|23| Parte Dos

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¿ Estaba besando mi novio frente a mí?.

Mis manos tomaron vida propia, el cólera subió por todo mi cuerpo y sólo deseaba romperle la cara a esa estúpida pero antes de que pudiera hacer o decir algo Ethan la apartó de él, de forma poco caballeroso... toma eso.

— Nataly, basta— masculló Ethan sosteniéndole las muñecas a la loca asalta hombres ajenos. Aunque, Nataly, ese nombre me sonaba de algún lugar.

— ¿ Qué pasa?— preguntó algo turbada.

Ethan la soltó y caminó hasta mí, posó sus manos en mis caderas, la chica pasó de tener una mirada atónita a una asesina sobre mí en dos segundos.

— Ella es Fernanda, mi novia— sonreí interiormente.

— ¿ Estás bromeando?— la chica pasó una mano por su larga melena gris—. No jodas, Ethan, los chicos como tú no tienen novia, tienen una chica a la cual follarce— me observó de forma despectiva — y una cama especial, en tú caso... la mía.

Auchs, eso dolió.

— Ya no— susurró Ethan incómodo con la situación —. Si me disculpas...

Giramos en dirección a la sala pero la chica volvió a hablar.

— ¿ Hace cuánto está contigo?— grito—, supongo que no mucho, puesto que hace unas noche amaneció conmigo, en mi cama.

Mis pasos se detuvieron.

— Fer, no es cierto— susurró Ethan y por Dios que le creí, sus ojos no podían mentirme, ¿ o si?.

Gire sobre mis talones a pesar de las palabras de Ethan para que no lo hiciera.

— Es tan deprimente cuando necesitas mentir para poder llamar la atención — Nataly apretó los dientes, me acerqué un poco a ella para susurrar—. Date cuenta, a diferencia de ti, yo no necesito abrirle las piernas para tenerlo.

Me giré con una sonrisa en los labios, pero la muy perra volvió a hablar, esta vez en dirección a mi chico.

— Cuando te aburras de ella, ya sabes donde encontrarme.

Cantoneo sus caderas delante de nosotros, perdiéndose en la tercera sala. Observe a Ethan y sentí tanto enojo que no lo podía explicar, observé sus facciones, su mirada pidiéndome perdón y luego su mano, que estaba unida a la de Jazmín que permanecía absorta de lo que sucedía mientras observaba el cartelón de la película.

Mentiría si dijera que en algún momento presté atención a la enorme pantalla que estaba frente a mí, mis pensamientos estaban en ella, en ella y en sus malditas palabras, su seguridad, la forma en la que aseguró que Ethan volvería a ella.

— Fer— levanté el rostro, para ver a Ethan con Jazmín rendida en sus brazos; la película había pasado y ni siquiera me había enterado.

El camino a casa fue casi en un silencio absoluto, durante los primeros minutos Ethan intentó entablar conversación pero al ver que sólo respondía con monosílabos decidió darse por vencido. Aparcó en la acera frente a casa, las luces estaban apagadas por lo que supuse no habría nadie en casa, observé la hora en mi móvil, 20:30 p.m.

Baje del coche antes que Ethan, abrí la puerta trasera y tomé a Jazmín en brazos sin esperarlo entre en casa, encendí las luces y luego subí las escaleras, deposité la enana en su cama, luego de apagar las luces salí.

— Necesitamos hablar— susurra Ethan fuera de la habitación, pasó a su lado en dirección a las escaleras.

Bajo cada peldaño escuchando sus pasos detrás, para ser sincera conmigo misma admito que me alegró el saber que no se había marchado, después de todo si lo hacía era una forma de dar por sentado todos mis malos pensamientos y por Dios que era lo que menos deseaba. Llegamos hasta la sala, tomo asiento en uno de los sofá y Ethan lo hace frente a mí, el silencio en casa demuestra que sólo estamos nosotros.

—¿ Aún estás con ella?— Ethan me observa como si estuviera loca.

—¿ Qué?, ¿ Es enserio?.

— No lo sé, dímelo tú.

— ¿ A caso te he dado razones para desconfiar de mí?— no me pasó por alto su tono ofendido.

— No lo sé...

— ¡ Que no lo sabes!...

—¡ No!...— me levantó del sofá, nuestras voces han subido tanto que ya son gritos. Él permanece en silencio, observando cada movimiento de mi parte y eso sólo logra incrementar mis nervios.

— Es estúpido que consideres siquiera la idea.

— No lo es, tienes muchas razones para preferirla antes que a mí..,

— Eso no es cierto, ella no es mejor...

— Es hermosa, joder.

— Deja de decir idioteces— se levanta y camina hasta mí.

— ¡Es la verdad, es una maldita diva!, su cuerpo, su rostro, sus malditas caderas.,,

— ¡ Fernanda basta!—. Doy un paso atrás asustada de su tono de voz —¡ deja de tenerte en tan mala estima!, ¡eres hermosa y no necesitas compararte con nadie por que tú eres única!.

— ¡ No lo soy!— las lágrimas inundan mi rostro, sus brazos rodean mi cuerpo, intento moverme para impedir el abrazo pero él es más sagaz y terminó haciéndome ovillo entre sus brazos.

— Quiero que te vayas— susurré cuando por fin me había calmado un poco, sentía tanta vergüenza de que me viera así.

— No lo haré, no sé si lo recuerdas pero te prometí no alejarme de ti, aunque me lo pidieras.

Sonrío al recordar esa promesa.

— Lo siento — susurró escondiendo mi rostro en su torso.

— Yo también...

Sus dedos levantaron mi barbilla para rozar suavemente nuestros labios. El simple rose fue incrementando, según sus manos fueron descendiendo por mi cuerpo.

La ropa empezó a estorbar, sus dedos expertos rosaban mi piel con tal delicadeza que me hacía suspirar, como sino pesara nada me levantó en brazos para subir las escaleras, de forma magistral subimos cada peldaño sin separar nuestros labios, empujó la puerta de mi habitación y me depositó suavemente sobre la cama; moví las caderas incitándolo a que siga.

— Eres tan hermosa y delicada que temo dañarte— susurró entre jadeos.

— No harás, si permaneces junto a mí — sonrió.

Nos despojamos de toda nuestra, pronto quedando desnudos, uniendo nuestros cuerpos en uno, besándonos, acariciando, fundiéndonos como almas gemelas. En ese momento lo supe, esto era más que hormonas, que pasión, esto era el verdadero amor, ese que sólo se presenta una vez en la vida. Y sentí miedo, miedo de saber que sin Ethan me caería en abismo más oscuro, en uno del que nadie podría salvarme más que él; porque si, él se había convertido en mi cura y mi veneno.

YO: SOY LA GORDA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora