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La felicidad  se dice que está compuesta de pequeños momentos, esos momentos en los cuales nos sentimos plenos, libres , capaces de todo, momentos que definen nuestro paso por esta tierra ya que estos se convierten en historias vividas, en recuerdos eternos, en sabores exclusivos, porque recordar es vivir y en lo que a mí respectaba pensaba guardar cada instante vivido con Ethan; porque desde hace años no tenía momentos felices, no poseía recuerdos los cuales quisiera conservar  hasta ahora.

Sus labios moviéndose con lenta y sensual habilidad, con una sabiduría que encendía por completo cada fibra de mi cuerpo, me sentía flotar, mi cuerpo completo era una masa inexplicable de terminaciones nerviosas; a veces me sorprendía el efecto que su toque tenía sobre mi, lograr que mis estados de ánimo cambiaran tan drásticamente, hace unos minutos era un completo desastre, llena de dudas y un sinnúmero de cosas más, y ahora ni siquiera recordaba la razón por la cual estaba hecha mierda. En este instante solo puedo pensar, no, no pienso, solo siento.

— Fer— separó nuestros labios en un intento por hablar , me acerco desesperada porque no soporto el que se aleje— no... Podemos.

Volví a besarlo, ignorando por completo sus palabras, lo único en lo que podía pensar eran en las ansias que sentí cuando se alejó, pero tal parece que mi necesidad no era motivo suficiente para que él deseara continuar, y para qué negarlo, una leve molestia se instaló en mi pecho. La distancia entre ambos es mínima, nuestra frentes se encuentran unidas, en la habitación solo se escucha el sonido de nuestras respiraciones agitadas, me obligo a abrir los ojos encontrándome con su mirada penetrando la mía, el deseo marcado en ambos, sin embargo no me muevo, no hago un solo movimiento, solo me dedico a observarlo con la misma urgencia que él lo hace conmigo, deseando saber que está pasando por su cabeza en estos momentos.

— Quiero que sea especial...

— Deja de decir eso— lo interrumpí, no podía dar crédito a lo que acababa de escuchar, ¿acaso no se daba cuenta de que todo con él era especial?, ¿ de que el simple hecho de tenerlo así ya era más que suficiente para mí?— el simple hecho de hacerlo contigo es especial, es increíble.

Digo en voz alta mis pensamientos, por un segundo pude ver decisión en sus ojos, ese pequeño detalle hacer que mi pecho se infle, no sabría explicar cuando comencé a sentir esta ansiedad de él, pero la decisión de hace unos segundos es reemplazada al instante  por la duda.

— Los chicos están a bajo— susurra casi rozando nuestros labios, suspiro levemente.

— Estoy segura de Marcus no está — Una pequeña sonrisa se asoma en sus labios y es todo lo que necesito para continuar —las chicas sería imposible de que nos interrumpieran y Elimn... — toma el uso de toda mi fuerza interior sepárame de él y caminar hasta la puerta, tomo la perilla en mis manos dándole la espalda a mi chico pero puedo sentir su mirada su atenta mirada. Existían momentos en la vida en los cuales una debía de tomar el control de la situación, es justo lo que hago al colocar el seguro de la puerta.

Mordí mi labio inferior presa de los nervios, quizás no era el momento de mi empoderamiento femenino, creo que ya no estaba tan segura de mis palabras. Tal parece que mi seguridad de hace unos segundos se ha muerto y por ello no soy capaz de moverme de frente a la puerta. Ethan al ver mi repentina calma se levanta y camino lentamente hasta mí, torturándome con cada paso. Cuando estuvo a escasos pasos, sonrió pero no como solía hacerlo, ésta era diferente, era una mezcla entre pasión, lujuria y deseo. ¡ Cristo bendito que me muero!.

Poso sus labios sobre los míos, devorándolos con ferocidad y como si de un espectáculo de fuegos artificiales se tratara el deseo explotó en mi interior, empujando la última pequeña duda. Rodeó con sus brazos mi cuerpo, aplastando mis pechos contra su duro torso masculino, estábamos en medio de una disputa desesperada entre nuestras lenguas.

Sus manos descendieron por mi espalda hasta introducirse debajo de mi delicada y simple blusa, un gran suspiro se escapo de mi garganta al sentir sus manos sobre mis senos. Mi centro empezó a dar pequeños saltos y por un segundo creí me quemaría pero no sucedió al contrario; él continúo con sus delirantes masajes hasta llegar al cierre de mi sostén sin percatarme en que momento ya lo había desabrochado.

Todo atisbo de pensamiento coherente había desaparecido, no podía pensar, no podía siquiera hablar, solo podía responder y sentir, ¡Dios!.
Con manos ágiles retiró mi blusa y con ella mi sostén, no sentí vergüenza aunque en realidad no me dio siquiera tiempo de pensarlo. Inclinó la cabeza y, sujetándome por la cintura, empezó a tirar de mi pezón con sus labios tomándose el tiempo necesario para cada uno ¡santo Cristo que bien se siente! . Me sostuve de él, al sentir mis piernas temblar tras las emociones que estaba experimentando, sin darme cuenta en que momento había clavado los dedos en sus hombros presa del fuego desmedido que empezaba a consumirme con lentitud pasmosa.
Separó sus labios de mis pezones y quise gritarle por hacer eso.

— Te amo— susurró mientras me cargaba en brazos y me depositaba suavemente sobre la cama.

No pude responder, aún estaba tratando de asimilar las recientes sensaciones, me sentía en otro mundo, en uno en donde sólo existiamos nosotros. Retiró su sudadera y posteriormente su corto pantalón, quizás no sabía mucho de erotismo y ese tipo de cosas pero verlo ahí, así, me resultó la escena más erótica y caliente nunca antes vista, vale, que no había visto muchas, pero podía decir felizmente que mi chico no tenía nada que envidiarle a Christian Grey.

Humedecí mis labios ante él panaroma que frente a mi yacía, estaba encendida cada cédula de mi cuerpo buscaba sus caricias, cada parte de mí lo ansiaba a él, cada centímetro de mi cuerpo deseaba ser tocado por sus ágiles manos, lentamente quitó mis shorts con una delicadeza que no sabía poseía , sus ojos recorriendo todo mi cuerpo con deseo, devorándolo con la mirada.

— Eres hermosa— susurró antes de fundir nuestros labios en un voraz beso— nunca lo dudes.

Sus labios empezaron un recorrido de besos por mi cuello, descendiendo lentamente por mis senos, llegando a mi abdomen, deteniéndose en mi ombligo y logrando así que cada bello de mi piel se erizara. Deje de respirar al sentir su boca llegar a ese lugar recóndito de mí, lo escuché jadear excitado y por Dios bendito que fue el sonido más sensual jamás escuchado por mis oídos, en ese momento dejé de respirar, estaba haciendo magia con su boca, devorándome de la forma más enloquecedora; era liberador y excitante, pequeños espasmos que hacían temblar todo en mi interior comenzaron a subir por mis piernas, posándose en mi vientre superior y liberando la sensación más increíble e inexplicable jamás experimentada dentro de mí , era alucinante.

Mantuve los ojos cerrados intentando acostumbrarme a esto tan extraño, increíble y nuevo , respirando con dificultad lo sentí detenerse, se colocó encima de mí, dejándome sentir su erección sobre el vientre. Solo fue un segundo, un segundo en el cual un frío extraño se instaló en mi entrepierna dándome a entender lo que estaba a punto de suceder.

— Si quieres que p...

— Ni lo intentes — le interrumpí mientras buscaba sus labios, necesitaba sentirlos, poseerlos, cerrar todo indicio de duda en mi psique.

Cambio el ritmo del beso, convirtiéndolo en uno lento, suave , como si quisiera guardar cada instante con plena delicadeza , nuestros cuerpos se encontraban envueltos, apretados uno con el otro, no había una sola prenda entre los dos, solo besos, caricias, fue en ese preciso instante que sentí lo que no había sentido nunca ñ, cuando suavemente se colocó entre mis piernas y empujó, lentamente, volvió hacerlo en el mismo compás hasta que lo hizo por completo, un pequeño grito escapó de mi garganta. Su mirada cambió a horror puro pero lo besé demostrándole que él encontraba perfectamente bien.

Por unos segundos el dolor invadió cada partícula de mi ser, escuchaba los susurros de Ethan suavemente, que solo lograba excitarme más y más, haciendo que el fuego en mi sangre se volviera más intenso, más necesitado, ignorando por completo el dolor, deseando llegar más lejos, mis manos en su espalda pedían a gritos más y él lo entendió; empezó a empujar con más fuerza llevándome tan cerca de esa nueva sensación, me sentí explotar, perder mis sentidos, la noción del tiempo. Y ahí estaba esa sensación, tentando con su llegada, subiendo y bajando, era indescriptible... hasta que no fui capaz de contenerme más y que exploté, segundo después él conmigo. Llevándonos a compartir la conexión más íntima que pueda existir.

YO: SOY LA GORDA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora