-¡Papi!-
El pequeño se arrojó a los brazos de su padre, contento con volver a verlo.
El hombre respondió al abrazo con amor y le besó el cabello numerosas veces, inspirando el perfume a shampoo de niños.
Lo extrañaba tanto que le dolía el pecho.-Hola campeón.- se negó a soltarlo -¿Cómo estás?-
-¡Bien!- respondió -Te extrañé.-
-Yo también lo hice. Moría por verte.- besó su mejilla -Hola Amy.-
-Hola Z.- la mujer le sonrió de lado -¿Lo traes mañana en la tarde?-
-Como siempre.- asintió -¿Cómo está Perrie?-
Cada vez que iba a buscar a Archie, él hacía esa misma pregunta.
Desde aquella cena en la que su esposa se había enterado de Pauline, no había vuelto a verla. Amy se había mudado a su casa por tiempo indefinido desde entonces y después de una semana había conseguido que la rubia accediera a dejar ir a su hijo un día a la semana con su padre.
Desde entonces habían pasado tantos meses que ya había sido el cumpleaños número tres de Archie y él se lo había perdido.-Ella está bien.-
Amy siempre daba la misma respuesta, y se negaba a hacer más comentarios sobre el estado real de Perrie. Lo poco que Zayn sabía sobre ella, era gracias a lo que cada tanto dejaba escapar su amiga, y el no ver a la mujer que amaba se le estaba haciendo demasiado difícil.
-Quiero verla.-
-Ella no quiere verte.- respondió, aún con una mueca en el rostro; no le gustaba tener que responderle eso, menos aún presenciar cómo la mirada de Zayn se nublaba con dolor -Lo siento.-
-Esto me está matando. Por favor, Amy. Necesito ver a mi esposa.-
-Lo sé, sé que te duele, sé que queres verla. Pero Perrie no quiere, y no voy a traicionarla.-
-Ya ha pasado demasiado tiempo. ¿Le dijiste lo de Pauline?-
-Sí, se lo dije. Pero aún está dolida, y tiene motivos para estarlo. Le mentiste, la engañaste..-
-Sí, lo sé, soy un hijo de puta. Si quiere venir y gritármelo en la cara, está bien; incluso si quiere molerme a golpes la dejaría hacerlo con tal de verla.-
-Lo siento.- se disculpó, tanto con sus palabras como con su mirada -Realmente lo siento. Espero que Archie y vos la pasen bien. Adiós, cielo.- despidió al pequeño con un choque de puños, y luego cerró la puerta de la casa.
-¿Vamos, papi?-
-Sí, vamos. La abuela está ansiosa por verte.-
-¡Sí!-
Uno de sus amigos le había permitido quedarse en su departamento a cambio de un alquiler escaso que consistía básicamente en cubrir el costo de las expensas del edificio. Vivir solo era horrible; extrañaba horrores oír a su hijo corriendo de un lado a otro y la compañía del perro que él y Perrie habían adoptado casi diez años atrás, y definitivamente aún le dolía despertar sólo en una cama vacía.
Había cometido un error, uno grande; cada día repasaba sus acciones y se cuestionaba por qué lo había hecho. Pauline no tenía nada distinto a otra mujer, si quiera había llegado a tener sentimiento alguno por ella; simplemente se había sentido bien la adrenalina de estar con otra persona, era algo distinto y sus mensajes sugestivos habían significado recuperar un tipo de emoción que había perdido tras tanto tiempo en pareja y especialmente desde que Archie había nacido.
Pero jamás había dejado de amarla, amaba a Perrie con todo su ser, tanto que le dolía haberla perdido y más aún le hería el saber que se lo merecía. Sabía que se merecía estar solo y no poder verla ni tocarla ni besarla como tanto deseaba; y sin embargo no podía rendirse y aceptar que eso iba a ser así para siempre. Era egoísta, pero aún guardaba la esperanza de que ella un día lo perdonara.