-¿Papi? ¿Vas a contarme la historia?- la niña pidió, ya acostada en su cama y lista para oír el cuento que su padre le contaba todos los viernes.
-Claro que sí.- le sonrió, acariciándole la mejilla con cariño. -Hoy va a ser una historia linda.-
El hombre se sentó a un lado de la cama y la observó, adoraba ver el brillo en los ojos de su hija.
-¿Es una historia de amor?-
Él asintió.
-¿Qué libro vamos a leer hoy?-
-Ninguno.- el niño frunció el ceño de una forma tierna y sus labios se fruncieron en un puchero -Hoy voy a contarte un cuento que me sé de memoria.-
Él pareció aliviado y su expresión cambió drásticamente a una sonrisa de dientes de leche. Su madre se rió.
-¿Es de dragones?-
-Esta vez no.-
-¿Y de qué es?-
-Es una historia de amor.-
-Eso es para niñas.-
-Claro que no.- la mujer negó, acariciándole el cabello claro -Todo sentimos amor, algún día vos también vas a hacerlo Tommy. Y es hermoso.-
-¿Entonces ella trabajaba en un café?-
-Así es.- el hombre asintió -Trabajaba todas las mañanas en una cafetería del centro donde vendían unos pasteles deliciosos.-
-¿Y cómo era? ¿Era linda?-
-Era hermosa.- sonrió, aún recordaba exactamente cómo lucía. Quizá si lo hiciera. -Tenía los ojos de tu color favorito, y siempre llevaba el pelo corto por encima de los hombros y algo desordenado.-
-¿De qué color era su cabello?- la pequeña estaba emocionada, siempre se divertía con sus historias, adoraba los detalles.
-Dorado.-
-¿Y qué ocurrió cuando sonó la campanilla?-
-Un hombre entró, muy atolondrado; y chocó con la chica que allí trabajaba. Ella llevaba un batido de fresa y se lo volcó todo sobre su delantal blanco.-
-¡Qué tonto!-
-Sí.- rió la rubia -Él era algo torpe, pero intentó ayudarla a levantarse. Y ella estaba furiosa, tanto que le gritó y su jefe casi la echa; no podía tratar mal a un cliente.-
-¿Y cómo hizo para que no la echaran?-
-Él se ofreció a ir a hablar con su jefe para arreglarlo. Sabía que era su culpa y dijo que no soportaría que la echaran por culpa suya.-
-¿Lo logró convencer?- el hombre asintió -¡Todo un príncipe!-
-Solo quiso enmendar su error.-
-¿Y ella se lo agradeció? ¿Lo besó?-
-Por supuesto que no.- rió -Era tan orgullosa que por muy asustada que había estado al escuchar la advertencia de su jefe, continuó mirando al chico con los brazos cruzados. Realmente estaba ofendida.-
-¿Entonces no lo quiso atender?-
-Oh claro que lo hizo.-
-Él pidió un café doble. Tanto caos por un simple café.. Pero era su trabajo así que ella se lo llevó.- explicó la mujer -Y cuando le llevó la cuenta él le había pedido que también llevara un pastelillo. ¿Y sabes que hizo él?- el niño negó - Pagó la cuenta, dejó el pastelillo en la mesa y se fue.-