejándose llevar completamente por sus impulsos.

Se dejó llevar por lo que creía  sentir en ese preciso momento.

Jaló con fuerza de la camisa de la chica y unió sus bocas.

Fue un beso con fiereza, mucho más intenso que el anterior.

La peli negra había quedado inmóvil por unos segundos pero sin dudarlo correspondió cómo debía, realmente le sorprendió aquel acto y claro no le disgustó para nada pues internamente gritaba de alegría.

Se separaron jadeando por aquel acto.

Roseanne iba a hablar, sin embargo otra vez le jalaron de tal forma que sus bocas se unieron por tercera vez esa noche.

Por otro lado la castaña tenía una batalla consigo misma.

Ni ella misma sabía que demonios hacía, sólo no pensada para nada y dejó llevarse por sus impulsos.

¿Qué debía sentir?

Pues ya lo averiguará.

Podía encontrarse con una confusión total pero esos labios eran una total tentación, pudo haberse vuelto adicta a tal manjar a este punto.

Pues cada vez que se separaban para tomar siquiera un segundo de aire ambas partes volvían a unirse desesperada mente necesitando la una de la otra.

Les importaba poco quedarse sin oxígeno, pues el separarse le privaba de tal emocionante, insitante y tan bello acto.

Lástima que sus pulmones les reclamaran ahora, así que a regañadientes tuvieron que separarse.

Que intenso todo.

—¿Qué demonios fue eso Kim? —trataba de regular su respiración pero el ver los rojos y ahora hinchados labios de la mayor le impedía pensar con claridad.

—No lo sé —respondió —. Pero me gusta.

No mentía, su corazón acelerado y sus labios le reclamaban volver a fusionarse con los labios contrarios.

¿Ahora podía ver a Rosé de diferente manera?

Definitivamente sí.

—¿Ahora dirás que sólo nos dejamos llevar? —pasó su pulgar por aquellos labios húmedos y algo hinchados impacientando a la mayor.

La cuál no respondió.

Pues había vuelto a unir por ¿Cuántas veces se habían besado ya? Hasta ya había perdido la cuenta pero eso no era lo que importaba o pensara  ahora.

Sólo importaba el que ambas se necesitaban de sobremanera.

Era lo único que importaba.

En ese preciso momento sólo existían ellas dos y eso era lo que importaba.

Corazón Roto │Chaennie│Donde viven las historias. Descúbrelo ahora