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Su corazón palpitaba con fuerza. Acababa descubrir que su amada estaba embarazada. Tantas cosas se le habían pasado por la mente en ese momento.

¿Acaso se había metido con alguien tan pronto?...

No... eso no podía ser así... ella no era de esas... no lo era...

- No -. Masculló ante la sola idea. Sus puños se habían empuñado con fuerza sobre sus rodillas. Intentando drenar aquella rabia que sentí -. Oh...

La miró en silencio por unos largos segundos. Tan bella, tan frágil, tan pura y angelical. No, esa no podía ser la respuesta.

Por favor que esa no sea la respuesta...

- Pero entonces... tal vez... ¿Podría algo así ser posible? -. Se preguntó por lo bajo. Trago en seco ante su pensamiento.

¿Aquella barriga podría ser el fruto de su amor? De aquellas tantas noches salvajes, llenas de pasión y sobre todo... sin un solo condón.

¿Acaso... era el responsable de aquella barriga tan pequeñita y adorable?...

¿Eso era posible? ¿Esa era la respuesta?

- ¿M-mi... mi hijo? -. Murmuró por lo bajo con el entre cejo minimamente fruncido.

- Harry -. Balbuceó mientras se movía de un lado a otro sobre la cama.

Él simplemente la miraba en silencio. Estaba tan confundido. Tan hambriendo de rrspuestas. Las necesitaba pero _______ solo estaba desvariando con seguramente cuarenta grados de fiebre. Lo más importante esta noche era su salud. Y la del bebè.

Toda la noche la pasó en vela. Cuidando de ella. Intentando que la fiebre cediera. Y así lo hizo. Después de unas largas horas. No durmió ni un solo minuto. Las preguntas en su mente no lo dejaban estar tranquilo.

¿Quién pudiera dormir con esa insertidumbre? Tal vez solo un holgazan sin interes alguno por el resto del mundo.

...

Los pajarillos comenzaban a cantar y la calle a iluminarse tras la salida del sol radiante.

_________ comenzò a removerse sobre la cama. Su cabeza dolía. Pusó sus codos recargados sobre la cama mientras tallaba uno de sus ojos y lo abría lentamente.

- ¿Qué hora será? -. Murmuró somnolienta. Bostezó. Y por fin abrió en grande sus ojos al darse cuenta de que esa no era su cama. De que esa no era su habitación. Y peor aún, de darse cuenta de que aquella habitación era la de Edward. Tragó en seco intentando sentarse pero, su cabeza dolía mucho. Sus mejillas aún seguian un poco rosadas y calentitas. Bufó resignada -. ¿Qué ocurrió ayer? -. Se preguntó a si misma completamente confundida.

¿Había entrado Edward a su habitación y la había traído hasta la suya? -.Se lo imaginó-.

- No, ¿Qué estoy diciendo? -. Frunció su ceño y suspiró. Su cabeza dolía más en cuanto fruncía su entre cejo.

La puerta se abrió, dejandose ver. Edward, al pie de esta. Abrigado como siempre y un gorro azul cubriendo su cabeza. Traía una bolsa en sus manos con el simbolo de Starbuck's.

Tenía un semblante serio y muy cansado. Como si no hubiera pegado los ojos en toda la noche.

Diablos... aún así, las bolsas negras bajo sus ojos no le hacían verse mal o demacrado. Incluso eso lo hacia ver terriblemente atractivo.

Síndrome De EstocolmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora