Capítulo 1- El establo

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Temporada de cosecha.
Ese clima que calienta el piso y quema los brazos, aquel calor que no te deja descansar por las noches ni trabajar por el día.

Los agricultores se estaban encargando de la cosecha, con una hoz en la mano por persona y el esfuerzo para terminar lo más antes posible, o, al menos eso era lo que esperaba Servil, hijo de Aterek (El escriba del rey), él esperaba que todo cayera del cielo, no iba a mancharse las manos tan fácil.

Aterek: -va donde su hijo el cual reposaba sobre un tronco-.

Servil: -levanta un poco la mirada y mira a su padre por debajo de la sombra de su sombrero-. Padre.-dijo mientras se alzaba del suelo-.

Aterek: Tienes las manos limpias. ¿Acaso no has trabajado?

Servil: ¿Para qué? Siendo el hijo de un escriba no ha de causarme problemas tener que trabajar. ¿No?

Aterek: El dinero no se gana fácil. -da media vuelta y vuelve a su tarea diaria-

Era un hombre de pocas palabras, más de aquellos que te dejan con esas que empiezan a rondar por tu cabeza, eso era lo que hacía Aterek aturdir a su hijo con palabras sensatas y sencillas.

Servil: -baja su sombrero un poco para que así el sol no llegue a su rostro-...

Una hoz revuela sobre él, la cual la detuvo con dos dedos, una destreza, y facilidad por su agarre, admirable.

Servil: ¡Eh! Más cuida...-su palabra fue cortada al levantar la vista y verlo-. Hatari.-dice con una sonrisa en el rostro-. Hermano! Ya volviste.

Hatari era más que un joven, ya era un adulto con 33 años de pura experiencia junto con errores y gratas satisfacciones. Llevaba una armadura de oro de la cual se lograba ver cortes en las pocas partes que dejaba a la interperie la armadura. Su lugar era el campo de batalla, aun que en tiempos de Paz los guerreros no sirven de mucho más que para cuidar las calles, así que Hatari hermano de Servil, hijo de Aterek y general de las tropas del rey decidió estar un rato en el campo alejado de la espada.

Hatari: -deja caer su armadura al desatar los nudos que la sostenían sobre su cuerpo al igual que su escudo-. Se sienten como 30 kilos menos. Ah...-echa un suspiro-. Un respiro para mí físico.-sonríe y se dirige hacia Servil para darle un abrazo, el cual su hermano aceptó-.

Servil: aún tienes la espada encima de ti.-le sugiere para que se quitase otro peso-.

Hatari: No hay problema -ríe-. La vieja no causa mucho peso para mí, digo, para hacerme el guapo nada más.

"La vieja" era el apodo de su espada de acero con doble filo y empuñadura de cuarzo, el apodo lo heredó por todos los golpes y batallas que ha resistido.

Servil: Tienes que contarme todo lo que has hecho en tu viaje por la obtención de nuevas tierras dentro del gran continente, disculpa mi ignorancia, pero ¿Me dices el territorio que actualmente es conocido por los alrededores?

Hatari: No pasa nada Servil, una parte del Mar de sal, 4 pueblos ya instalados en llanuras y un poco de montaña para la crianza de nuevos guerreros, en total... Unos 100.000 metros de terreno descubierto, no es nada, pero para ir avanzando.-sonríe-.

Servil: Oh, genial ¿Crees poder llevarme algún día para poder observar?.-"cuando gustes" respondió-.Genial, bueno no te voy a atarear con tantas preguntas dejare que descanses, comas y bebas vino, te espera una fiesta amigo.-le da una palmada en la espalda y toma la hoz para dirigirse a cosechar-.

Hatari: -gira un poco la cabeza para verlo de atrás-. Si... "fiesta", Ja.-sonríe levemente y va a hospedarse-.

Luego de haber pasado más de 6 horas de trabajo para Servil, desea en verdad descansar e irse a acostar, ya que necesita tener más fuerzas para el próximo día, pero algo le interrumpe y es un dolor de cabeza que le hace moverse un poco de un lado a otro, pareció ser solo una ilusión que le generaba su misma mente, ya que no estaba acostumbrado al trabajo contínuo. Habrá sido por el movimiento brusco que realizó al enderezarse de golpe, quién sabrá.

Servil:-se toma la cabeza-. Probablemente habrá sido por tanto sol.-trata de quedarse parado y todo su alrededor toma un color celeste, al parpadear recupera bien la vista-. Dios mio.-va rápidamente a tomar agua y recostarse ya que dentro de algunas horas se festejaba la temporada de cosecha junto con la llegada de Hatari-.

Cada uno de los hombres que estaban trabajando, dejan su hoz en el establo y van al río a lavarse el sudor del día laboral ya que los demás ya lo habían hecho.
Servil antes de irse a dormir se quedó observando el techo, pensando en el día, pensando en el mañana y probablemnte recordando algo del pasado.

Servil:-dentro de su sueño tiene una jaqueca persistente-. Pu... Que dolor, estaré soñando. ¿Qué es esto? -piedras, gotas de agua, llamaradas de fuego y vientos lentos lo rodean, segundos después de eso despierta y va directo a ponerse unas ropas más decentes por más que la tela que desarrollen no sea la mejor-.

Llevó una camisa de lienzos con un pantalón bombacho de cuero refinado de ovino disecado. En descalzo, va a verse reflejado en una botella de vino.

Servil: No estoy tan mal, padre tuvo que poner monedas para conseguir esto, que guapo te ves amigo.-se alaga a sí mismo-. Bueno, ya basta de tantas vueltas...

Hatari: No te queda tan mal hermano, pero déjate de vueltas y vamos, que tengo hambre y quiero comerme ese cordero, me comería hasta los huesos.

Servil: Si, tu ve. Yo ahora voy. ~¿Qué habrá sido ese sueño?.¿Por qué los 4 elementos me rodeaban?. Tendré que hablar con Merezit la bruja del pueblo. Por más que no me guste tratar con ella~.-suspira y va hacía el lugar donde se encontraba su hermano-.

Antes de ir directamente con su hermano y comer, va con Merezit la "Bruja" del pueblo, quería sacarse la duda que rodeaba por su cabeza por más que no le guste tratarse con ella.
Ya había ido un par de veces, ya sea para curarse la diarrea, o un simple dolor de cabeza, las demás personas lo veían con mala cara él acudir con una bruja y no con un sacerdote, solo por las leyendas que se rumoreaban por las calles del reino.

Legión de HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora