Las velas sobre el mantel eran aromáticas, y el vino tinto a su lado le llamaba a servirse una copa más, pero él aún no llegaba y no quería sorprenderlo con media botella vacía.
Estaba llegando tarde, y no era específicamente extraño. Él siempre llegaba tarde.-Señora, aún no quiere..-
-Voy a esperar un poco más.- sonrió intentando ser amable.
Estaba empezando a irritarle de sobremanera que después de tanta insistencia para conseguir esa cena, él volviera a repetir rutina. Maldito idiota.
-Perrie. Hola, lo siento.- de repente él apareció, algo agitado pero impecable.
Siempre le había sentado bien el traje, y ahora le sentaban bien las canas. Era gracioso incluso que no pudiera quitarse ya las gafas por coquetería, porque definitivamente no podría ver más allá de su nariz; y de todas formas seguía apuesto. Quizá tenía demasiada barba, pero no podía decir que no le favoreciera, a ella nunca le habían atraído los niños, ni siquiera cuando ella misma había sido una.
-Está bien, aún no ordeno.-
Él sabía perfectamente que no estaba bien. De hecho nada estaba bien, por eso estaban teniendo esa cena en ese lugar tan costoso que hacía tiempo no visitaban. Así que decidió pedir perdón, como si no fuera lo que siempre hacía.
-Sé que estás molesta, hoy debía ser distinto. Yo en serio lo lamento, la escribanía..-
-Zayn, no necesito explicaciones. Siempre hay un cliente histérico que insiste en demandar a su mujer o un niño llorando porque sus padres lo llevaron y pelearon frente a él por su custodia.. Sólo pidamos, por favor.-
Ella estaba cansada de oírlo dar explicaciones. Jamás había desconfiado de él, simplemente sabía que era adicto al trabajo y que se comprometía demasiado con sus clientes, a veces más que con su familia, y ese era el principal problema.
-¿Qué tal la paella para compartir? Como cuando fuimos en ese viaje a España, ¿te acordás esa cena con Rubén y María?-
-Sí.- no pudo evitar sonreír, ese era un lindo recuerdo. La habían pasado demasiado bien ese verano. -No creo que sea tan buena como la valenciana. Pero suena bien.-
La moza volvió a aparecer, sonriendo porque la mujer ya no estaba sola. Era algo triste imaginar que la hubieran dejado plantada, en especial porque se notaba que era una mujer ya acostumbra a esperar, y cansada.
-¿Ya saben qué van a pedir?-
-Sí, una paella completa para dos. Y otra botella del mismo.- indicó el hombre, señalando al vino sobre la mesa. -Es el mismo de..-
-Sí.- asintió la rubia. Hacía veinte años habían brindado con esa misma bebida, tenía un significado demasiado romántico o más bien muy melancólico.
-Ahora entiendo el por qué del color en tus mejillas.-
-¿Estás tratándome de alcohólica?- los ojos azules le miraron fijo, fingiendo molestia mientras él reía llenando su copa.
-No, linda. Pero falta casi la mitad de la botella.-
El apodo le sentó bien, y sintió algo que hacía rato no sentía. Así que le perdonó cualquier insinuación a una relación demasiado estrecha con el alcohol, y respondió algo ácida como solía ser su humor.
-Estaba aburrida y tenía que entretenerme con algo.-
-Estás linda.- quería decirle algo ameno, algo que le hiciera sonreír, quería verla reluciente. Ella siempre había sido hermosa pero se la notaba demasiado apagada.