El baile da inicio a las siete de la noche, en el lugar más arbolado con que cuenta el pueblo de Lázaro Cárdenas. Sus asistentes, en su mayoría jóvenes arriba de veinticinco años, llegan puntuales, pues el grupo que da inicio a la festividad de fin de año es el más popular de la zona. La presencia de Amelia y de su grupo de amigas no se hace esperar; las cinco mujeres experimentan el éxtasis de la música, de la embriagante sensación del tequila y del baile.
Para Amelia esta fiesta representa no solo el término del año 2017, simboliza la firme decisión de arrancar de su corazón a Nicolás, un amigo del que se encuentra profundamente enamorada, un hombre al que rechazó infinidad de veces por la búsqueda de la persona perfecta, sin notar que se encontraba a su lado desde la niñez. Siente nostalgia al no tenerlo cerca y saber que él ya no le corresponde más.
Sin embargo, algo dentro de ella ha cambiado: las fiestas ya no la animan, ha perdido el interés por la música y el baile y ha dejado de anhelar la sensación de ser amada. Por esto, cuando los hombres invitan a bailar a sus amigas, no hay sentimientos dentro de ella, ningún tipo de envidia, celos o decepción porque ellos no la prefieran; a sus treinta años ha comenzado a perder la esperanza de amar.
Impávida e impasible observa el baile, mientras sus amigas corren para unirse al devastador espectáculo de tropiezos y de pies magullados. Las muchachas se sienten princesas en la pista; los hombres, galanes por hacerlas sonreír.
Sin poder evitarlo, Nicolás acomete sus pensamientos. De pronto, se encuentra sonriendo ante el recuerdo del baile de preparatoria, cuando la metió al auto para llevarla lejos del salón y confesarle su amor. El amargo sabor del arrepentimiento por rechazarlo ese día le seca la boca.
Cierra los ojos y, desde lo más profundo de su ser, pide un deseo.
‹‹Él merece ser amado con la misma intensidad con la que está dispuesto a amar. Nicolás, encontrarás una mujer de tu talla››.
—La luna también concede deseos.
El olor dulce de los frutos rojos inunda sus fosas nasales. Su boca se humedece enseguida. Aquel olor se le antoja semejante al ponche que su abuela preparó la recién Navidad pasada.
Abre los ojos para encontrarse con un hombre alto, robusto y de unos ojos verdes que combinan perfectamente con la camisa oscura que porta. Su cabello rizado y castaño inmediatamente hacen efecto en ella. Su cara se torna ancha por la sonrisa que deja escapar.
El desconocido la mira con curiosidad; sus chispeantes ojos y su aspecto jovial le indican que tiene menor edad que ella. Sobre su hombro deja ver cinturones de cuero y prendas coloridas.
—¿Bailas? —le pregunta el desconocido.
Ella instintivamente niega con la cabeza; no porque el hombre que la invita a bailar es un vendedor, sino porque intenta evitar ser ridiculizada.
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Antología "Luces de Navidad"
RomanceCon mucha anticipación, nos preparamos para las llegadas de las fiestas de fin de año, y con ello la convocatoria de nuestra segunda antología "Luces de Navidad". Convocatoria cerrada. Gracias por su participación.