Jimin quiere un gatito y Yoongi estaba por dárselo.
Estaba.
Supe por compañeros en común, que hace tal vez dos o tres días, Yoongi encontró dos gatos en una caja, abandonados, cerca del instituto. No sé qué mierda hizo con uno y el otro era para Jimin.
Lástima que le encontré un día por la tarde, cuando caminaba hacia la puerta de Minie con el estúpido animal en manos.
Lástima que le advertí más de una vez alejarse por las buenas de mi pequeño.
Lástima que quiero que Jimin no quiera a nadie ni nada más que a mí.
Arrastré a Yoongi a un aislado callejón a tal vez una manzana de distancia. Quise quitarle el gato por las buenas, pero lo escondió en su chaqueta. Entonces tuve que ahorcarlo un poco con la pared, provocando incluso que sólo la punta de sus pies rozasen el suelo, hasta hacerle perder la fuerza y obligarle a soltar la bola de pelos totalmente blanca.
Con el minino asustado, escondiéndose en mi pecho, pateé fuerte el estómago de Yoongi, estámpé mi puño seis veces en su rostro y pisé con mucha fuerza sus dedos de las manos, rompiendo algunos huesos, dejándolo en el suelo lleno de sangre.
-Te metes donde no te llaman y será la última vez.- Le hablo tranquilo con el filo de la navaja cortándole superficialmente el cuello.
Se rinde fácil.
Menudo asco.
Y deshacerme del gato fue aún más fácil. Bastó con dejarlo caer a un pequeño río para no volver a saber de él.
A Jimin fue fácil explicarle que Yoongi se ha aburrido de él, como todos los demás. Que sólo a mí me importa de verdad.
Jimin decide que aquello le da igual, pero en el fondo duele, aunque no lo quiera aceptar.