Instinto omega

Capítulo 14

Al escuchar el timbre de la última clase, Peter salió del salón con prisa, por primera vez fue el primero en salir dejando a todos sus compañeros atrás, esquivo a más de una persona en el pasillo, para su molestia y confusión le parecía que algunos se atravesaban en su camino a propósito.

En medio del pasillo aglomerado por un mar humano de universitarios un amplio pecho tapó la imagen de su meta, la salida, el responsable, el mismo chico rubio que varias veces en el pasado había llenado su cuerpo de golpes.

—Tengo prisa, Flash —habló Peter, ajustando la correa de la mochila sobre su hombro, tratando de mirar más allá del alfa abusivo, también se preparó para los insultos, pero nada llego, por lo que levantó la mirada sin poder ocultar su fastidio.

—¿A dónde vas Parker? —preguntó un incomodo Flash.

Peter lo observó tratando de entender el extraño comportamiento de su agresor snob.

—Casa —masculló.

Sinceramente, Peter tenía cosas más urgentes que atender que un cambio de actitud.

—Sabes, está semana te he notado diferente y...

—Si, pues genial —contestó para pasarlo de largo.

Después atendería el bullying en consecuencia por ignorar a Flash olímpicamente.

Saliendo de la universidad Peter revisó su celular encontrando dos llamadas perdidas a la una y cincuenta del mismo número, caminó con prisa hacia la pequeña panadería en la calle que hasta hace tres semanas jamás había pisado.

La campanilla de la puerta sonó cuando entró, Peter ni siquiera tenía tiempo de disfrutar los olores dulces del lugar, sacó el dinero para pagar la orden.

—Aquí está chico —dijo el hombre detrás del mostrador ofreciéndole la bolsa de forma rutinaria.

—Gracias —contestó entregando el dinero y tomando la bolsa.

Salió de ahí para continuar con el camino cuando su teléfono vibró en su bolsillo.

—¿Dónde están mis donas y bollos, niño? —Fue lo primero que escuchó Peter al responder la llamada de Tony.

—Voy en camino —tarareo con divertida frustración para acelerar a un más su paso.

—Bien, me estoy muriendo de hambre —maculló el omega.

—Esta mañana dejé el desayuno listo, Tony.

—No pude ni siquiera oler lo que sea que haya sido eso.

—... Eran panqueques.

—Lo que sea.

Soltó una risa por la respuesta del mayor.

—Podrías traer una de esas hamburguesas que trajiste el otro día, ignoraré la falta de higiene del lugar...

—Bieeeeen —respondió Peter exasperado.

—Y no tardes, tu casero estuvo molestando otra vez —dijo Tony para después cortar la llamada.

Guardando el celular se desvió hacia otra calle por el encargo.

Peter quería quejarse de lo demandante que era Tony, pero realmente no era molestia cumplir con sus caprichos, además los gastos corrían por cuenta del castaño.

Y, sobre todo, Peter quería observar el brillo en los ojos del otro, porque por lo general Tony permanecía taciturno sentado sobre el pequeño sofá, mirando a través de la ventana con un aura llena de tristeza.