-No te estoy preguntando.- acerco la cuchara llena de sopa a los labios de Jimin.
Últimamente accede a todo lo que le ordeno sin rechistar, pues la única vez que lo hizo le aparté por completo de mí, temporalmente, claro está.
Pasaron cerca de dos semanas en las que lo miraba decaído y cuando intentaba hablar conmigo, simplemente le ignoraba.
Fue hasta un día por la noche que se arrastró literalmente a mis pies en la puerta de mi hogar pidiendo por mi atención.
Llovía afuera por lo que estaba empapado y temblaba fuertemente.
Aquella noche golpee un poco su bonito rostro.
Jimin aceptó mi trato con pequeñas lágrimas en sus ojitos y una enorme sonrisa. No paraba de decir lo mucho que me había necesitado ese tiempo y que nunca querría separarse de mí.
Jimin entiende que soy de ésta manera con él por su bien.
Y entonces abre los labios aceptando la comida.
Pasamos el resto de la tarde en mi habitación, sin hacer más que juntar nuestras pieles del torso desnudas sobre la cama, es una costumbre ahora el hacerlo después del colegio.
Por un momento a ambos nos ganó el sueño, pero el sonido de la puerta del baño cerrándose me despertó.
Escuché a Jimin dar arcadas nuevamente.
-Bebé.-Llamo a la puerta y ésta se abre de inmediato- Tranquilo bebé...
Gatea hacia mí y me arodillo para acunarlo entre mis brazos.
Llora desesperadamente negando con su cabecita.-No puedo hyung, me duele mucho y ya no quiero.- Dice bajo, aún con espasmos fuertes invadiendole, aferrandose con todas sus fuerzas en mi pecho.
-Respira lento bebé.- Beso su frente. - Estoy aquí para ti, nada va a pasarte.
Entonces sus párpados comienzan a cerrarse, una ligera capa de sudor adorna su carita y su respiración se regulariza.
Jimin suele tener ataques de éste tipo por las noches.