Me vas a matar

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-P-por f-favor déjenme ir, él me va a lastimar, él me va a matar, s-se los suplico- sollozaba desconsolado Seokjin mientras era arrastrado por los guardaespaldas de Michael hacia la oficina del mismo.

-Callate lindo, este es nuestro trabajo así que vete preparando porque el jefe se veía bastante molesto, apuesto a que tiene motivos suficientes para lastimarte- Dijo con crueldad uno de los hombres.

¿Por qué nadie detenía el sufrimiento? ¿Por qué Nam lo había dejado solo? Jin no entendía nada, pensaba que todo se estaba arreglando, que por fin iba a ser libre, que podría volver a respirar con tranquilidad, que había encontrado a alguien que lo amara a pesar de todo lo que ha vivido.

Los deprimentes pensamientos del castaño se vieron interrumpidos por unos fuertes gritos de dolor y agonía que llegaron a sus oídos como un viento helado en invierno. El chico levantó su vista para darse cuenta que estaba a pocos metros de la oficina de su peor pesadilla y que los gritos tan escalofriantes que resonaban por todo el espacio provenían de ahí.

Ya no había escapatoria, eso estaba claro, pero también era claro que alguien necesitaba ayuda, así que como pudo, en un acto de valentía, el chico se soltó de sus captores para correr a la gran puerta de madera y sin tocar o esperar a que le dieran permiso para entrar, abrió la puerta con mucha fuerza para posteriormente, ver horrorizado la escena que ocurría en esa oficina.

-Veo que sigues siendo un pequeño insolente Seokjin ¿Vienes a hacerte el héroe?

-¡POR FAVOR SUÉLTAME YA, ME LASTIMAS!

En la sala estaba Michael, otro adulto que Jin reconocía como el coreógrafo del grupo de niños de Norteamérica y bajo él uno de los pequeños quién no superaba los trece años. El niño era el que gritaba de forma desconsolada y siendo sinceros, no era para menos pues estaba visiblemente lastimado, marcas de dedos y dientes en el cuello y abdomen, rasguños en las piernas, los labios partidos, un ojo morado, las mejillas húmedas por el llanto y absolutamente rojas tras ser brutalmente golpeadas.

-Dejen a ese niño en paz ¿No ven lo lastimado que está? Por favor suéltenlo- pidió con firmeza Seokjin mientras evitaba que sus lágrimas cayeran, no podía evitar imaginarse a alguno de sus hermanitos en una situación así.

-¿Y por qué deberíamos hacerle caso a una puta como tú, Seokjin? A fin de cuentas tú haces lo mismo por tus compañeros- contraatacó Michael fríamente.

-Por favor, él es un niño, él no puede sobrellevar algo como esto, es muy cruel.

-¿Y acaso tú si puedes? ¿Puedes sobrellevarlo?-  habló finalmente el otro hombre.

Claro que no, nadie puede vivir de esta manera, con miedo, siendo utilizado de la peor forma, peor que a un esclavo, es inhumano, pero personas tan crueles como ustedes realmente no pueden entenderlo. Claro que no, ustedes sencillamente no son seres humanos.

Jin se había perdido en todo aquello que quería gritarle a ese par de horribles hombres, pero otro grito lo alertó.

-¡No quiero! No quiero que me vuelvas a hacer lo mismo de la vez pasada, dolió mucho, ¡por favor ayuda!- el menor dijo esto último mirando a Jin con ojos suplicantes, como si el castaño fuera su última esperanza.

Sin pensarlo un segundo, Jin se lanzó sobre el coreógrafo y lo quito de encima del pequeño, posteriormente tomó la ropa desparramada alrededor del chico y lo empezó a vestir de forma que sus heridas no se abrieran más y no se sintiera en peligro, por último lo abrigó con su gran cálido hoodie y lo envolvió en un abrazo acogedor para empezar a mecerlo y tranquilizar al menor.

Sueños robadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora