-¡Hyung, ven!- grita Jimin desde el patio trasero de aquella cabaña en la que se hospedan, perteneciente a Namjoon.
El mayor se levanta del sofá un tanto consternado, pues estaba por quedarse dormido cuando la voz de su pequeño le hizo reaccionar de golpe.
Asomándose por la puerta de cristal, ve al chiquillo sentado en el césped tratando de llamar la atención de una ardilla, una que se veía más pequeña de lo normal.
Jimin gira su cabecita para observarlo mientras con su mano derecha sostiene un trozo de su manzana en dirección al animal.
Sus ojos forman dos lineas en cuanto su sonrisa se hace notar...
Y Namjoon siente a su corazón palpitar fuerte, sólo un poco.
-Jimin, puede morderte, es peligroso que te acerques tanto a los animales cuando no sabes si tienen algún tipo de enfermedad.- Toma asiento detrás del más bajito, abriendo sus piernas para jalarle de la cintura y acercarle hasta que su espalda hace contacto con su pecho.
-¿Entonces sólo debería comerla yo?- habla bajito regresando la fruta a sus propios labios.
Antes de que pudiera meterla por completo en su boca, Namjoon privó los movimientos de los brazos con una mano mientras que con la otra giró el mentón de Jimin, atrapando el trozo de fruta con sus dientes mientras ambos rozaban sus labios.
Quedándose así por un momento, sólo compartiendo sus respiraciones y tranquilidad...
¿Esto estaba mal? No podían fingir por siempre, ¿Verdad?
***
El castañito parecía no entender nada, ¿Por qué ninguno de sus compañeros hablaba con él?
¿Por qué lastimaban tanto sus piernitas cuándo él sólo quería jugar fútbol con los demás?
¿Por qué ese chico alto siempre se burlaba de él cuando le veía en la cafetería del colegio?
¿Y por qué de pronto tenía las mismas pesadillas borrosas, aún cuando el pecho de Namjoon le canta una hermosa canción de cuna con sus cálidos latidos?
Es la primera vez que Jimin duerme con alguien que le quiere, así que trata de calmarse y pensar en que todo estaría bien, porque el chico que se adueña de su cadera en ese mismo instante no podía ser malo, no podía hacerle daño ni aunque él se lo pidiera.
Y el rubio cree que tampoco le hará daño a quien le ayuda con su tarea y no le obliga a comer más a la hora del almuerzo.