-Hyung, ¿Por qué estaban peleando?- le acomodo entre mis piernas recargando su espelda sobre mi pecho. Adentro mis manos en su ropa sobando despacio su abdomen y él se relaja ante mi tacto.
Después de la pelea con Yoongi, Jimin vino a por mí y nos dirigimos a mi casa. Lo cierto es que los golpes no me dolían, pero es tierna la forma en que el pequeño cuida de mí.
En cuanto llegamos, me hizo quitar la polera para atender uno de los hematomas que el idiota logró hacerme.
Ahora comemos un poco de fruta picada que preparó y nos relajamos en la cama.
-Él cree que yo te hice esto, bebé.- giro ligeramente su rostro para besar su mejilla- Jimin, no quiero que te acerques a él.-
Me mira confundido.
-Pero a mí me gusta hacer amigos, hyung.- entrelaza sus manitas con las mías aún bajo su ropa.
-Es él o yo, Jimin.- Hablo seriamente y sus ojitos inmediatamente se cristalizan, se gira arrodillandose frente a mí y rodea mi cuello.
-Yo difinitivamente estaré contigo, hyung- solloza sobre mi hombro, escondiendose mientras abrazo su cintura, apegandolo más a mí.- No te molestes conmigo, por favor.-
Tiembla cuando mis dedos juegan con el borde de sus jeans, rozando su cadera a propósito.
-Entonces puedes comprender cómo son las cosas conmigo, ¿Cierto, cariño?- desabotono y bajo su cierre susurrando aquello sobre su lóbulo, mordiendole suavemente después.- Entiendes que debes disculparte.-
-Y-Yo lo lamento...hyung.- suspira dejando que sus rodillas se doblen, sentándose sobre sus talones. Sus dedos juegan con mi cabello y su respiración se acelera.
Es bueno que entiendas sin tener que advertirte, aprendes rápido, bebé.