Una vida feliz

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Era un día como cualquier otro en BigHit, los chicos de BTS practicaban sus nuevas coreografías y perfeccionaban sus técnicas de canto y rap para las canciones del álbum próximo a lanzarse, las bromas y risas como siempre no podían faltar en aquel recinto, cualquiera que viera a estos chicos pensaría que eran verdaderos hermanos de sangre, siempre cuidando el uno del otro y apoyando sus sueños mutuamente. Lo que no sabían era que estaban por vivir el infiero en carne propia, una situación de la cual no podrían escapar fácilmente, ni de forma ilesa.

- yah, ¿Por qué las coreografías son cada vez más difíciles? Creo que mi cuerpo no va aguantar mucho más- decía el mayor del grupo para dejarse caer en el frio suelo.

- Hyung!!! Deja de quejarte y ponte a bailar en serio, nos queda poco tiempo antes de volver a los escenarios y debemos dar lo mejor de nosotros- comentó "molesto" aquel rapero y máquina de baile pelirrojo.

- yo te ayudo!!!-sonrió el pequeño chico de cachetes inflados y pelo rosa recién pintado.

Definitivamente el trabajo se hacía cada vez más pesado y exigente, los bailes más difíciles, las ampollas y callos se hacían presentes, el dolor muscular no dejaba que algunos se movieran por un tiempo, sin embargo, con la ayuda que se brindaban entre sí, los jóvenes artistas podían superar cualquier obstáculo que sobresalía en el camino.

Al llegar a casa, el mayor se dispuso a cocinar para los más pequeños, sabía perfectamente que a todos les gustaba la comida que él preparaba y a la cual le agregaba mucho amor para que todos fueran felices. Para Seokjin no hay nada más importante en el mudo que ver a los demás sonreír, le encanta cuidar a las personas y es por eso que, con su voz y otras cualidades propias, esperaba hacer del mundo un lugar mejor. Esa era la principal razón por la que decidió ser músico y unirse a Bangtan.

Al otro lado de la casa, se encontraban los demás chicos, se estaban preparando para ver una película y descansar del arduo trabajo, mientras los maknae peleaban por ver cada uno su película favorita, los hyungs observaban atentamente y se reían, ninguna propuesta de su parte logró separar a los menores que ahora estaban en el piso, ni siquiera la propuesta de jugar piedra, papel o tijeras fue suficiente, entonces a nuestro querido Hobi le tocó separarlos a punta de cosquillas y Suga terminó eligiendo la película. A los pocos minutos llegó Jin con la comida y se acomodaron en la sala dispuestos a ver la película. No sabían que esta sería de las últimas noches tranquilas y felices del grupo.

Sueños robadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora