Capitulo 6 - Sabiduría.

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La puerta gigante y majestuosa de roble tenía una pequeña manija semejante a la cabeza de un dragón, y entre toda la madera había escrito símbolos y dibujos que para Abraham no tenían ningún sentido. Fijó su vista a una de las palabras que sí logró descifrar, la cual decía "bellator" (del latín al español significa guerrero), luego había un pequeño dibujo que mostraba una gran espada clavada en una roca, como cuenta la leyenda del rey Arturo. Abraham lo ignoró y entró empujándola, esta no cedía con facilidad, al arrastrarla un poco se escuchaba el raspar de la madera contra el suelo y el crujido de la misma empezó a levantar tierra, como si hace años alguien hubiese pisado ese lugar. Logró abrirla después de que se esforzara un poco más, frente a él había miles de estanterías llenas de polvo y de un brillo de color rojo, la habitación parecía que no terminaba nunca, en el gran lugar no se encontraba un apice de luz, es decir, no así exactamente, pero era tenue la iluminación, luego se veía como unos pequeños pájaros se posaban sobre una arandela gigante que había al supuesto fondo de la habitación. Comenzó a caminar con la cabeza mirando al techo, su boca estaba abierta de la impresión que sostenía. Los pájaros volaron hacia él con una coordinación digna de admirar, parecían entrenadas y los animales al llegar al suelo, se dio cuenta que si, era así, se posaron sobre el hombro de una anciana que había aparecido de la nada, tal vez siempre estuvo ahí, pero Abraham no se había percatado ya que el lugar parecía tener miles de pasillos y hasta escondites.

- Hola joven guerrero, bienvenido a la gran biblioteca del señor Magnus. Soy la vigilante de este gran lugar, Victoria. También soy la protectora de los grandes libros y sus misterios. Aparte de todo esto, mi deber es guiar a los tipos como tu, te entregaré los libros de enseñanza básica, recuerda esto joven guerrero.-le señala con el dedo-. Olvida todo lo que conoces, pero quédate con las experiencias.

La anciana era una mujer alta de 1.70 aproximadamente. Flaca, de ojos celestes y con un poco de arrugas en el rostro y en los brazos, parecía que de joven había hecho actividad física ya que se notaba los músculos, desgastados de todas formas, claro está. Tenía un poncho de cuero vacuno en el cual los pájaros se posaban sobre él. Llevaba puesto un cinturón con una daga en él y otros tipos de artefactos que no se podían identificar a simple vista.

Abraham: Un gusto, soy Abraham. Básicamente, ¿cuantos años hace que enseña?

-sonriente la anciana respondió-. Hace 35 décadas.

Abraham: -quedó boquiabierto-. ¡Eso es equivalente a 350 años! Pero cómo es posible que una persona viviese tanto y en este lugar, aparte de estar rodeada de palomas. Sin ofender Victoria.-agacha la cabeza en forma de respeto-.

- Conozco las enfermedades que transmiten las palomas en tu dimensión, pero aquí las palomas son veneradas y cuidadas, ya que cuando mueren nuestros padres, abuelos, ancestros, etc. El alma de ellos se mantiene dentro de una paloma y cargamos con la responsabilidad de cuidarlos hasta que llegue nuestro momento, ese día ellos podrán descansar en paz. Ya que en realidad son los que nos cuidan. Estos son mis hijos.-dijo con un tono un poco quebrado-. Pero eso no es importante, ven sígueme Abraham.

Abraham respetó a Victoria y le siguió en silencio, caminaron por unos pasillos siendo alumbrados por una antorcha, que Victoria portaba encendida. El suelo era de una madera diferente a la que conocía, parecía que al pisarla se resbalara. Mientras caminaba por los grandes pasillos, se sintió perdido ya que en cada final de una estantería, marcada por un pequeño letrero con palabras en latín, se repetía un jarrón con los mismos colores y forma.

Abraham: -rompe el silencio al chocarse con un libro, el cual cayó-. Oh, discúlpeme. Ya lo alzo.-lo levanta y mira su tapa-.

Victoria: No te molestes muchacho, te eligió

Abraham: No sé a qué te refieres, si hablas de Servil y Samuel o el destino, si, por lo que sé, fui elegido por ellos.-sonríe con una pequeña risa incluida-.

Victoria: No, joven aprendiz. Esta biblioteca tiene miles de libros, imagínate que yo no los he podido terminar a todos. Cada libro y sección, incluyendo estanterías, son sobre temas específicos. Si quieres saber sobre los dragones, hay uno sobre ellos, si quieres saber sobre espadas, hay sobre ellos, y así como en cualquier biblioteca, pero hay algo que la hace especial. Y es que es mágica y cuando entras aquí creas un lazo con los libros.-acaricia una de las estanterías-. Este lugar es el corazón de la enseñanza y el aprendizaje. Cuando hablo de que te eligió, me refiero a que la categoría de este libro intenta crear un lazo con el individuo y quiere enseñarle lo que hay dentro de el.

Abraham: Vaya, me hablas de dragones y espadas y yo te hablaría sobre lo último que vi en Facebook.-sonríe-. De a poco voy entendiendo todo, pero de todas formas sigue siendo confuso para mí, ya que es todo nuevo.-levanta los hombros y exclama-. Eso me estresa.

Victoria: Tranquilo joven aprendiz, yo te enseñare lo necesario para que puedas entender este nuevo mundo. Y te enseñare a amarlo.-le agarra de los brazos y le sonríe-.

Abraham vio esa sonrisa y le recordó a la de su abuela, cuando de niño le acariciaba las mejillas y con las arrugas de la cara reflejaba una gran felicidad, por tan solo verlo. Sintió un poco de nostalgia por ella, pero trató de no ponerse mal frente a Victoria, entonces intentó cambiarle el tema.

Abraham: Bien, por lo que veo este libro está en español. Eso es genial, ¿dónde me siento para poder empezar a leer?

Victoria: En el suelo.

Abraham: Oh.-dijo impresionado-. Pues, está bien.-se sienta en el piso y abre el libro leyendo el título para sí mismo-.

Victoria lo miró desde lejos por un momento sin que Abraham se diera cuenta y luego se retiró lentamente, desapareciendo entre los pasillos de la gran biblioteca.

El título del libro decía: "Conjuros a espada".

"... Lo que uno debe de saber sobre los conjuros, es que son casi incontrolables, como he hablado anteriormente en mis libros sobre magia y conjuros, es una energía que nace almacenada en el cuerpo y el espíritu, solo a voluntad del hombre puede lanzarse y crearse (...) Como la energía es algo que no se puede moldear ni mover de lugar, es muy difícil poder controlar la energía de un foco y trasladarla hacia tu mano, pero eso ya es prehistoria. He podido controlar la energía de una manera que hasta podría tener luz infinita a través de un poco de concentración (...) La magia nace siempre en tu cuerpo y no solo en los grandes magos y conjurantes de sangre draconiana, por ese motivo yo te voy a enseñar como manipularla, aquí tendrás una categoría básica y una guía de como poder controlarla..."

Abraham dejó de leer y miró hacia el fondo de una de las repisas, guardó el libro en uno de los bolsillos de su pantalón, ya que el libro era pequeño. Vio que algo andaba entre la oscuridad, movía los libros y se acercaba hacia él. Se asustó un poco ya que fue de repente, se levantó y gritó el nombre de la anciana para que venga hacia él, pero parecía que no le llamó la atención. Salió corriendo ya que estaba siendo asustado por algo que estaba entre los libros, se movía de rincón a rincón pensando que algo le perseguía y cuando se dio cuenta que no era así, frenó y se encontró con un libro con alas.

Abraham: Vaya, pensé que me iba a llevar un susto.-agarró el libro y lo observó-.

Estaba en latín y llevaba unos símbolos marcados con fuego, quiso abrirlo, pero una ráfaga de viento le golpeó el pecho e hizo que el libro vuele lejos de él dejando caer un pequeño instrumento en el suelo.

- Esos libros están prohibidos.-dijo algo con una voz rara entre las sombras-.

Abraham: M-mierda, ese golpe sí que dolió.-decía mientras se intentaba levantar-.

- No me interesa lo que te haya dicho Servil o Magnus, tu eres un peligro.-mostró una parte de su rostro a la luz-.

Ese fragmento de rostro que Abraham logró ver estaba cubierto con tatuajes de color negro, por la voz y la barba que dejó mostrar, dedujo que era un hombre, pero antes de que pueda ver el color de sus ojos se volvió a esconder entre las sombras.

Abraham se hizo el tonto y tomó el fragmento que había caído del libro, el tipo de entre las sombras se percató y le lanzó unas ráfagas de aire que le hicieron volar contra la puerta de la biblioteca.

- Malditos los que tengan que pasar por mi mano.

Legión de HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora