-Por favor, alguien.. Oh dios.-
La mujer rubia ingresó por la entrada de Emergencias del Royal London Hospital, con una de sus manos firme en el prominente vientre y con las ropas empapadas por la lluvia y la oscura noche que estaba dejando detrás.
En cuanto cobraron consciencia de la situación, los administrativos se encargaron de llamar por ayuda, una que ya estaba en camino desde que habían escuchado el ruido proveniente del ingreso.
-Oh dios..- incluso ya sentada en una silla de ruedas, el dolor que sentía no hallaba calma, su vientre endureciendo.
-Tranquila. Estamos llevándola a una habitación. ¿Llegó sola?- intentó calmarla una enfermera.
-Sí. Conduciendo.-
El personal que la llevaba se sorprendió ante la sorpresa puesto que manejar con semejante protuberancia en medio y bajo tan nivel de dolor, resultaba casi un imposible. Pero sabían que aquella mujer no era la primera en verse en dicha situación.
-De acuerdo. Ya estamos acá. Vamos a cargarla a la cama y una partera está viniendo para revisarla.- le informaron, justo antes de un camillero encargarse de ayudarla.
-Lo siento.- se disculpó la mujer, con aún una mueca inconfundible de dolor en el rostro, al notar que uno de los hombres había tenido que levantarla sin ella poder colaborar mucho -Soy.. Pesada.-
La enfermera que la acompañaba no pudo evitar reír y enseguida responder.
-Cariño, llevas un bebé dentro, no hay por qué disculparse.-
Entonces entró una mujer que debía tener la misma edad o quizá unos años más que la paciente. Su uniforme con chaqueta de ositos resultaba un poco adorable y le hizo saber que ella sería la encargada de revisarla, y al fin ayudarla.
-¿Ya la ingresaron?- preguntó a la enfermera, acercándose.
-Sí. Su nombre es Perrie Edwards, embarazo de treinta y nueve semanas; llegó con contracciones fuertes, una frecuencia de una cada cinco minutos.-
-De acuerdo, hola Perrie. Mi nombre es Lucy Heller y voy a ser tu partera.- se presentó, mientras se calzaba un par de guantes de látex -Necesito saber si has notado pérdida de líquido, se puede haber sentido como si te hubieras orinado.-
-Rompí fuente ha..- sus ojos se cerraron con fuerza y no pudo evitar gemir de dolor, hablar durante esos segundos le resultó imposible -Dios. Hace media hora.-
-¿Y cuándo iniciaron las contracciones con esta regularidad?-
-Como hace una hora.-
-Bien. Voy ahora voy a revisar tu dilatación, que probablemente ya esté alta.- informó, cuando la enfermera ya le había ayudado a quitarse la ropa interior, que presentaba un color rojizo oscuro, sangre. -Necesito que abras las piernas.-
La mujer en la cama asintió y obedeció a lo indicado, permitiendo que la partera hiciera lo que acababa de anticiparle.
-Cinco centímetros.- murmuró, quitándose los guantes -Bien, Perrie; ya hay dilatación activa y debemos esperar un poco más para iniciar con lo que es el verdadero trabajo de parto. Puede llevar una hora quizá, pero suele ocurrir rápido a partir de esta etapa.- le explicó -No tenemos mucho tiempo para aplicarte algo para el dolor, pero podemos darte ahora mismo la epidural.-
-No.- enseguida negó -Soy alérgica a la ketamina. Voy a hacerlo sin medicación.-
-De acuerdo. En una hora voy a pasar a revisarte.- se despidió.
-¿Hay alguien a quien podamos llamar para que la acompañe?-
Ante la pregunta de la enfermera la mujer en seguida negó.
-Mis padres viven lejos.-
-¿Y el padre del niño?- indagó intentando tener un poco de cautela si bien ya había notado el anillo de oro en dedo índice de la paciente.
-No. Está trabajando, no quiero molestarlo.-
-Está a punto de dar a luz a su hijo.- rió -No creo que vaya a causarle molestia alguna.-
-Su trabajo es importante. Cuando...- otra contracción le golpeó y durante casi un minuto no pudo hacer más que apretar la sábana en un puño e intentar respirar -Cuando sea el momento él va a estar acá.-
La enfermera asintió sin terminar de encontrarle total coherencia a los dichos de la rubia, pero dispuesta a complacerla.
-¿Y sabe qué es?- no quería dejarla ahí sola, en la situación que se hallaba. Al fin y al cabo esa noche no había muchos pacientes y los enfermeros sobraban.
-Una niña.- sonrió.
-¿Y ya decidieron el nombre?-
-Lo eligió mi marido. Sloan.-
-¿Tiene un por qué?-
-En honor a un amigo. Él fue quien nos presentó y hace unos meses falleció.-
-Oh lo lamento. Pero es una linda forma de recordarlo.-
-Lo es.-
-Bueno, ya pronto va a llegar y vas a poder tenerla en brazos. Tranquila.- sonrió, intentando transmitirle calma.
Una hora después, atravesada por numerosas dolorosas contracciones y con muecas inconfundibles, la mujer parecía estar lista para dar a luz.
-Sí, es hora.- murmuró la partera tras revisarla. -Linda, vamos a llamar a los médicos que van a llevar a cabo esto junto a mí. Tu bebé ya quiere salir. ¿Lista?-
La rubia asintió, intentando controlar la bola de sentimientos que se le había instalado en el pecho y se le expandía hacia a la garganta. Quizá en verdad no fuera más que una contracción más fuerte que las últimas que había experimentado.
-Cielos.- otra contracción, una demasiado fuerte.
-Buenas noches, soy el doctor Malik y él es doctor Porter. Vamos a asistirla y..-
El par de hombres ingresaba con barbijos y la vestimenta adecuada para la ocasión, mientras se acomodaban los guantes. Si bien quién hablaba no pudo evitar sorprenderse al verla.
-Hola Zayn.- saludó, con la respiración dificultosa.
-Pezz.- en seguida estaba tomándole la mano.
-Ella está en camino. Ya quiere conocernos, cariño.- sonrió, con él imitándola.
Sabía que iba a enterarse a tiempo. Sloan ya podía nacer, su padre estaba ahí para asegurarse de que eso sucediera y con el mayor cuidado. Ambas podían sentirse seguras.
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Es Año Nuevo y por eso quería subirles algo lindo, un nacimiento para arrancar con los mejores deseos el 2018.
Si alguien lee esto aún, les deseo lo mejor.
Este año estuve muy ausente por múltiples razones, pero quiero seguir subiendo mis historias y ya estoy trabajando en eso.
Muchas gracias por todo. Y Feliz Año ❤️
