-¿Perrie? Soy Zayn, ¿podes abrirme?-el hombre volvió a golpear la puerta, preocupado -¿Qué ocurrió? Faltaste al trabajo, sé que estás ahí.-
Había permanecido frente a la puerta por unos cuantos largos minutos cuando la puerta al fin se abrió, y la mujer de cabello rubio y desaliñado apareció por la pequeña abertura.
-Oh cielos, ¿qué pasó?- enseguida la había tomado por los hombros, entrando con ella al departamento, examinando su rostro sin poder dejar de mirar la mancha violácea que se extendía alrededor de uno de sus preciosos ojos azules. -Pezz..- murmuró, acariciándole el pómulo suavemente con la punta del pulgar.-¿Qué mierda ocurrió?-
-Fue.. Fue mi culpa.. Yo..- estaba nerviosa, dolida y sobre todo aterrada.
-Fue él, ¿verdad? No lo protejas Perrie, él volvió a hacerlo. ¿Cierto? Maldito hijo de puta.-
-No no. En serio, Z fue mi culpa. Yo no debería..-
-Ya basta. ¿Cómo va a ser tu culpa? Nada lo justifica, nada le da a derecho a hacerte daño.- estaba enojado, y tan angustiado como ella -Cielos, vamos a curarte eso.-
-No es nada, una marquita..-
-Perrie, tenes un moretón desde el pómulo a la ceja, y tenes un corte sobre la mejilla. Por favor, vamos al baño.-
Cabizbaja, ella lo siguió. Su rostro dolía, pero no podía admitir que lo que Zayn decía era cierto, que Evan le había vuelto a lastimar.
En el baño él ya estaba con el botiquín en mano, conocía demasiado bien dónde estaba, no era la primera vez que tenía que usarlo.-Vení acá.- le pidió, mojando una gasa con alcohol para desinfectar la herida.
Perrie se sentó sobre la tapa del inodoro cerrada y le permitió curarla, si bien un reproche por lo bajo se le escapó; ardía.
Se sentía como una niña, con su mejor amigo debiendo limpiarle las heridas como solía hacer su madre cuando era pequeña y se caía jugando fuera.-¿Qué fue esta vez? ¿Qué excusa puso?-
-Él no quiso..-
-Perrie, ¿qué fue?-
No era la primera vez que él tenía que preguntarle eso, y como siempre, ella se rendía y respondía. Pero sus palabras ciertas jamás iban de la mano con el razonamiento de su cabeza.
-Le conté una noticia. Y.. y a él no le gustó, dijo que la odiaba, que.. que era una perra.-
El hombre estaba reprimiéndose con todas sus fuerzas por no maldecir, por no salir corriendo y buscar a ese hijo de puta y matarlo. Siempre lo había odiado pero en ese instante, su pequeño limite parecía haber rebasado.
Debía recordarse que lo importante era Perrie, su amiga. Debía cuidarla.-Dijo que no iba a volver si no lo terminaba.-
-¿Qué cosa?-
Entonces la muchacha se arrodilló frente a él y se estiró para tomar una hoja hecha un bollo que él no había visto tirada en el suelo.
La vio con lágrimas en los ojos intentar estirarlo, y entonces enseñárselo.
Ella no podía dejar de llorar, y él la abrazó, aún procesando lo que acababa de leer.-No puedo deshacerme..- sollozó bajo su mentón sin poder completar la frase, mientras él le acariciaba la espalda intentando consolarla y apoyarla.
Si necesitaba un último empujón para al fin hacer lo que desde hacía mucho debería haber hecho, ese había sido.
-No vas a hacerlo, Pezz. Voy a sacarte de acá.-