003.

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capitulo tercero.

Observé la nota una vez más, detallando las direcciones escritas en ella. Levanté la vista.

The Bighit.

Era un lugar bastante grande, contaba con tres pisos o quizás más, no lo sé, pero si era bastante extenso.

—¿Recuérdame por qué estoy entrando yo sola a este lugar?—digo por la linea, mirando a todas direcciones.

—Solo, Hye, solo.—me recordó Luke. Me mordí el labio inferior.— Le dije al jefe que vendrías por tu cuenta, es todo.

Bufé.

—Eso es ridículo.

—Sigue las instrucciones y estarás bien—soltó, cortando la comunicación. Miré la pantalla del teléfono indignada, como si él fuera a verme.

Eran las siete de la mañana del día lunes. El fatídico día –mi opinión–, ayer, domingo, Soojin se centró en prepararme, comprarme la ropa necesaria y esas cosas que te hacen ser un muchacho. Me sentí como una travesti.

Miré al rededor; era la puerta trasera, la que menos se frecuentaba para el paso de cualquier civil. Esperé que no hubiera nadie, pero había un grupo de, no sé, treinta chicas en total. Todas tenían una identificación colgando de una cinta en su cuello. Estaban de pié en dos columnas, ya qué, seis guardias no le permitían en paso a la pequeña pasarela que las féminas formaron.

—Oye, tú.

Me sobresalté, llevándome una mano al pecho por el susto. Un hombre –parecía ser de seguridad– me miraba con el ceño fruncido, como si hubiera cometido un crimen. Comencé a sudar.

—¿Tienes permiso para estar aquí?—buscó el mismo collar que tenían las chicas en mi cuello.— Este lugar es privado, muchacho.

Abrí la boca, sin saber que decir. Me asusté ¿Y si me descubrían?

—Yo... Eh...—balbucee, apretando la hoja de papel en mis manos. ¡Pero claro! Carraspeo, llevando un puño cerca de mi boca. Me enderece, mostrando confianza en mi misma—Soy Hwan Hyesun, el señor Luke está esperándome dentro.

El de seguridad me miró sin comprender. Tanta fijeza en mi me hacia temblar, ¿Por qué demonios no pude venir con un guarda espaldas, representante o algo así? No obstante, el sujeto pareció recordar algo y sonrió, haciéndome sentir aliviada.

—Oh, si, me dijeron que vendrías—sus ojos afilados se hacían pequeños conforme hablaba—Acompa...

—¡¡Ya están aquí!!

Un chillido de emoción sonó al rededor del espacioso lugar, interrumpiendo al señor. Me giré y mis ojos casi se salen de sus cuencas al ver a la muchedumbre de chicas correr a mi dirección y si no fuera porque el hombre de traje negro me tomó del brazo, apartándome, sería puré de papa.

«¿Qué sucede?» Pienso.

—Bestias...—susurró el sujeto, y para que negarlo, opinaba igual.

Se agruparon en un punto en específico, por lo que pude notar; rodearon las puertas derechas de una camioneta negra –Toyota–  de cuatro puertas. Seguridad se encargó de alejarlas, haciendo espacio. Mis pies se hicieron de puntitas por impulso para ver mejor. El agarre de mi brazo del señor aun estaba presente, pero no me molestó.

Las chicas volvieron a gritar cuando las puertas traseras del auto se abrieron –al menos la de la derecha– y se asomó una cabellera castaña. Salió un chico alto de tez blanca, labios finos, nariz perfilada y ojos pequeños. Era atractivo, no lo iba a negar. No podía ver su vestimenta desde mi posición, pero distinguí el color azul de esta. Tras de él, salió otro chico con una gorra puesta. Se veía maduro, vestía una camiseta blanca y sobre ella una chaqueta de cuero negra.

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